Ejemplos con simpatía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Antes de concluir la comida, don Guillén se había granjeado la confianza y la simpatía de todos, y a tal extremo llegó la confianza, que don Celedonio se atrevió a dispararle a boca de jarro esta pregunta:.
Con esto, nuestra simpatía hacia él se robusteció.
Le advierto a usted, reverendocortó Belarmino, cosquilleado por una comezón de simpatía hacia el ciclópeo dominico, que no entienden mis discursos, pero causo entusiasmo por el peso llamativo.
Cerraron los párpados a Novillo, le sujetaron la mandíbula con un pañuelo, le entretejieron los dedos de las manos, y todos de rodillas, condolidos, tocados de lástima y simpatía, rezaron brevemente.
Pasé allí sólo dos meses, y eso porque la simpatía y deleitoso magisterio de don Amaranto me persuadieron a dilatar mi estada.
Es más: hasta notaba cierto encogimiento humilde en los representantes de la religión cuando se encaraban con la ciencia, un deseo de agradar, de no ser rechazados, de infundir simpatía con soluciones conciliadoras para que el dogma no quedase en tierra privado de asiento en aquel tren de rapidísima marcha que llevaba a la humanidad hacia el porvenir con el vértigo de los nuevos descubrimientos.
Y los dos inválidos de la vida se olvidaban de la propia dolencia para pensar en la del otro, estableciéndose entre sus almas una corriente de conmiseración amorosa, atrayéndose, no por el apasionamiento del sexo, sino por la simpatía fraternal que les inspiraba su desgracia.
Su educación clásica y la simpatía que inspiraba su juventud le abrieron cierto camino.
A don Joaquín le inspiraba gran simpatía el viejo.
Y la muchacha, como si estuviera hilando un capullo, agarraba estos cabos sueltos de su memoria y tiraba y tiraba, recordando todo lo de su existencia que tenía relación con Tonet: la primera vez que lo vió, y su compasiva simpatía por las burlas de las hilanderas, que él soportaba cabizbajo y tímido, como si estas arpías en banda le inspirasen miedo, después, los frecuentes encuentros en el camino y las miradas fijas del muchacho, que parecían querer decirla algo.
Aquel marido aceptado en un arrebato de ira, sí no llegó a inspirarla amor mereció la tierna simpatía del agradecimiento.
Discutían con gravedad el precio y la clase de las telas, y tan grande era la simpatía, que si aquel grandullón de enormes barbas osaba decir una palabra un poco alegre, la beatita sonreía con toda su alma, mostrando una dentadura igual y brillante.
Juanito miraba a la joven con tierna simpatía.
Sentía una tierna simpatía por aquella mujer casi ciega, con sus ojazos claros siempre inmóviles, como si experimentara eterno asombro.
Allí estaba la Valencia, enorme ascua de oro, brillante y luminosa desde la plataforma hasta el casco de la austera matrona que simboliza la gloria de la ciudad, y después, erguidos sobre los pedestales los santos patronos de las otras : San Vicente, con el índice imperioso, afirmando la unidad de Dios, San Miguel, con la espada en alto, enfurecido, amenazando al diablo sin decidirse a pegarle, la Fe, pobre ciega, ofreciendo el cáliz donde se bebe la calma del anulamiento, el Padre Eterno, con sus barbas de lino, mirando con torvo ceño a Adán y Eva, ligeritos de ropa como si presintiesen el verano, sin otra salvaguardia del pudor que el faldellín de hojas, la Virgen, con la vestidura azul y blanca, el pelo suelto, la mirada en el cielo y las manos sobre el pecho, y al final, lo grotesco, lo estrambótico, la bufonada, fiel remedo de la simpatía con que en pasadas épocas se trataban las cosas del infierno, la , Pintón coronado de verdes culebrones, con la roja horquilla en la diestra, y a sus pies, asomando entre guirnaldas de llamas y serpientes, los Pecados capitales, horribles carátulas con lacias y apolilladas greñas, que asustaban a los chicuelos y hacían reír a los grandes.
La anciana, como si quisiera establecer entre nosotros una corriente de recíproca simpatía, exclamó después de engullirse una sopa.
Este hizo en presencia de ellos grandísimos elogios de su nuevo empleado, y tal vez por eso me recibieron reservados y desdeñosos, pero al ver que se habían engañado, que me esforzaba en ser comedido y cortés, cambiáronse en grata simpatía la reserva y menosprecio manifestados a mi llegada.
Esta mostraba a la de Rubín una gran simpatía, y con esta simpatía, la dulce confianza que de ella emanaba, y por fin, con el verdadero derroche de indulgencia que en favor de sus faltas hacía, apoderose poco a poco de todos sus secretos.
¿Cómo así, siendo una y otra personas tan distintas? Fuera lo que fuese, la simpatía misteriosa que le había inspirado Mauricia, se pasaba a Guillermina.
Hay en el corazón misterios muy grandes, y en lo que toca a la simpatía, misterios de misterios ¡Pobre mujer! Y si viera usted qué guapa era cuando polla.
¿Sería tal simpatía un parentesco de perversidad? Ejercía sobre ella una atracción querenciosa, y como le dijera algún concepto lisonjero a su corazón, sentíalo retumbar en su mente cual si fuera verdad pronunciada por sobrenatural labio.
Fortunata pensaba en la simpatía inexplicable que aquella mujer le había inspirado siempre, a pesar de ser tan loca y tan mala.
Mauricia le infundía miedo y al propio tiempo una simpatía irresistible y misteriosa, cual si le sugiriera la idea de cosas reprobables y al mismo tiempo gratas a su corazón.
Porque lo que el capellán decía en el púlpito era que debemos hacer todo lo posible para salvarnos, que seamos buenos y que no pequemos, también decía que se debe amar a Dios sobre todas las cosas y que Dios es en sí y tal como el alma le ve, pero a ella se le figuraba que por bajo de esto quedaba libre el corazón para el amor mundano, que este entra por los ojos o por la simpatía, y no tiene nada que ver con que la persona querida se parezca o no se parezca a los santos.
Las madres desplegaban un celo escrupuloso en separar durante las horas de descanso a las que en las de trabajo propendían a juntarse, obedeciendo las naturales atracciones de la simpatía y de la congenialidad.
Eran centinelas sagaces de las amistades que se pudieran entablar y de las parejas que formara la simpatía.
Así como los ojos de Maximiliano miraban con inexplicable simpatía el disco de la noria, su oído estaba preso, por decirlo así, en la continua y siempre igual música de los canteros, tallando con sus escoplos la dura berroqueña.
Las relaciones entre una y otro eran puramente de fórmula, hasta que a Nicolás, en uno de los viajes que hizo a Madrid, se le ocurrió entregar a la tía sus ahorros para que se los colocara, y véase aquí cómo se estableció entre estas dos personas una corriente de simpatía convencional que había de producir la amistad.
Oyose una voz que gritaba: ¡viva la simpatía! y le echaron coplas de gusto dudoso, pero de muy buena intención.

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