Ejemplos con salientes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La hiedra crecía en frescos ramilletes entre los salientes de la pulida piedra.
El mar rasgaba la obscuridad con un ronquido plácido, cuya ondulación iba rompiéndose en todos los salientes y recovecos de la costa.
Salían en grupos las mujeres: las viejas vestidas de negro, esparciendo el interno olor de sus innumerables zagalejos y faldas, las jóvenes erguidas en su estrecho corsé, que les aplastaba los pechos y borraba las curvas salientes de las caderas, ostentando con nobiliario orgullo, sobre el pañuelo multicolor, las cadenas de oro y los enormes crucifijos.
El pecho ocultaba sus contornos salientes bajo un mantoncillo amarillento con flores rojas.
En todos los puntos salientes del litoral surgía una torre chata y rojiza, último vestigio de la guerra milenaria del Mediterráneo.
Ni una nube en el cielo, todo era azul arriba y abajo, sin otra alteración que las franjas de espuma peinándose en los salientes de la costa y los inquietos oros del sol formando un ancho camino sobre las aguas.
Le atrajeron desde el primer momento los callejones de los barrios turcos, sus casas blancas, sus balcones salientes cubiertos de celosías, que son como jaulas pintadas de rojo, las mezquitas, con patios de cipreses y fontanas de melancólico chorreo, las tumbas de los santones en kioscos que cortan las calles bajo el reflejo mortecino de una lámpara, las mujeres veladas por sus negros , los viejos que transcurren silenciosos y pensativos bajo su gorro de escarlata, siguiendo los bamboleos del asno en que van montados.
Avanzaba el busto hacia el cristal para ver mejor la actividad devoradora de este estómago en forma de pirámide, que tenía en su cúspide una diminuta cabeza de loro con dos ojos feroces y en torno da la base la retorcida madeja de sus patas llenas de redondeles salientes.
Las glándulas salientes, las verrugas, las sinuosidades dorsales, tomaban coloraciones de joyería.
De los estribos salientes de su refuerzo surgían, en lo más alto, monstruosos endriagos de piedra, carcomida.
Naturalmente se concentraba la luz en los puntos más salientes y claros de su rostro y cuerpo.
Pondré la luna en cenit, para que caiga de lleno sobre el lomo del monstruo, y me permita simular con líneas de luz en las partes salientes los edificios de París más famosos.
Recordaba la carita sonrosada dos años antes, y miraba con asombro un rostro de juventud ajada, huesoso, los pómulos salientes, las ojeras profundas, y unos ojos de escasas cejas, sin pestañas, con las pupilas todavía hermosas, pero empañadas por vidriosa opacidad.
Le interesaban más los brazos de las sillas, los pasamanos de las escaleras que conducen a la sillería alta, los salientes que separan los asientos y sirven para reclinar la cabeza, cubiertos de animales y seres grotescos: perros, monos, aves, frailes y pajecillos, todos en posturas difíciles, rarísimas y obscenas.
La torre de las campanas ocultaba un pedazo de cielo, ostentando sobre sus flancos rojizos, ornados de junquillos góticos y contrafuertes salientes, las fajas de mármol negro con cabezas de misteriosos personajes y escudos de armas de los diversos arzobispos que intervinieron en su construcción.
En larga fila, contestando a las cuchufletas y carcajadas del gentío con burlescos saludos, aparecían las figuras más salientes del gran poema bíblico.
Iba embozado en una capa vieja, por bajo de la cual asomaba una esportilla de compras, y por encima del embozo de raído terciopelo mostrábase su rostro lleno y colorado, en el que los detalles más salientes, aparte de las arrugas, eran un bigote de cepillo y unas cejas canosas, tan oblicuas, que hacían recordar los chinos de los abanicos.
Paréceme que estoy viendo aquel rostro moreno, tipo hermoso de la raza indígena, afinado por el cruzamiento en dos o tres generaciones: obscuro, muy obscuro del color, estrecha la frente, alto el cráneo, salientes los pómulos, la barba escasa, escasísima, los ojos pequeñitos, negros, negros y vivos, la mirada franca, el aire resuelto, como en todo aquel que no tiene en su vida acción que le avergüence, que a nadie teme y de nadie es temido, que así se enternece a la vista de ajenos dolores como rechaza sereno, con dura franqueza, con valerosa resolución, a quien le ofende o desconfía de él.

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