Ejemplos con revuelta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Saltó, murmurando esta súplica, a alguna distancia de él, e inmediatamente empezó a correr con sus ágiles piernas de campesina, desapareciendo en una revuelta del sendero.
Febrer vio un carruaje inmóvil en una revuelta del camino.
Cada vez que el cuerpo de Lucía entraba en la zona luminosa, despedían áureo destello los botones de cincelado metal, encendiéndose sobre el paño marrón del levitín, y se entreveía, a trechos de la revuelta falda, orlada de menudo volante a pliegues, algo del encaje de las enaguas, y el primoroso zapato de bronceada piel, con curvo tacón.
Artegui llamó a Lucía, que alzando la cortina a su vez, echó el cuerpo fuera, hasta que una revuelta del camino y la rapidez del tren borraron el cuadro.
Se murió de unas fiebres enemigas, que le empezaron con grandes aturdimientos de cabeza, y unas visiones dolorosas y tenaces que él mismo describía en su cama revuelta, de delirante, con palabras fogosas y desencajadas, que parecían una caja de joyas rotas, y sobre todo, una visión que tenía siempre delante de los ojos, y creía que se le venía encima, y le echaba un aire encendido en la frente, y se iba de mal humor, y se volvía a él de lejos, llamándole con muchos brazos: la visión de una palma en llamas.
Escribía Manuelillo, en semejanza de lo que estaba en boga entonces, unas letrillas y artículos de costumbres que ya mostraban a un enamorado de la buena lengua, pero a poco se soltó por natural empuje, con vuelos suyos propios, y empezó a enderezar a los gobernantes que no dirigen honradamente a sus pueblos, unas odas tan a lo pindárico, y recibidas con tal favor entre la gente estudiantesca, que en una revuelta que tramaron contra el Gobierno unos patricios que andaban muy solos, pues llevaban consigo la buena doctrina, fue hecho preso don Manuelillo, quien en verdad tenía en la sangre el microbio sedicioso, y bien que tuvieron que empeñarse los amigos pudientes de don Manuel para que en gracia de su edad saliese libre el Pindarito, a quien su padre, riñéndole con los labios, en que le temblaban los bigotes, como los árboles cuando va a caer la lluvia, y aprobándole con el corazón, envió a seguir, en lo que cometió grandísimo error, estudios de Derecho en la Universidad de Salamanca, más desfavorecida que otras de España, y no muy gloriosa ahora, pero donde tenía la angustiada doña Andrea los buenos parientes que le enviaban las farinetas.
Era la miss animosa de la propaganda evangélica que recorre el globo esparciendo Biblias con fría sonrisa, sin miedo a las burlas de los civilizados ni a la brutalidad de los salvajes, pero lo que Lucy repartía eran excitaciones a la revuelta, y no buscaba a los dichosos, sino a los desesperados, en las fábricas y en los arrabales infectos.
La andaba revuelta, y Jacobo, de pie en el palco, flechaba los gemelos con distinguidísima insolencia en la dirección marcada por Currita, sin hacer caso de las chistosas observaciones que, a juzgar por sus risas, parecían hacerle los compañeros.
Al incorporarse asomó la cabeza por entre el cáñamo y vió en una revuelta del camino a un vejete que caminaba lentamente, envuelto en una capa.
Pepeta, la pobre bestia de trabajo, muerta para la maternidad y casada sin la esperanza de ser madre, perdió su calma a la vista de aquella cabecita de marfil orlada por la revuelta cabellera como un nimbo de oro.
En este desgaste de la portada adivinábase el paso de la revuelta y el motín.
Y así continuó la cacería humana, a tientas, en la obscuridad profunda, hasta que en una revuelta de la acequia salieron a un espacio despejado, con los ribazos limpios de cañas.
Y siguió adelante, desapareciendo en una revuelta del camino.
¡Vive Dios, que le remordía la conciencia destrozar aquella obra de arte! Pero la cosa se había hecho para comer, y al poco rato, la blanca carne de la merluza, revuelta con los sabrosos adornos, estaba en todos los platos.
La curiosidad y el deseo de dar el último adiós a su amiga empujaron a Fortunata hacia la escalera Alcanzó a ver las cintas amarillas sobre la tela negra, en la revuelta de la escalera, pero fue un segundo no más.
A veces esta brusca revuelta dependía de una palabra, de una idea caprichosa que pasaba volando por su espíritu, como pasa un pájaro fugaz por la inmensidad del Cielo.
Que el Ministro quiere enterarse de los trabajos hechos para el establecimiento del Registro fiscal, que es el gran medio para descubrir la riqueza oculta Pues toda la casa revuelta, busca por aquí, busca por allá.
En una revuelta del pasillo le dio alcance.
Fue la revuelta de manera que las guardas, ya por acudir a los galeotes, que se desataban, ya por acometer a don Quijote, que los acometía, no hicieron cosa que fuese de provecho.
El ventero, que era de la cuadrilla, entró al punto por su varilla y por su espada, y se puso al lado de sus compañeros, los criados de don Luis rodearon a don Luis, porque con el alboroto no se les fuese, el barbero, viendo la casa revuelta, tornó a asir de su albarda, y lo mismo hizo Sancho, don Quijote puso mano a su espada y arremetió a los cuadrilleros.

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