Ejemplos con reverencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Padre Matias caminó cuatro leguas con su gente, y sabiendo que se acercaba el Padre Cardiel, le envió a decir que se llegase a donde su reverencia estaba.
Hizo Damián una muda reverencia, y salió leyendo el sobrescrito de la carta, que era el siguiente: Señor don Francisco Javier Pérez Cueto.
Currita se detuvo un momento en el dintel, sin perder su aire de niña tímida, de ingenua colegiala, oyó el himno, vio a Gorito, abarcó la situación con una sola y rápida ojeada y dobló de repente el cuerpo con distinción exquisita, para contestar al saludo amadeísta con otro saludo de corte, profundo, pausado, a la derecha, a la izquierda, poniendo en elegantísima caricatura la ceremoniosa reverencia usual de la reina doña María Victoria.
En el dintel mismo de la puerta hicieron ambos la primera reverencia de corte, en el centro del salón la segunda, y frente a frente ya del rey la última, saludaron después a los Grandes colocados a derecha e izquierda, y estos contestaron al punto quitándose los sombreros.
¡Y el diario paseo por la Alameda! ¡Dios, qué sonrojo! Tenía ella empeño en entablar grandes amistades, y no pasaba cerca de su berlina autoridad o persona conocida sin que Melchor le saludase solemnemente con un sombrerazo hasta las rodillas, ruborizándose muchas veces al ver el gesto de extrañeza con que aquellas personas contestaban a la reverencia de un ente desconocido.
Y haciendo una reverencia a su amo, se les quitó delante, cuya ausencia fué para Avendaño lo que suele ser al caminante ponerse el sol y sobrevenir la noche lóbrega y escura: con todo esto salió a dar cuenta a Carriazo de lo que habia visto y de lo que dejaba negociado.
—Con esta me pagó su reverencia del estudiante y con dos cuartos mas, tomadla vos, Rincon, por lo que puede suceder.
Cuando salió de la sala, se persignó y santiguó, y con mucha devocion y sosiego hizo una profunda reverencia a una imágen de nuestra Señora que en una de las paredes del patio estaba colgada, y alzando los ojos vió a los dos que mirándola estaban, y apénas los hubo visto, cuando se retiró y volvió a entrar en la sala, desde la cual dió voces a la Argüello, que se levantase.
No respondió palabra Costanza, sino con mucha mesura hizo una profunda reverencia al corregidor, y salióse de la sala, y halló a su ama desalada esperándola para saber della qué era lo que el corregidor la queria.
Y, tomando los cuatro reales, en lugar de hacerme una reverencia, hizo una cabriola, que se levantó dos varas de medir en el aire.
Perecida de risa estaba la duquesa, viendo la cólera y oyendo las razones de Sancho, pero no dio mucho gusto a don Quijote verle tan mal adeliñado con la jaspeada toalla, y tan rodeado de tantos entretenidos de cocina, y así, haciendo una profunda reverencia a los duques, como que les pedía licencia para hablar, con voz reposada dijo a la canalla:.
La duquesa y el duque y todos los circunstantes dieron muestras de haber recebido grandísimo contento, y el carro comenzó a caminar, y, al pasar, la hermosa Dulcinea inclinó la cabeza a los duques y hizo una gran reverencia a Sancho.
Ya estaban las dueñas cerca de Sancho, cuando él, más blando y más persuadido, poniéndose bien en la silla, dio rostro y barba a la primera, la cual la hizo una mamona muy bien sellada, y luego una gran reverencia.
Estando en estas pláticas, entró el músico, cantor y poeta que había cantado las dos ya referidas estancias, el cual, haciendo una gran reverencia a don Quijote, dijo:.
!Mal haya el diablo!, que, si por su reverencia no fuera, ésta fuera ya la hora que mi señor estuviera casado con la infanta Micomicona, y yo fuera conde, por lo menos, pues no se podía esperar otra cosa, así de la bondad de mi señor el de la Triste Figura como de la grandeza de mis servicios.
Pues bien puede leella su reverencia, porque le hago saber que algunos huéspedes que aquí la han leído les ha contentado mucho, y me la han pedido con muchas veras, mas yo no se la he querido dar, pensando volvérsela a quien aquí dejó esta maleta olvidada con estos libros y esos papeles, que bien puede ser que vuelva su dueño por aquí algún tiempo, y, aunque sé que me han de hacer falta los libros, a fe que se los he de volver: que, aunque ventero, todavía soy cristiano.

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