Ejemplos con reparad

¿De qué sirve, de que en atrocidades,/ Parcas tiranas, el aver rendido/ Ésse a quien las deidades han devido/ Duración inmortal de ser Deidades?/ Reparad que si él en las edades/ Ofrecio a tantos reyes lo luzido,/ ¿Cómo le passareis por el olvido/ Al que eterno está ya en sus voluntades?.

Atended bien, Badoret y Manalet: reparad que después que ha descansado un rato, gozándose allá arriba con sus rápidos triunfos, se prepara a bajar de su trono.

Ved cómo se ríe, reparad qué precioso color han tomado sus mejillas.

Reparad bien, que os prometo que casi.

reparad bien lo que decís: andad con tiento y acortad la lengua, que es ofensiva.

Habéis seducido a esa joven, la habéis ultrajado y mancillado: reparad vuestros crímenes para con ella, dejadla partir libremente, y no exigiré otra cosa de vos.

—Aguardad, reparad, señores, en que es de solos necios el vivir contentos de sus cosas,.

—Reparad, señores —les dijo—, en que los más de los mortales emplean mal su gusto,.

Reparad en aquel atusadillo que se va paseando la mano por el pecho, y.

Reparad cada vez que calla la orquesta y las mujeres se retiran a las orillas del salón en torpe desorden, como la espuma a la playa cuando va cesando la tormenta.

Reparad en.

reparad en aquel ministro de justicia qué celoso, qué justiciero se muestra, no hay alcalde.

Tened por seguro que si vencéis a estas tropas y a las que han quedado en Esparta, no habrá, señor, ninguna otra nación que se atreva a levantar las manos contra vos, pero reparad bien ahora que vais contra la capital misma, contra la ciudad más brava de toda la Grecia, contra los más esforzados campeones de todos los griegos.

-Reparad que tan sólo digo atribuidos.

Reparad en el traje que lleváis, de pies a cabeza, y será raro que la suela de vuestro calzado sea americana.

Y reparad que también el buque, lamentándose, parecía que nos dijese: «¡Idos pronto, pronto! » No se engañaba el pobre Faraón.

-Observad -le dijo Faria- ese rayo de luz que entra por mi ventana, y reparad en la pared las líneas que yo he trazado.

Reparad en esa esbelta morena, con la frente inclinada sobre el hombro de su pareja: mirad sus ojos de fuego velados por sus lánguidos párpados, sus labios entreabiertos, encendidas sus mejillas, palpitante el seno, flexible como un junco la cintura, y pisando el suelo apenas con las puntas de sus menudos pies.