Ejemplos con relinchó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entonces sentí una inquietud y un terror muy grandes, y quise volver riendas para retroceder. ¿Pero adonde podría ir cuando el sudor brotaba de los flancos de mi caballo, y el calor de mediodía era insoportable? Una sed atormentadora me abrasaba la garganta y hacía jadear al caballo, cuyo vientre subía y bajaba como un fuelle de fragua. Y pensé: ¡Oh Hamad! aquí morirás. ¡Y tu carne servirá de alimento a los cachorros de los vampiros y a las fieras del espanto! Aquí está la muerte, ¡oh beduino! Pero cuando me disponía a decir mi acto de fe y a morir, vi dibujarse a lo lejos una línea de frescura, poblada de palmeras: ¡Y mi caballo relinchó, sacudió la cabeza y se lanzó hacia adelante! Y en un galope me vi fuera del horror de aquel pelado y ardoroso desierto de piedra. Y delante de mí, cerca de un manantial que corría al pie de las palmeras, se levantaba una tienda magnífica, junto a la cual dos yeguas soberbias pacían la hierba húmeda y gloriosa.
En esta conversación estaba padre e hija, cuando relinchó el overo bayo, relincho que arrancó un grito de placer a Vicenta y que despidió al buen viejo de la silla en que se hallaba sentado.
Los paisanos desensillaron, mientras Moreira que ya había apretado la cincha, alzaba el poncho, pasaba una ligera revista a su traje y saltaba sobre su overo bayo que relinchó de placer al sentir el peso de su jinete.
En aquel momento un caballo relinchó.
Entonces Hassán se despidió del jeique Abd Al-Kaddús, y espoleó los flancos de su caballo azul, que relinchó y partió como una flecha.
Y se inclinó sobre el caballo, le besó en el cuello, le acarició con la mano, y le dijo al oído: ¡Ya te ha llegado ¡oh Lahik! el día digno de tu raza y de tu nobleza! Y el hijo de árabes se estremeció y relinchó, y saltó más rápido que el viento Norte, echando lumbre por la narices.
Los perros bostezan, se sacuden, se estiran, y antes que haya asomado el sol, en el horizonte, el gaucho recorre con ellos la llanura, adivinando en las últimas sombras de la noche vencida, en los primeros albores matutinos, los caballos que busca, y a los cuales ya relinchó el pingo en que galopa.
El picazo en que iba montado, relinchó.

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