Ejemplos con relincho

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era un grito, un aullido, un relincho, una de aquellas voces hostiles y burlonas con que los vengativos se llamaban en la sombra.
El relincho de reto, el aullido hostil y burlón, había resonado casi al pie de la escalera de la torre, prolongándose con el fuerte soplo de unos pulmones como fuelles.
A Ojeda le pareció oír mentalmente un alarido general, un relincho inmenso que subía hasta el cielo, y no lo lanzaban las bocas, repentinamente secas: partía de los ojos extraviados, de las ropas estremecidas, de las narices palpitantes.
Harto había dicho, sin embargo, y un resoplido inmenso resonó entonces tras la cortina de la izquierda, como el aliento de un pechazo comprimido que al fin se desahoga: era , el excelentísimo Martínez, que hubiera soltado en aquel momento un relincho, como en sus expansiones de alegría los mozos de su tierra, y estrujando entre sus brutales brazos, como un Hércules que abrazara a un insecto, a su ilustre aliada Currita.
Piafaban los caballos con la boca llena de espuma, esparciendo en torno el pajizo olor de las cuadras, y de vez en cuando un relincho contagiaba a toda la línea de brutos briosos, que parecían contestar con nerviosos pataleos a este llamamiento de libertad.
Al rodear las tropas vencedoras el picacho de Monte-Dalarza, los facciosos huían cuesta abajo por la vertiente opuesta: ya no se escuchaban cornetas ni se oían disparos, turbando sólo el augusto silencio de los campos el triste relincho de un caballo herido y abandonado en la hondonada.
Marchamos un rato en silencio, oíase de cuando en cuando el relincho de los caballos, y constantemente el cencerro de las madrinas.
Tuvo un relincho en el gaznate y un cantar entre los labios, pero se acordó de que era triste el motivo de su viaje, y de que se había encargado la mayor reserva al emprenderlo, y se contentó con hacer dos zapatetas y restregarse las manos, mientras descendía volteando el garrote que lanzó al espacio.
Pensando constantemente en ella, llegó aquél a la chacra como a las once de la mañana, anunciándose antes que con su propia voz, con el relincho sonoro de su caballo, a cuyas narices había llegado el olor de la flor de alfalfa de los potreros vecinos.
Volvió a saltar la reja y pasó al lado de su caballo sin verlo, sin oír el relincho lastimero con que el pobre animal lo llamaba.
Chiscón entonces soltó un relincho que repitieron todos los ecos de la vega, y ningún otro ruido turbó ya la negra soledad de su camino, sino el triste, lento y remoto gemir del cárabo en el monte, y el bufar de una lechuza que pasó volando hacia el campanario de Cumbrales.
Desfilaban uno por uno con gran peligro de ir a parar al fondo al menor resbalón y con otro no menor de ser descubiertos en tan apretado trance por el relincho de un caballo, pero estos generosos animales, como si conociesen la importancia de la ocasión, no sólo anduvieron el difícil camino sin dar un paso en falso, sino que apenas soltaban tal cual corto resoplido.
Justamente al entrar don Álvaro y el abad la despertó el relincho de Almanzor, y tendiendo la vista alrededor, echó menos la fisonomía de su padre.
De pronto el pensamiento de Moreira fue interrumpido por un relincho de su overo bayo que con las orejas paradas, tenía fija la vista en dirección al camino.
A todos dio que observar el color de la crin resplandeciente como el fuego, su ufanía y la suavidad y apacibilidad de su relincho, pero el agorero Teócrito, habiendo reflexionado un poco, dirigió la voz a Pelópidas, y exclamó: “La víctima ¡oh bienhadado! se te ha venido a la mano: no esperemos ya otra virgen, sírvete de aquella que Dios te ha presentado”.
-¿Por lo del relincho al salir de ella? Ca, señor, esas ganas me entran a mí siempre que vuelvo a ver a mi pueblo, aunque haga dos horas que falto de él.
De todas las callejas y desfiladeros de Coteruco iban desembocando en la plazoleta frontera a la portalada de don Román, negros bultos, de muy atrás denunciados por el monótono clan, clan de sus almadreñas al pisar sobre los morrillos del empedrado, o por el intermitente fulgor del cigarro, o por el sonoro relincho repetido por los cien ecos de los vecinos montes.
El que no ha visto en el campo el despertar de la naturaleza en los primeros minutos de la mañana, no ha visto la obra más asombrosa de la creación, que pinta la grandeza del Creador del Universo en la más miserable de sus manifestaciones, desde el leve temblor del cogollo de pasto que se mueve a impulsos de la mansa brisa, hasta el alegre relincho del caballo que saluda a su dueño al verlo aproximarse a la estaca que lo aprisiona durante la noche.
Era la locomotora del primer tren de balasto que llegaba a la orilla del campo de la «Estancia del dormilón», y un concierto de mil voces de los pájaros que habían anidado en el ombú contestó al saludo de la gran civilizadora, en tan alegre bulla que no pudo menos que contestarles a su vez con un sonoro relincho el moro atado desde treinta y tantos años en el palenque y que se acababa de despertar.

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