Ejemplos con relinchando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Luego que en todo pusieron las manos, las narices y los ojos, empezaron a echárselas de soldados, dando gritos de guerra y marchando a compás, todo según en las personas mayores habían visto, y con estos militares aspavientos entráronse por la huerta de Bringas adelante, batiendo cajas, disparando tiros, soplando cornetas y relinchando al modo de caballos, todo hecho con la boca, en mil discordes sones que atronaban el espacio.
Y a los pocos pasos lo vió caído sobre sus ancas, enganchado aún al arado, pero intentando en vano levantarse, tendiendo su cuello, relinchando dolorosamente, mientras de su costado, junto a una pata delantera, manaba lentamente un líquido negruzco, del que se iban empapando los surcos recién abiertos.
Cuando yo iba de guardia, bien a Monjuich, bien a los reductos del Condestable o del Cabildo, los tres, incluso Gasparó, me seguían con sendas cañas al hombro remedando con la boca el son de cajas y trompetas o relinchando al modo de caballos.
Se les hizo fuego nutrido, y cuando los briosos caballos saltaban relinchando con furia por entre los obstáculos allí mal puestos, el Crudo lanzose con los suyos, quien a la bayoneta, quien esgrimiendo la navaja, a dar cuenta de los pobres dragones.
Pero en casa de Jeromo no se engaña a nadie, y la tía Simona alarga media morcilla de manteca a los marzantes, y éstos, después de echar la primera copla, se marchan relinchando de placer.
El cochero aprovecha este momento para saltar de su pescante, pero ya Alí había agarrado las narices del segundo caballo con sus dedos de hierro, y el animal, relinchando de dolor, cae convulsivamente junto a su compañero.
Cuando mi caballo, jadeante y sin aliento, se paraba relinchando en el segundo Alto, la noche comenzaba a extenderse sobre el inmenso paisaje.
Venía hacia nosotros relinchando de un modo muy arrogante.
Es cosa averiguada que aquella noche, por indicación del jándalo, en lugar de ir el de Rinconeda a casa de Catalina por la calleja contigua al murio, como de costumbre, se dieron ambos un paso, para tomar el aire, por la barriada opuesta, y desde allí, rodeando mucho, llegó a su casa el Sevillano, admirado, por primera vez en su vida, de lo que ladraban los perros en Cumbrales en cuanto anochecía, y siguió Chiscón, solo y relinchando, en busca del norte de sus pensamientos.
Una vez allí la gente, varazo a esta rama, varazo a la otra, desde el suelo, si la vara alcanzaba al fruto, o desde la cruz del castaño si los erizos estaban muy altos, apañando esta moza las castañas sueltas, descachizando la otra los erizos con los tacones de los zapatos y con mucho tiento para no reventar lo que guardaba la espinosa envoltura, acopiando escajos secos unos mozos, avivando en lugar conveniente dos mozas de las más amañadas la mortecina lumbre, templando otras a su calor los flojos parches de las panderetas, y mordiendo todos y todas, por un lado, las acopiadas castañas para que no reventaran en el fuego, con peligro de los cercanos ojos, canturriando unas aquí, relinchando otros allá, locuaces los más y risueños todos, el campo de la castañera, abrigado del aire y del sol por las anchas, espesas y bajas copas de los árboles, parecía un hormiguero en el ir y venir de la gente, y una pajarera en lo ruidoso y pintoresco del conjunto.
hoy tiende relinchando sus crines el corcel.
Con brusco impulso insensato, desarrollando sobrehumana fuerza y vigor, Alejo volteó hacia la izquierda el tronco, cual se voltea la manilla de un grifo, y mientras los dos caballos, empinados, sublimes de actitud, girando en el vacío y azotando el aire con los remos delanteros, relinchando de espanto, acababan por desplomarse acantilado abajo, cayendo a los peñascos y al mar desde una altura de quince metros, y arrastrando como una pluma el tren, Alejo se lanzaba de costado al camino, sobre el cual quedó boca abajo, desvanecido, aturdido con la violencia del golpe.
Aumentado el espanto del caballo con tanto vocerío, empezó a dar vueltas caracoleando y relinchando, con la espumeante boca abierta.
emboscada, el torrente relinchando rueda.
Ha llegado hasta aquí, conduciendo orgulloso su preciosa carga de gloria, después de haber recorrido por todas partes las colinas de la patria, sembrando por todas ellas las victorias, él sintió las espuelas de su jinete en los primeros choques que despejaron el camino a la legión heroica para introducirla a la patria, que abría los ojos resplandecientes en que llameaba la aurora, él oyó el relincho del caballo de Rivera, cuando el que debía ser el héroe del Rincón y de las Misiones, vino a unir sus armas y su corazón al corazón y a las armas del jefe de los Treinta y Tres, él condujo a Lavalleja, bajo una lluvia torrencial, a deponer su espada ante la majestad de la ley, sin cambiarse sus ropas empapadas, y cubierto del barro del camino, en la memorable asamblea de la Florida, él oyó, relinchando de júbilo, el clarín de Sarandí, él salvó nuestras fronteras, y penetró con su jinete al corazón del territorio enemigo, para escuchar allí alborozado las dianas de Ituzaingó, y él nos lo ha conducido, señores, hasta aquí, vencedor no sólo del espacio, sino también del tiempo, vencedor de los desdenes, de las ingratitudes, de los envenenamientos de la historia, para que ese jinete de hierro estremezca nuestro corazón al desenvainar la espada de Sarandí, y al hacer rodar sobre nuestras cabezas, como un trueno musical, ese grito rechinante que brota de sus labios modelados por el fuego: ¡Carabina a la espalda y sable en mano!.
Al trote largo, de otro campo, se viene una manada, con su padrillo al frente, las orejas paradas y relinchando, pidiendo o exigiendo, -no se sabe-, su parte del festín.

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