Ejemplos con relato

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo soy quien me quedo con el sentimiento de no haberle disfrutado con fruición espontánea y sincera, sin pensar ni en la crítica ni en el público, dejándome llevar sólo por la magia del relato y por las dulces memorias que en mi espíritu evocaba.
Prosiguiendo, pues, sin más preámbulo el suspendido relato, encontramos ya a Periquito hecho fraile, es decir, a don Simón en Madrid con su carácter de diputado a Cortes, y a su familia acomodada con él en una de las principales calles, y no en la peor de sus casas.
Pero en aquel pueblo anticuado de León di con un facultativo de lo más moderno, un sabioapresurose a añadir Miranda viendo el gesto aburrido del prohombre, que temía el relato de la enfermedad.
Y, en resumen, ¿de Miranda, no se sabe nada, nada?preguntó oído el relato.
Pues volviendo a mi relato, fui a echar la carta al correo, y Miranda me siguió y me cogió del brazo y me llenó de denuestos, injuriándome mucho, y lo que sentí más, insultando a mi padre.
Cuando hubo pasado aquel momento de profunda emoción, el cura se apresuró a presentarme a dos personas respetabilísimas, sentadas cerca de nosotros y que no habían sido las que menos se conmovieran con el relato del maestro de escuela.
Hasta tal punto, que un amigo que me conoce me reprochaba una vez diciéndome que la lectura de los sucesos pasados iba a producir en mi espíritu una peculiar atonía, porque cualesquiera que fueran nuestros males, hojeando un libro de Historia, de cualquier pueblo, de cualquier época, encontraba en sus páginas el relato de una situación infinitamente peor.
Oíd el relato, hecho a tajos, de esa odisea milagrosa.
Pero, tíodijo dulcemente Sagrario, emocionada por el relato, yo no puedo hacer lo que ella, yo soy una infeliz, sin valor y sin voluntad.
Y entretenía a Gabriel con el relato de todas las tentativas de robo realizadas durante el siglo.
Era la historia de unos campos forzosamente yermos, que vi muchas veces, siendo niño, en los alrededores de Valencia, por la parte del Cementerio: campos utilizados hace años como solares por la expansión urbana, el relato de una lucha entre labriegos y propietarios, que tuvo por origen un suceso trágico y abundó luego en conflictos y violencias.
Luego pensé en la conveniencia de ensanchar este relato, un poco seco y conciso, haciendo de él una novela, y escribí LA BARRACA.
¿Y como cuántos cayeron?preguntaba el maestro al final del relato.
Y rodeada de todos los españoles, que atraídos por la curiosidad iban poco a poco acudiendo, la voluminosa señora comenzó el relato de sus infortunios De aquella hecha se llevaba la trampa a la España entera, la gente se escapaba de Madrid a bandadas, y no parecía sino que la trompeta del Juicio Final había sonado en la corte.
La duquesa le hizo callar de un abanicazo, y la López Moreno, llena de satisfacción al verse objeto del interés de todos, continuó el relato de su susto, un susto atroz, una barbaridad de susto El tren traía cuarenta y dos coches atestados de gente que iba a Biarritz, a San Juan de Luz, a Bayona, a cualquiera parte, con tal de pasar la frontera.
Al relato primitivo le quité su título de , empleándolo luego en otro de mis cuentos.
, seguiré este relato designándole con su nombre.
El episodio recuerda, hasta en el tono, un relato de Heine: aquella estatua feminizada por el musgo que el futuro poeta de los iba a besar, con una oscura congoja de Werther bisoño, en un rincón del parque familiar.
Otras muchas tonterías de este jaez cuenta Villalonga, las cuales no copio por no alargar este relato.
Entoncesdijo Ido, fatigado de aquel relato incoherente, y de aquel vocabulario grotesco, recogió usted a ese precioso niño.
Iba a seguir espetando el relato de sus cuitas políticas, pero Jacinta no le hizo caso.
Y Villalonga dio principio a su relato delante de Jacinta, pero en cuanto esta se marchó, el semblante del narrador inundose de malicia.
El coronel Iglesiasdijo Barbarita, que deseaba terminase el relato.
Según su relato, no había pecado, todo había sido pura equivocación, pero su marido, que era muy bruto y tenía la culpa, sí, él tenía la culpa, de las equivocaciones, o si se quiere, malas tentaciones de ella, la había metido allí sin andarse con rodeos.
Maxi, que oyera desde la alcoba algunas palabras de este relato, llamó, y doña Lupe lo repitió en su presencia, añadiendo:.
Don Evaristo González Feijoo merece algo más que una mención en este relato.
Fortunata parecía que estaba oyendo leer el relato más novelesco, según el interés y asombro que mostraba.
No interesaba a Jacinta aquel triste relato tanto como creía Nicanora, y viendo que esta no ponía punto, tuvo la dama que ponerlo.
Seguía el relato de la mística noche nupcial, de la conversión de Valeriano, del ángel que velaba a Cecilia para guardar su pureza, con el desenlace glorioso y épico del martirio.

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