Ejemplos con regocijos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estas fiestas duraban tres días y en el último las mujeres expulsaban del templo a los hombres y a los perros, permaneciendo ellas en él con las perras durante veinticuatro horas, transcurridas las cuales los hombres volvían al templo con grandes regocijos.
La Uvita es una población rica en manifestaciones culturales como sus afamadas ferias y fiestas agropecuarias, sus regocijos públicos con ocasión de la visita de la virgen del Tabor, la celebración de los aguinaldos y del año nuevo, la semana santa y las romerías a través del año, al Monte Tabor.
¡Bendita Navidad ésta que me reservaba la mayor dicha de mi vida, y es el haber encontrado a un discípulo del sublime Misionero, cuya venida al mundo se celebra hoy! Y yo venía triste, recordando las Navidades pasadas en mi infancia y en mi juventud, y sintiéndome desgraciado por verme en estas montañas solo con mis recuerdos! ¿Qué valen aquellas fiestas de mi niñez, sólo gratas por la alegría tradicional y por la presencia de la familia? ¿Qué valen los profanos regocijos de la gran ciudad, que no dejan en el espíritu sino una pasajera impresión de placer? ¿Qué vale todo eso en comparación de la inmensa dicha de encontrar la virtud cristiana, la buena, la santa, la modesta, la práctica, la fecunda en beneficios? Señor cura, permítame Vd.
Sus hembras manteníanse aparte, como hijas de un pueblo en el que la mujer vive aislada, sin participación en los regocijos públicos.
De la corte, de sus saraos y regocijos, había permanecido tan distante como en Sarrió.
Prometía la primera campañas parlamentarias nunca vistas, hacía esperar el segundo diversiones y regocijos jamás disfrutados, y unas y otros discutíanse y aun preparábanse en los salones de Currita, centro por aquel tiempo de los más importantes hombres políticos de la futura oposición dinástica, a la vez que de lo más , lo más de la alta sociedad madrileña.
Convocó a sus micos, reunió a sus íntimos y trazóse un plan encantador de fiestas, bailes y regocijos a beneficio todos de los heridos, entre los que había de llevarse la palma una famosa ideada por Currita, a imitación de la organizada en París por , en el teatro de la ópera, a beneficio de los inundados en Szegedin.
Así era, en efecto: tan penetrada estaba esta de su superioridad que ni por un momento dudó de ser elegida, y pareciéndole que tras del baile había de venir la presidencia, de manera tan lógica y fatal como tras de la noche viene el día, había ya comunicado varias órdenes al tío Frasquito, gran maestre de los micos de su guardia, y confiado a María Valdivieso aquella misma tarde, en el camino, varios de los mil regocijos caritativos que a beneficio de los heridos del Norte proyectaba, y sobre todo, una famosísima que había de producir millones y millones.
Las locuras y regocijos algo descompuestos de doña Manolita le chocaban de un modo atroz y siempre los estaba censurando.
¿Te aflige que yo me case? ¿Sientes el modo informal? ¿No lo comprendes bien, inocentona? ¿No caes en que ese bárbaro, egoistón, de Pepe Güeto, presume, y no sin razón, de ser un real mozo, y todo el furor que ha tenido y tiene aún contra mí, estriba en que anhelaba que yo me hubiese enamorado de él por lo triste y por lo serio, y me hubiese puesto a suspirar y a llorar, sin pensar más que en él y no en divertirme? ¿No ves que él se ha enamorado y que su rabia es que no me cree tan enamorada ni tan capaz de enamorarme, porque no hago pucheros y no aburro con lágrimas y sublimidades? ¿Y no calculas, por último, que yo le quiero también? Si no, ¿me casaría? Ya casada, vencido el natural encogimiento que debo guardar, le demostraré mi ternura, y le haré ver que hay un tesoro de ella en mi alma, aunque escondido entre burlas y alegrías, y cuando vea el tesoro, y le goce, y conozca que es suyo, y mejor que cuanto podía él soñar, ha de conocer que no es mi corazón de corcho sino de almíbar y jalea, y se ha de poner como jalea y como almíbar, y ha de bailar y reír de gusto, declarando y confesando que se compaginan bien los regocijos con el verdadero amor, y las risas con la ventura más seria y más grave en el fondo.
¡Felices tiempos aquellos! ¡Cómo varían las cosas! ¿Dónde están las alegrías de aquella época? ¿Dónde los infantiles regocijos? ¿A dónde se fueron las ilusiones rosadas, las mariposillas de la infancia? Ahora todo ha cambiado, no hay sueños para el alma, la frente, antes soñadora, tiene ya la palidez del primer dolor, ya probé las amarguras de la vida, y sé que sus dejos se quedan en los labios para siempre.
El capellán leía el en alta voz, y poblábase el ambiente de historias con sabor novelesco y poético: Cecilia, hermosísima joven e ilustre dama romana, consagró su cuerpo a Jesucristo, desposáronla sus padres con un caballero llamado Valeriano y se efectuó la boda con muchas fiestas, regocijos y bailes.
¡Para legua y media escasa! ¡Y con una tarde hermosísima! Apoyándose en un palo, dando tiempo a que anocheciese, deteniéndose a cada rato para recrearse mirando el paisaje, no tardó mucho en llegar al cerro que domina el caserío de Naya, tan oportunamente que vino a caer en medio del baile que, al son de la gaita, bombo y tamboril, a la luz de los de paja de centeno encendidos y agitados alegremente, preludiaba a los regocijos patronales.
Á do quiera que llegaban, él se llevaba el precio y las apuestas de corredor, y de saltar mas que ninguno: jugaba a los bolos y a la pelota estremadamente, tiraba la barra con mucha fuerza y singular destreza: finalmente, en poco tiempo voló su fama por toda Estremadura, y no habia lugar donde no se hablase de la gallarda disposicion del jitano Andres Caballero, y de sus gracias y habilidades, y al par desta fama corria la de la hermosura de la Jitanilla, y no habia villa, lugar ni aldea donde no los llamasen para regocijar las fiestas votivas suyas, o para otros particulares regocijos: desta manera iba el aduar rico, próspero y contento, y los amantes gozosos con solo mirarse.
Derramóse la alegría por toda la ciudad, de la cual dieron muestra aquella noche infinitas luminarias, y otros muchos días la dieron muchos juegos y regocijos que hicieron los parientes de Ricardo y de Leonisa.
Derramóse la alegría por toda la ciudad, de la cual dieron muestra aquella noche infinitas luminarias, y otros muchos dias la dieron muchos juegos y regocijos que hicieron los parientes de Ricardo y de Leonisa.
En el camino preguntó don Quijote al primo de qué género y calidad eran sus ejercicios, su profesión y estudios, a lo que él respondió que su profesión era ser humanista, sus ejercicios y estudios, componer libros para dar a la estampa, todos de gran provecho y no menos entretenimiento para la república, que el uno se intitulaba el de las libreas, donde pinta setecientas y tres libreas, con sus colores, motes y cifras, de donde podían sacar y tomar las que quisiesen en tiempo de fiestas y regocijos los caballeros cortesanos, sin andarlas mendigando de nadie, ni lambicando, como dicen, el cerbelo, por sacarlas conformes a sus deseos e intenciones.
Luz da el fuego y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan, y bien podría ser que nos abrasasen, pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas.
Finalmente, en poco tiempo voló su fama por toda Estremadura, y no había lugar donde no se hablase de la gallarda disposición del gitano Andrés Caballero y de sus gracias y habilidades, y al par desta fama corría la de la hermosura de la gitanilla, y no había villa, lugar ni aldea donde no los llamasen para regocijar las fiestas votivas suyas, o para otros particulares regocijos.
Saludos y regocijos.
Con el último indio que yo saludé, abracé y cargué gritando lo más fuerte que mis gastados pulmones lo permitieron ¡¡¡aaaaaaaaaaaa!!! se oyeron los postreros hurras y vítores de la multitud, que no tardó en desparramarse montando la mayor parte a caballo, entregándose a los regocijos ecuestres de la tierra, como carreras, rayadas , pechadas y piruetas de toda clase, por fin.
Por la misericordia de Dios, el presente año no estoy tan melancólico: mi alma se encuentra más tranquila, y para solaz y contentamiento de la vuestra voy a contaros en pocas palabras, no las amarguras de los soberbios, ingratos y rebeldes, sino los humildes regocijos que el Cielo otorga, en esta noche de amor y de misterio, a los pobres sin ambición, al pueblo de Madrid, a esos miles de familias, resignadas con sus afanes y privaciones, que dejan en este momento y sólo por algunas horas, la gloriosa cruz del trabajo y del infortunio para celebrar el nacimiento de aquel que había de hacer suya la cruz de todos los afligidos, de aquel que les dio fe, valor y fuerza para el sufrimiento, de aquel que redimió a los mansos, a los pobres de espíritu, a los que lloran, a los que han hambre y sed de justicia, a los que padecen persecuciones por defenderla, a los pacíficos, a los limpios de corazón, a los misericordiosos.
Asturias va a tener un príncipe, la nación le jurará sucesor al trono de su padre, Madrid previene regocijos, y ésta es precisamente la época de nuestra gloria, el feliz instante de nuestra resurrección.
Y aquel día en que la ciudad hervía en regocijos, ningún chiquillo diableaba por el arroyo, estarían con sus mamás en las calles por donde pasaban las músicas, por donde las tropas desfilaban.
Tales y parecidas cavilaciones me asaltan la mente cada vez que, obligado a ello por una irresistible exigencia de carácter, me detengo a contemplar con infantil curiosidad esos enjambres de niños que a las horas de paseo invaden las alamedas, y corren, y saltan, y gritan, y dan vida, gracia y armonías, como los pájaros al bosque, con sus regocijos y colores, a aquel monótono bamboleo de señores graves y de jovenzuelas presumidas, que recorren, arriba y abajo, el recto y empolvado arrecife, como tropa disciplinada en revista de comisario.
Era preciso que el pueblo gozase, a su vez, la parte que debía tocarle en tales regocijos, y para el efecto llamaba a algunos gaiteros y tamborileros, ponía una o dos pipas de buen vino a las puertas ele su casa, raciones de carne bien guisada y hogazas de pan, y el pobre no tenía más que llegar, llenar el vientre, beber su taza de vino, y.
Su nacimiento motivó grandes regocijos públicos.
Y este fue el único tropiezo que halló la marquesa de Montálvez aquel verano en el ancho, florido y dilatado campo de sus travesuras y regocijos de buen tono.
Para mayor contento suyo, los enfermos en cuyo auxilio iba, habíanse restablecido, y salieron a su encuentro con todos los colonos de la estancia, que gozosos de ver a su amada patrona, entregándose a los regocijos de prolongadas fiestas, en las que figuraban Feliza y sus compañeros, organizando carreras, cacerías y pescas.
Nosotros estaremos entre ellos, tomaremos parte en sus regocijos cuando regresemos a Buenos Aires, encontraremos nuestra bella morada pronta a recibirnos, y la dicha esperándonos a sus puertas.

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