Ejemplos con refugiaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Más adelante supo que había un lugar donde Scott se refugiaba, un sitio que le inspiraba las ideas que necesitaba para vivir, pero que también lo aterrorizaba.
Durante la Segunda Guerra Mundial, una partida de maquis formada por franceses y españoles se refugiaba en las antiguas minas de hierro de la Pinousa, situadas en la comuna Valmanya.
A continuación invadió Entre Ríos y, mientras su nuevo gobernador, brigadier Justo José de Urquiza, se refugiaba en Buenos Aires, se hizo nombrar gobernador.
Mientras Cullen se refugiaba en Santiago del Estero, Rodríguez del Fresno y el comandante Santiago Oroño huyeron a Uruguay.
Luego se producía el deductio, una simulación del secuestro de la novia por el novio: esta se refugiaba en los brazos de su madre, mientras el novio fingía que se la quitaba, todo acompañado con lamentos y lágrimas fingidas.
Carmencita tendió ansiosa los brazos a su padrino, y poco después se refugiaba en los de Rita hasta que doña Rebeca se hubo despedido.
Para suplir esta falta de ideas, don Matías se refugiaba en las anécdotas.
El vecindario se refugiaba en ellas cuando las humaredas de los vigías avisaban un desembarco de piratas de Argel.
Era Duhamel un vejezuelo chico y apergaminado, en quien la vida se refugiaba en los ojos relucientes y perspicaces.
Y la mujer se refugiaba entre las de su sexo, sin más diversiones que el visiteo y el exhibir trajes y alhajas para envidia de las compañeras, pues hasta la faltaban ocasiones de lucir su riqueza.
Los dos mayores, abandonando a Pascualet, que se refugiaba lloriqueante detrás de un árbol, agarraban piedras y entablábase una batalla en medio del camino.
¡Vanos propósitos! ¡Empeño inútil! Me refugiaba yo en el recuerdo de Angelina, como en un puerto salvador, me repetía una y mil veces cuanto ella me había dicho, sus palabras más tiernas, sus frases más doloridas, las expresiones que más hondamente habían penetrado en mi corazón, y cuando me creía victorioso y alardeaba de haber triunfado en mí mismo, la voz de Gabriela, el eco de su piano, el ruido de su falda, el aroma de sus vestidos, cualquiera cosa suya me hacía estremecer, y me sentía débil como un niño, impotente para resistir una mirada, la más indiferente, de sus ojos azules.
Medio Madrid tenía en la cabeza la imagen de aquella viejecilla sonriente, vivaracha, amarillenta, vestida de color de tabaco, con traje de moda atrasadísima, que huía de los ómnibus, que se refugiaba en los portales, y hablaba cariñosa y con mil gestos a la multitud que no se paraba a oírla.
Dorotea seguía aturdida: cada vez que le era posible se refugiaba en la soledad de su cuarto, allí iba a buscarla Dagiore, con sus abrazos y sus besos de fauno lascivo.
Más sereno el boticario, lo contuvo a tiempo, mientras que Dorotea se refugiaba en el interior de su casa.
Era su deseo, que al sentirse impotente, se refugiaba en esperanzas fantasmagóricas.
Entonces se creía bien desgraciada: no podía descender sin dolor de las esferas fantásticas que pintaban sus libros a las necesidades prácticas de su hogar, y en vez de tratar de poner orden en los negocios de la casa, se refugiaba despechada en el silencio de la sala.
Así como en la infancia se refugiaba dentro de su fantasía para huir de la prosaica y necia persecución de doña Camila, ya adolescente se encerraba también dentro de su cerebro para compensar las humillaciones y tristezas que sufría su espíritu.
No teniendo a quien comunicar sus penas, Lucía se refugiaba en el seno de Dios y oraba en fervorosas plegarias.
Había a la sazón en dicha playa, y lo hay todavía, un templo, dedicado a Hércules, asilo tan privilegiado al mismo tiempo que el esclavo que en él se refugiaba, de cualquier dueño fuese, no podía ser por nadie sacado de allí, siempre que dándose por siervo de aquel dios se dejase marcar con sus armas o sello sagrado, ley que desde el principio hasta el día se ha mantenido siempre en todo su vigor.
Mudo, paralizado de terror, el vecindario se refugiaba en sus casas atrancando las puertas.
Se le paseó de balneario en balneario, se le arrastró de sanatorio en sanatorio, de playa en playa, de altitud en altitud, se le sometió a rigores espartanos, y, como quiera que la ciencia afirmaba que a veces el dolor despierta y fortifica, se llegó al extremo de azotarle con unas varitas delgadas, iguales a las que sirven para batir la crema, mientras la madre, que no quería presenciar la crueldad, se refugiaba en un cuarto interior, tapándose con algodón los oídos.
Neira, con los ojos fruncidos para ver mejor, se colocó de un salto fuera de este círculo en que alevosamente le podían matar como un perro, pensando en defender su espalda y ese pedazo de su corazón que tras de ella se refugiaba llorando a gritos.
El Demonio de los Andes echó la zarpa encima a los principales conjurados, y encomendó a Betanzos que, pues él conocía el sitio donde se refugiaba Perdomo, fuese con cuatro hombres de su confianza y, muerto o vivo, lo trajese a Chuquisaca.
Allí se refugiaba el empresario en las situaciones difíciles y allí estaba.
El hombre sin cultura, no es más que la insignificante bestia que huía de la erupción y se refugiaba en la cueva.
Su agitación era tal que sacudió una de las ramas del árbol bajo el cual se refugiaba.
En lugar de ser una modesta casilla holandesa con un jardín, se erguía ahora audazmente, en mitad de la avenida, la casa más grande de la vecindad, pues Wolfert la había ensanchado con dos alas, una a cada lado, y una cúpula, que servía de cuarto para tomar el té, donde él se refugiaba para fumar su pipa en los días de verano.
Allí maldecíamos de nuestra suerte, allí don Gaetano se refugiaba a veces para meditar sombrío en las desazones que trae consigo el matrimonio.

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