Ejemplos con raro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De la zona profunda, negra y dormida de la memoria, laguna Estigia de nuestra alma, en donde se han ido sumiendo los afectos y las imágenes de antaño, se levantan, de raro en raro, inesperadamente, viejas voces y viejos rostros familiares, a manera de espectros sin corporeidad.
De raro en raro, abríase un corto paréntesis, en las líneas de la página, que se correspondía con alguna reunión pública del Círculo republicano, en que Belarmino pronunciaba discursos tremendos.
Han oído: un filósofo, y se han dicho, pues vamos a verlo, será un bicho raro.
Sólo de raro en raro se detenía a murmurar, con acento de quejumbre: ¡Qué envidia me dais, tortolines! Pero no caigáis en soberbia o egoísmo, que no sois solos en el mundo.
Nunca ha sido tan intrépido el estilo de Pereda, tan grande la fuerza plástica de su lenguaje, y ese raro poder de asimilación que Dios le concedió para que se hiciera íntimo de todo hilo de luz, de toda hebra de maíz, de todo zumbido de insecto, de todo rielar del agua.
Mi queridísimo amigo y pariente: Como sé que también lo eres del señor regente de la Audiencia de este territorio, y que es raro el paso que da en el cumplimiento de sus altos deberes sin oír tu dictamen, espero que le recomiendes con todo empeño la pronta y favorable resolución del pleito que pende ante aquélla, contra don Jeromo Cuarterola, de esta vecindad, y persona de todo mi aprecio, sobre un supuesto contrabando.
Como si por un raro don de receptividad inmediata, frecuente en los duólogos íntimos e intensos, don Guillén hubiera trasegado en su cabeza mi pensamiento, dijo:
¿Dónde había visto a aquel pájaro raro? Gabriel notó su esfuerzo por concentrar la memoria, y evitó el ser examinado, volviéndose de espaldas para mirar con falsa atención un retablo colocado en una pilastra.
Allí había ido él muchas veces por sus asuntos, y allá iba ahora, a ver si el demonio era tan bueno que le hacía tropezar con el amo, el cual raro era el día que no inspeccionaba con su mirada de avaro los hermosos árboles uno por uno, como si tuviese contadas las naranjas.
Raro duelo, en verdad, sin padrinos, sin testigos, sin nadie que haya sabido jamás de él sino aquel doloroso resultado.
Mi hermano es un ente raro, un extravagante, que pudiendo estar bien con los suyos, prefiere vivir casi solo en aquella casa, contando sus miles de duros y adorándolos como si los hubiera de llevar a la fosa.
Doña Manuela buscó lo más raro y costoso del Mercado: tres pares de perdices, que bailoteaban con descoco dentro de una jaula, mostrando sus polonesas encarnadas.
Esto de que le mirasen como un pájaro raro no estaba en su carácter, pero tenía miedo a Manolita y a los iracundos pellizcos con que acogía sus desobediencias.
se moría de una enfermedad extraña, de un nombre raro que Nelet no podía recordar, pero lo cierto era que estaba ya en la agonía.
David, con corona de latón, barba de crin y el floreado manto barriendo los adoquines, avanzaba pulsando los bramantes de su arpa de madera, Noé, encorvado como un arco, apoyado convulsivamente en su bastoncillo, enseñaba el palomo que llevaba en su diestra a aquella muchedumbre que reía locamente ante esta caricatura de la vejez, detrás venía Josué, un mozo de cordel vestido de centurión romano, apuntando con una espada enmohecida a un sol de hoja de lata y caminando a grandes zancadas como un pájaro raro, y cerraban el desfile las heroínas bíblicas, las mujeres fuertes del Antiguo Testamento, que salvaban al pueblo de Dios cortando cabezas o perforando sienes con un clavo, representadas todas ellas por mancebos barbilampiños, embadurnadas las mejillas con albayalde y bermellón y vestidos con trajes de odaliscas.
Ciertas mañanas, llegaba muy contento a la hora de comer, sus hermanas le oían cantar paseando por las habitaciones, y ¡caso raro! él, tan despreocupado en materias de adorno, enfadóse dos veces porque le planchaban mal las camisas, y pidió seriamente a la mamá que le comprase una corbata, pues la que llevaba era un asco, de deshilachada y mugrienta.
El gran tenor y sus triunfos figuraban en todas las conversaciones, y al fin, el pobre muchacho cayó en la tentación, no de oír el de Verdi, sino de ver el bicho raro que abriendo la boca se tragaba cinco mil francos de una sentada.
Demasiado bueno, si se tenía en cuenta el carácter raro del que estaba allá dentro.
¡Vaya un señor raro el tal don Juan! Para él no existían teatros ni diversiones.
El sombrero de copa da mucha respetabilidad a la fisonomía, y raro es el hombre que no se cree importante sólo con llevar sobre la cabeza un cañón de chimenea.
Pero lo más raro de todo es que cuando vemos un burro, lo que menos pensamos es que de él salen los tambores.
Raro era el día que no echaban los periódicos un extraordinario anunciando batallas, desembarcos de armas, movimientos de tropas, cambios de generales y otras cosas que por lo común daban pie a inacabables comentarios.
¡Pero qué hombre más raro, y qué manera de querer!pensaba Fortunata.
Evaristo gran regocijo oyéndola, a veces verdadero terror, pero de todas estas sesiones salía al fin con impresiones de tristeza, y pensaba así: Si hubiera caído antes en mis manos, si yo la hubiera cogido antes, todas esas ignominias se habrían evitado ¡Qué lástima, compañero, qué lástima! Y lo más raro es que después de tanto manosear hayan quedado intactas ciertas prendas, como la sinceridad, que al fin es algo y la constancia en el amor a uno solo.
Con tal claridad veía a Guillermina como si la tuviera delante, pero lo raro no era esto, sino que se le parecía también a Napoleón, como Mauricia la Dura.
¡Mi conciencia! esto sí que es raro se lo cuento a usted como pasó no se me alborotaba cuando cometía yo aquellos pecados tan refeos Le diré a usted más, aunque se horrorice mi conciencia me aprobaba vamos al caso, me decía una cosa muy atroz, me decía que mi verdadero marido.
No dijo nada la señorita, no hizo más que sonreír de un modo que significaba: ¡Qué raro verme aquí!.

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