Ejemplos con rapidez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La señora me cogió por la mano, y al cruzar frente a Patón, que se había puesto más tieso, sacaba más el hocico y parpadeaba con rapidez, le dijo: ¿Eres tú el que elige mis invitados? Me atrincheré, acurrucado en un rinconcito, debajo de una palmera, y como se suele decir, no perdí ripio de cuanto ante mí tenía.
Volviose Lucía con la rapidez de un muñeco de resorte, y batiendo palmas, gritó como una loca:.
Al subir ellos al tren, caía la tarde y el sol descendía con la rapidez propia de los crepúsculos del otoño.
Artegui llamó a Lucía, que alzando la cortina a su vez, echó el cuerpo fuera, hasta que una revuelta del camino y la rapidez del tren borraron el cuadro.
, y me parece admirable la rapidez con que Vd.
Y en el punto en que salió Sol, y con rapidez tal que pareció a todos cosa artística, tomó el ramo Pedro Real, lo deshizo de modo que las camelias cayeron al suelo, casi a los pies de Sol, y dijo, como si no quisiera ser oído más que del amigo que tenía al lado: Puesto que no es de quien debe ser, que no sea de nadie.
La constante difusión de las luces, el espíritu incansable e investigador del siglo, la rapidez y la facilidad en las comunicaciones, la escuela, el libro, la prensa y la tribuna, han eliminado esas eminencias, cúspides de la humanidad.
Esta moral, inventada por los grandes capitalistas, abusa de la ciencia, afirmando que los cuerpos sólo viven sanos dedicándose al trabajo y que la inacción es mortal, pero se callan lo que la ciencia añade, o sea que el trabajo excesivo destruye a los hombres con una rapidez infinitamente mayor que si viviesen en holganza.
Va por la inmensidad, arrastrándonos, marcha hacia lo desconocido, sin tropezar con otros cuerpos, encontrando siempre espacio para caer con una rapidez cuyo cálculo da vértigos, y esto dura miles y millones de siglos, sin que él y la Tierra, que le sigue en su fuga, pasen dos veces por el mismo sitio.
Su rapidez era insignificante comparada con las distancias de la inmensidad.
Había sembrado en ellos su pensamiento, queriendo acelerar la cosecha, y como en los cultivos forzados y artificiales, que crecen con asombrosa rapidez para no dar más que frutos corrompidos, el resultado de su propaganda era la podredumbre moral.
Parecíale que sus hortalizas crecían con menos rapidez que las de los vecinos, quiso él solo cultivar todas las tierras, trabajaba de noche a tientas, el menor nubarrón de granizo le ponía fuera de sí, trémulo de miedo, y él, tan bondadoso, tan honrado, hasta se aprovechaba de los descuidos de los labradores colindantes para robarles una parte de riego.
La aflicción del niño había desaparecido, con esa dichosa rapidez con que se suceden en la infancia emociones a emociones.
Era una exhalación, una sombra blanca que no llegaba a fijarse por su rapidez en los turbios ojos de los parroquianos de.
Las mujeres, sabedoras de lo ocurrido gracias a la pasmosa rapidez con que en la huerta se transmiten las noticias, salían al camino para ver de cerca al bravo marido de Pepeta y compadecerle como a un héroe sacrificado por el interés de todos.
¡Vaya una gracia la de aquella chica! Cogía las servilletas adamascadas, rígidas por el planchado, y las doblaba caprichosamente con una rapidez de prestidigitador.
No supo si había dormido o si el tiempo pasó con extraordinaria rapidez, lo cierto fue que al apartar las ardientes manos mojadas en lágrimas y erguir su cabeza, vio que era de noche.
Le sorprendió la rapidez con que había transcurrido el tiempo y continuó su camino, dispuesto a vagar sin rumbo fijo, pero los grupos de gente que siguiendo el pretil marchaban en la misma dirección le arrastraron, haciendo que insensiblemente se encaminara a la feria de la Alameda.
No conocemos escritor compatriota que disponga de una forma más ductil y exacta para expresar de pronto y con rapidez pensamientos más distintos.
Si la pereza del trabajo material no se apoderase de nuestra mano, citaríamos en montón trozos de riquísima prosa, en que con la rapidez del relámpago pasa una idea brillante, una observación cáustica, un gemido seco, una alegría infantil, sobre el tranquilo reposo de un periodo, ajeno a tales sensaciones por el objeto que describe o el sentimiento que analiza.
Y siguió relatando con rapidez aquella página fea, deseando concluirla pronto.
Grande fue el asombro de Fortunata aquella noche cuando vio que Maximiliano sacaba puñados de monedas diferentes, y contaba con rapidez la suma, apartando el oro de la plata.
No, no, recíbele todo lo que quierasdijo él variando de táctica con la rapidez del genio.
Cogió la cesta, y bajándola a su casa con toda la rapidez que le permitían sus piernas no muy fuertes, azorado como ladrón o contrabandista, volvió a subir y se aproximó a la enferma, mirándola tan de cerca, que casi se tocaban cara con cara.
Todas las ofícialas corrieron espantadas al auxilio de su jefe, pero por pronto que acudieron, no fue posible impedir que Fortunata, empuñando su llave con la mano derecha, le descargase a la otra un martillazo en la frente, y después, con indecible rapidez y coraje, le echó ambas manos al moño y tiró con toda su fuerza.
Obedecía a un empuje superior a su voluntad, cuando se lanzó hacia ella con la rapidez y el salto de un perro de presa.
Y los síntomas de decadencia aumentaban con rapidez aterradora.
Pañuelo a la cabeza, mantón bien recogido sobre los hombros, y a la calle Salió con rapidez y determinación, como quien sabe a dónde va y obedece a uno de esos formidables impulsos en línea recta que conducen a toda acción terminante.
De pie, con las manos en los bolsillos del pantalón, mapamundi de remiendos, y moviendo con risible rapidez nariz y boca, que tenía de color de unto rancio, aguardaba a que le pidiesen algún nuevo episodio tan verosímil como el de la liebre, pero ahora el turno le correspondía a don Eugenio.
Perucho alzó hasta la boca un pie, luego otro, y así alternando se pasó un rato regular, sus besos hacían cosquillas a la niña, que soltaba repentinas carcajadas y se quedaba luego muy seria, pero que en breve empezó a sentir el frío, y con la rapidez que revisten en los niños muy chicos los cambios de temperatura, los piececillos se le quedaron casi helados.

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