Ejemplos con quincalla

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otro comerciante importante del Mercado era JUAN SANTIAS, que en su botiga tenía géneros textiles de todo tipo y calidad, como rasos lisos y rayados, felipichi o pana lisa y de flores, igualmente vendía productos alimenticios y algo de quincalla como persianas regulares y matizadas, y abanicos.
Diego Dueso tenía pocos géneros ultramarinos, algunos comestibles y quincalla como estaño o hilo de hierro.
Josef Campo, importante comerciante de tejidos variados de lana, algodón y lino de Flandes, también vendía quincalla como botones de metal o asta, peinecillos para el pelo y pendientes, siendo uno de los pocos que tenía abanicos de madera, de hueso o de plumas, igualmente tenía productos alimenticios en su tienda.
Como quincalla se consideraban las hebillas, cruces, corazones, medallas, agujas de coser o del pelo, alfileres, clavos para carro, cascabeles, cuerdas de monocordio, persianas, dedales de hierro y de latón o hilo de hierro, entre otras cosas.
Los géneros sujetos a impuesto se pueden clasificar en tres grandes grupos: el alimenticio, el textil y la quincalla.
y continuaba por espacio de otros doce días, vendiéndose en ella hierro labrado y quincalla, ampliándose posteriormente a otros géneros.
El torero Juan Belmonte nació en la calle Feria donde su familia tenía una quincalla.
Y mezclados con este rebaño femenino comen varios muchachos alemanes, rubios, orejudos y de mandíbula fuerte, niños tímidos que al hablar se cuadran como reclutas, lo que no les impide meterse América adentro a difundir valerosamente la quincalla de Hamburgo y de Berlín, en mula, en piragua o a pie, llevando el muestrario a la espalda lo mismo que una mochila.
Cuando entró de nuevo en el Saloncillo, grandemente perturbados halló a sus cotidianos tertulios con la nueva que acababa de traer Severino el de la tienda de quincalla: ¿No saben ustedes lo que pasa, señores? Todos se levantan y le cercan.
El lugarteniente de don Mateo en todos los festejos era Severino, el de la tienda de quincalla.
De la costa argelina nos traía tabaco, licores, telas, quincalla y otras mercancías vigiladas por nuestros aduaneros.
Algunas ventanas con vidrios empañados servían de escaparates, exhibiendo zapatos o quincalla oxidada y vieja, restos de saldos de la villa, enviados a las minas donde todo se compra sin protesta malo y caro.
Primeramente tuvo un cajón de casquería en la plaza, y después puso tienda de quincalla iba a todas las ferias con un sin fin de arcas llenas de baratijas, y armaba tiendas.
Fregar en tabernas, donde tenía las propinas por salario, ayudar a un chulo a vocear quincalla, recoger y vender colillas, dormir en los quicios de las puertas: esta existencia llevó por espacio de unos cuantos meses, sucio, descalzo, desarrapado, hambriento y ostentando por entre los desgarrones de la camiseja el pecho dorado y fuerte como un bronce antiguo.
El regreso a los Pazos fue animado por comentarios y bromas acerca de las visitas: hasta Julián dio de mano a su formalidad y a su indulgencia acostumbrada para divertirse a cuenta de la mesa escotada y del almacén de quincalla que la señora jueza lucía en el pescuezo y seno.
Quieren que el pabellón inglés ondee en todos los mares, cuidándose mucho de que sea respetado, pero siempre que hablan de la dignidad nacional, debe entenderse que la quincalla inglesa es la mejor del mundo.
En dicho portal, bastante espacioso para que entraran por él las enormes carrozas de su primitivo señor, tenía su establecimiento un memorialista, secretario de certificaciones y misivas, y en el mismo portal, un poco más adentro, estaban los almacenes de quincalla de un hermano de dicho memorialista, que había venido de Ocaña a la Corte para en el comercio.
Este último era el más inteligente de los cuatro, se ocupaba en importar géneros y quincalla de Europa, que vendía a plazos a mercaderes de la plaza.
Dentro guardan el acopio de géneros y baratijas, y al frente, bajo los arcos de piedra, exponen lo que se entiende por quincalla en unas vidrieras o muestrarios portátiles, que descansan sobre una especie de tijeras.
¿Qué tiene que ver que al señor Barinaga, al bueno de don Santos, se le haya metido en la cabeza que su comercio de quincalla y cera va a menos por una competencia imaginaria que, según él, le hace el Provisor? ¿Qué tiene que ver eso, alma de cántaro, con que el bazar, como lo llama, de La Cruz Roja, tenga sótanos y el Magistral sea comerciante aunque lo prohíban los cánones y el Código de comercio? Sea usted liberal, que eso no es ofender a Dios, pero no sea usted un boquirroto y mire más lo que dice.
¿No es usted otro libelo infamatorio con lengua y pies -que viera yo cortados- de los muchos que sacrifican la honra del Magistral? Pues si don Santos le maldice porque le roba los parroquianos de su tienda de quincalla, usted le aborrecerá por lo de la usura, ¿quién es tu enemigo?.
Bien sabía que les atribuía a él y a su madre la ruina del comercio de quincalla de que vivía, pero ¿quién hacía caso de un miserable, víctima del aguardiente?.
Dantés contempló estos diferentes objetos con la misma curiosidad con que en las tiendas de quincalla de Marsella había examinado otras veces las chucherías construidas por los salvajes, y traídas de los mares del Sur por marinos aventureros.
¿Te parece poco, infeliz Nación, te parece vano, retórica de quincalla, de la de a dos cuartos la pieza? Pues allá va otra cosa: ¡Moralidad! Esto sí que es bonito.
Para pagarle a Samper toda aquella quincalla fina, tuviste que hipotecar dos dehesas.
En dicho portal, bastante espacioso para que entraran por él las enormes carrozas de su primitivo señor, tenía su establecimiento un memorialista, secretario de certificaciones y misivas, y en el mismo portal, un poco más adentro, estaban los almacenes de quincalla de un hermano de dicho memorialista, que había venido de Ocaña a la Corte para hacer carrera en el comercio.
El Presidente se había quedado dormido, algunos senadores de la clase episcopal habíanse entregado también al buen Morfeo, con la mitra calada hasta los ojos, y otros, que vestían armadura completa, hacían con el frecuente mover de los brazos impacientes un ruido de quincalla que distraía al orador.
Si al salir de casa encontraba usted un sereno con un ojo borrado, los cristales de un café hechos trizas, las puertas de una taberna fuera de quicio, cambiados los letreros de las tiendas de una calle, de modo que sobre una botica se leyese, por ejemplo: Quincalla y clavazón, y sobre una ferretería Almacén de comestibles, si con algo de esto, o con todo ello junto, o con mucho más, se encontraba usted, repito, al salir de su casa, y preguntaba por los autores de las fechorías.
Don Elías, dueño de varias fábricas de quincalla y del mejor bazar de la calle de Atocha, había perdido la cuenta del tiempo que llevaba cortejando a la desdeñosa Regina, hija de doña Andrea, la directora del colegio de niños de la plazuela de Santa Cruz.
fardo de quincalla.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba