Ejemplos con pícaro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sé que al pícaro don Pedrito le gustaba la niña, que se veían a menudo en vacaciones, y hasta que le escribía desde el Seminario, pero, la verdad, no creí que iba a perder el sentido hasta ese punto.
Y entonces, como en el parque, volvía a su mente la idea secreta, el deseo de la muerte, y pensaba entre sí que era más dichosa la difunta, acostada en su ataúd cubierto de flores, tranquila, sin ver ni oír las miserias de este pícaro mundoque rueda, y rueda, y con tanto rodar no trae nunca un día bueno ni una hora de dichaque ella viva, obligada a sentir, pensar y obrar.
Ya sabía el pícaro lo que se hacía.
¡Es un pícaro, Butrón, un pícaro! No diré yo que sea un converso, pero es un catecúmeno que por primera vez se pone hoy nuestra enseña.
Bien se lo merece, porque, al fin, si alguna falta cometió, tuvo en este pícaro mundo su purgatorio.
Pero, como todo se sabe al fín en este pícaro mundo, la ciencia ha demostrado ya de una manera palmaria que toda la originalidad de los cometas consiste en que, describiendo curvas de idéntica naturaleza a la de todos los planetas inofensivos, tienden, con una fuerza todavía incalculable, a prolongar todo lo posible la duración de sus revoluciones.
, todo ello con anterioridad a los tiempos actuales, en que he venido a ser un poquito y otro poquito en la villa de Valdemoro, de donde hace pocos meses me nombró , en letras de molde, mi pícaro y buen amigo Alfredo Escobar, con gran asombro de las personas que todavía me tomaban por un muchacho.
Llegó a creer que encenegándose mucho se vengaba de los que la habían perdido, y solía pensar que si el pícaro Santa Cruz la veía hecha un brazo de mar, tan elegantona y triunfante, se le antojaría quererla otra vez.
¿Por qué la despreció cuando la tuvo como era, y la solicitaba cuando se volvió muy distinta de lo que había sido? El pícaro ideal, ¡ay!, el eterno Y la pobre Jacinta, a todas estas, descrismándose por averiguar qué demonches de antojo o manía embargaba el ánimo de su inteligente esposo.
El pícaro del Delfín hacía beber a Aparisi y a Ruiz para que se alegraran, porque uno y otro tenían un vino muy divertido, y al fin consiguió con el lo que con el Jerez no había conseguido.
Ella había heredado la aplicación de la palabreja, que ya le disgustaba por ser como desecho de una pasión anterior, un vestido o alhaja ensuciados por el uso, y expresó su disgusto dándole al pícaro de Juanito una bofetada, que para ser de mujer y en broma resonó bastante.
El miedo, el pícaro miedo era su principal enemigo.
Pero en este pícaro mundo, se llega hasta donde se puede, y el que, impulsado por el querer, va más allá del poder, cae y se estrella.
Pero lo que principalmente me trae descompuesto ahora es un pícaro mal de estómago debilidad, dicen que es debilidad Tengo que comer muy a menudo y muy poca cantidad esta es la cosa Es efecto del excesivo trabajo ¡qué le vamos a hacer! Al llegar esta hora se me pone aquí un perrito lo mismo que un perrito que me estuviera mordiendo.
Oyó primero patadas y gritos de mozos que subían baúles, después la voz de su hermano Juan Pablo, y lo mismo fue oírla, que sentir renovado en su alma aquel pícaro miedo que parecía vencido.
Él era sencillo como la paloma, sólo que en este pícaro mundo también se necesita ser cauto como la serpiente.
Volvíme a Sevilla, como dije, que es amparo de pobres y refugio de desechados, que en su grandeza no solo caben los pequeños, pero no se echan de ver los grandes: arriméme a la puerta de una gran casa de un mercader, hice mis acostumbradas diligencias, y a pocos lances me quedé en ella: recebiéronme para tenerme atado detras de la puerta de dia, y suelto de noche: servia con gran cuidado y diligencia, ladraba a los forasteros y gruñia a los que no eran muy conocidos: no dormia de noche, visitando los corrales, subiendo a los terrados, hecho universal centinela de la mia y de las casas ajenas: agradóse tanto mi amo de mi buen servicio, que mandó que me tratasen bien, y me diesen racion de pan y los huesos que se levantasen o arrojasen de su mesa, con las sobras de la cocina, a lo que yo me mostraba agradecido, dando infinitos saltos cuando veia a mi amo, especialmente cuando venia de fuera, que eran tantas las muestras de regocijo que daba, y tantos los saltos, que mi amo ordenó que me desatasen y me dejasen andar suelto de dia y de noche: como me vi suelto, corrí a él, rodeéle todo, sin osar llegarle con las manos, acordándome de la fábula de Esopo, cuando aquel asno tan asno, que quiso hacer a su señor las mismas caricias que le hacia una perrilla regalada suya, que le granjearon ser molido a palos: parecióme que en esta fábula se nos dió a entender que las gracias y donaires de algunos no están bien en otros: apode el truhan, juegue de manos y voltee el istrion, rebuzne el pícaro, imite el canto de los pájaros, y los diversos gestos y acciones de los animales y los hombres el hombre bajo que se hubiere dado a ello, y no lo quiera hacer el hombre principal, a quien ninguna habilidad destas le puede dar crédito ni nombre honroso.
—La justicia de Dios y del rey venga sobre aquel ladron desuellacaras, sobre aquel cobarde bajamanero, sobre aquel pícaro lendroso, que le he quitado mas veces de la horca que tiene pelos en las barbas: desdichada de mí, mirad por quién he perdido y gastado mi mocedad y la flor de mis años, sino por un bellaco desalmado, facinoroso é incorregible.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba