Ejemplos con propio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde aquel punto, el propio conde llevó las cuentas y administración de sus bienes.
El dolor ajeno lo siente como dolor propio, el dolor propio lo multiplica por todos los dolores ajenos, y así en el dolor propio como en el ajeno experimenta el contacto de esta y aquella brasa de la gran hoguera que es el dolor universal, el drama de la vida.
Seas Belarmino, seas su cuerpo astralprosigue Apolonio, en expansión irresistible de amor propio vejado, te advierto que es verdad que padezco del estómago, que el agua de Vichy que siempre he bebido era agua de Vichy auténtica, que ahora no venía a llenar de agua la botella, sino a lavarla, porque la necesito para meter agua de Colonia, ya que debo emprender en seguida un largo viaje.
El duque no volverá a encontrar un servidor político tan humilde y, al propio tiempo, tan osado.
Estaba riéndose para sí, como ante una visión cómica y tierna al propio tiempo.
En cuanto a la última sentencia, el propio Belarmino la vertió al habla vulgar, a instancias del señor Colignon, que preguntó:.
Belarmino, con el tecnicismo de su inventiva, había dicho, traducido al pie de la letra: Fuera de la zapatería, e inscripto en el círculo de mi ortodoxia, que así puede llamarse círculo como cuadrado, puesto que la ortodoxia es la conciliación de los contrarios, soy fanático, y aún más, incendiario violento, pero fuera de mi centro propio y dentro de la zapatería, soy indiferente.
Era muy penetrativo el zapatero, rápido en percatarse del mecanismo y expresión de pasiones y afectos, pero como al propio tiempo su bondad aventajaba aún a su penetración, cuando sospechaba un sentimiento ajeno de hostilidad o mofa, rehuía darse por enterado.
El Arte vivifica las cosas, las exime de su coordinación concreta y de su finalidad utilitaria: las hace absolutas, únicas y absurdas, las satura de esa contradicción radical que es la vida, puesto que la vida es al propio tiempo negación y afirmación de la muerte.
Haz que otras dos personas la vean al propio tiempo, desde ángulos laterales contrapuestos.
¿Qué era aquel hombre que ante mí estaba, deglutiendo y raciocinando al propio tiempo, masticando y discurriendo, con tanta frialdad, escrúpulo y elegancia, vestido como un hombre de sociedad, sin una insinuación sensible del estado eclesiástico a que pertenecía, y que, de vez en vez, según hablaba, se asía con la mirada al retrato de una mujer a quien él mismo había empujado a la anónima sima prostibularia? ¿Qué era aquel hombre? ¿Un hedonista? ¿Un incrédulo? ¿Un hipócrita y un sofista, para consigo mismo y los demás? ¿Un desengañado? ¿Un atormentado? Lo que menos me interesaba era la explicación que me había ofrecido.
Sabemos ya que don Simón, aunque muy halagado con la importancia que le concedía su propio cargo en las altas regiones en que éste pesaba algo, no estaba satisfecho.
Es preciso, pues, llevar al Parlamento hombres de recta voluntad, de posición, hombres verdaderamente, ¿cómo lo diré más claro?, hombres, en fin, contingentes, que no vayan allí a hacer su propio negocio, sino la felicidad de los pueblos.
Cuando al filósofo le llega la hora de su drama, su drama es tan intenso que siente como que se destruye, no ya su propio corazón, sino todo el universo, y nada existe ya.
El joven posee deseos vastos, quiere poner orden y luz en las cosas, un orden suyo, a la luz que de su propio corazón dimane.
Polus, actor griego, cuéntase que, representando , de Sófocles, sacó a escena la urna con las cenizas de su propio hijo, porque el sentimiento de su dolor fuese sincero y comunicativo.
Pepeta, insensible a este despertar que presenciaba diariamente, seguía su marcha, cada vez con más prisa, el estómago vacío, las piernas doloridas y las ropas interiores impregnadas de un sudor de debilidad propio de su sangre blanca y pobre, que a lo mejor se escapaba durante semanas enteras, contraviniendo las reglas de la naturaleza.
Ya alcanzaba a contemplar su huerto, ya se reía del miedo pasado, cuando vió saltar del bancal de cáñamo al propio , y le pareció un enorme demonio, con la cara roja, los brazos extendidos, impidiéndole toda fuga, acorralándolo en el borde de la acequia que corría paralela al camino.
No, no está su envidiable superioridad en los respetos sociales, ni en la estimación pública, que, aunque aparente y mentida, es poderoso elemento de felicidad, porque hace que todos les guarden consideraciones y respetos, ni está en la tranquilidad de una vida sin afanes,que también los tiene el rico, y grandes y terribles,sino en la noble entereza que les da el dinero para rechazar los ultrajes, para no pedir a nadie favores ni indulgencia con mengua del propio decoro.
Cuando solemos encontrarnos con seres mezquinos, con almas degradadas, para las cuales el respeto propio es vana palabra, que si llega a los oídos no conmueve el corazón, ni tiñe de rojo las mejillas, decimos: ¡Alma de esclavo! Y sin quererlo pensamos en una vida de miseria que envileció el carácter y encanalló el espíritu.
Hería mi vanidad en lo más vivo, lastimaba mi amor propio, y provocaba mi cólera.
Arrojado de todas partes por fuerza superior o por su propio hastío, no tenía más recurso que ir a casa de su tía, donde le esperaban:.

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