Ejemplos con profanadores

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero parcialmente han sido destruidas sin contemplaciones por profanadores y cuando este lugar se convierte en laime de papas poco a poco son destruidos, mueven y toman las piedras de las ruinas para construir sus cercos y otros cultivan en las mismas ruinas.
Cupaymana es un cerro de poca altitud en cuya cima hay vestigios de un centro ceremonial que ha sido destruido por completo, tanto por los colonizadores españoles y posteriormente en nuestros tiempos por inescrupulosos profanadores.
Está por desaparecer por intervención de profanadores.
La puerta está a la salida del sol de forma rectangular, ya casi por desaparecer por la intervención de profanadores en su afán de buscar tesoros valiosos.
Vengan los detractores de ocasión, los limpiabotas del arte, profanadores de versos, momias del criterio o zoilos del disparate, vengan a decir, por lo bajo, que este poema es muy largo o que aquí peca y allá empaca.
Las mujeres que hablaban de amor me irritaban: parecíanme los profanadores del templo que iban a vender a él sus mercancías.
Estos son los profanadores del Templo.
La diosa se vengó de los profanadores de su templo enviándoles a ellos y a sus descendientes cierta enfermedad mujeril.
Un záparo, viejo y respetable, se acercó al misionero, y tocándole ligeramente el hombro, cual si quisiera despertarle del letargo del pesar, le observó que el detenerse mucho tiempo en esos lugares era peligroso, pues según todas las apariencias, los paloras se habían retirado sólo la víspera, y pudiera que, volviendo alguno de ellos por cualquier evento, los sorprendiera, llamara a sus compañeros, y asesinaran al padre, a Carlos y a todos los profanadores de la cabaña de la muerte.
El cura de Tintay, que era un venerable anciano, se presentó en la puerta de la iglesia parroquial con un crucifijo en la mano, amonestando a los profanadores e impidiéndoles la entrada.
Y entonces los profanadores, siquiera fuesen muchos, eran despeñados a una horrible profundidad, y adsorbidos por el abismo sus mutilados cuerpos.
»Aquel hombre, cuyas manos estaban todavía manchadas con la sangre inocente de Bimarano, habían usurpado el cetro, y sus profanadores pies habían escalado el trono de Pelayo, ese trono venerable, santificado en Covadonga, como la estrella de la civilización cristiana destinada a brillar y engrandecerse en medio de las tinieblas de la barbarie y regenerada por la sangre del martirio, bajo la emblemática enseña de una cruz luminosa y fulgente, como el brillo de la Transfiguración.

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