Ejemplos con produciéndole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ocaña confeccionó un disfraz de sol, con papel, tela y bengalas, que desafortunadamente se quemó, produciéndole quemaduras mortales.
Método de tortura que consistía en mantener al procesado totalmente inmovilizado sobre una mesa de madera, colocándole luego una toca o un trapo en la boca, deslizándolo hasta la garganta, luego, el verdugo procedía a echar agua lentamente, produciéndole la infeliz sensación de ahogamiento.
Lamentablemente, durante el Asalto de la CIA sobre la villa, Emily es accidentalmente alcanzada por un disparo producido por Marcus Dixon quien erró el tiro, produciéndole la muerte.
Dado que el crack se fuma, ingresa rápidamente al torrente sanguíneo, produciéndole al individuo una sensación de euforia, pánico, insomnio y la necesidad de repetir la toma de crack.
Lo que el presidente Bouteflika no sospecha es que los efectos de la hipnosis no acaban aquí, produciéndole terribles secuelas en su vida cotidiana, como cuando es aplaudido por todos los asistentes de la Asamblea General de la ONU tras pronunciar un elocuente discurso.
cabo de treinta años se le incrustó en las carnes produciéndole llagas profundas el médico las retiró por orden del confesor.
Por ejemplo: se produce un terremoto y las personas que viven en un edificio pugnan por salir, al llegar a las escaleras, una resbala y cae sobre otra produciéndole la muerte, en este caso el sujeto que resbaló actuó con fuerza física irresistible - el temblor -, por lo que no hay acción.
Es muy intolerante y exigente con el director Skinner, produciéndole mucha ansiedad y nerviosismo, incluso en algunos capítulos como Grade School Confidential lo despide, pero al final del episodio es restituido a su cargo.
¡No ir! ¡No ir!repetía Diógenes, y púsose a combinar al punto un fantástico viaje de huida, en que se le figuraba subir al coche que acababa de parar en la puerta, cuyos sonoros cascabeles llegaban a su oído taladrándole la cabeza, y correr a escape a San Sebastián, y embarcarse allí para el fin del mundo, huyendo como Caín de aquel juez que le perseguía, dando vueltas por la tierra, vueltas y más vueltas, que vinieron por fin a marearle, produciéndole bascas terribles, entre las que creyó ver asomar ya la guadaña de la muerte ¡La muerte! Aquel maldito despertador que estaba sobre la mesa se la recordaba de continuo, pareciéndole que al compás de su siniestro tic-tac regulaba su paso, rapidísimo como nunca, y lleno de ira mandó a la mujer que lo parase, mas entendió esta que quería verlo para enterarse sin duda de la hora que apuntaba, y apresuróse a llevárselo Diógenes, arrancándoselo de la mano con un arrebato feroz de rabia, estrellólo contra la pared de enfrente, haciéndolo trizas.
De allí, sí, de allí venían aquellos lamentos que trastornaban el alma de la Delfina, produciéndole un dolor, una efusión de piedad que a nada pueden compararse.
A veces, una palabra insignificante que en la calle o en su casa oyera o la vista de cualquier objeto le encendían de súbito en la mente la llama de aquel tema, produciéndole opresiones en el pecho y un sobresalto inexplicable.
El apetito del corazón, aquella necesidad de querer fuerte, le daba sus desazones de tiempo en tiempo, produciéndole la ilusión triste de estar como encarcelada y puesta a pan y agua.
La vida cesó en él, a consecuencia del estallido y desbordamiento vascular, produciéndole conmoción instantánea, tan pronto iniciada como extinguida.
Las violentas discusiones en que se llegaba a vociferar y a injuriarse le esparcían la estancada bilis, y la función digestiva y respiratoria se le activaba, produciéndole gran bienestar.
Al caer, un grueso alambre del casco de cartón que puesto llevaba se le clavó en la frente, produciéndole una lesión entre rasguño y herida, de la cual le manó mucha sangre toda la noche.
Fuera que su genio precoz se adelantara a su época en la adopción de este hermoso mal, fuera que se sintiese atacada de los vapores, que eran el recurso de su tiempo, lo cierto es que ella tenía cierto decaimiento perezoso, como si sus nervios, fatigados después de larga excitación, juguetearan por todo el cuerpo produciéndole en su incesante cosquilleo a la vez dolor y placer.
Le zumbaban los oídos, toda su sangre le subía a la cabeza, cegándole, y su sien palpitaba, produciéndole una impresión de doloroso aturdimiento.
El miedo al hombre, al macho, aplacaba, entonces, los ardores nacientes de su carne produciéndole la proximidad del mozo un instintivo sentimiento de repulsión.
Todo esto nos lo iba diciendo poco a poco, mientras clavaba en nosotros su vista cristalizada y anhelosa y hundía sus manos cadavéricas en una palangana llena de agua muy caliente, aprovechando el alivio que iban produciéndole éste y otros remedios heroicos que le aplicábamos sin cesar.
En su rostro se reflejaba la ambición y cuando quiso preguntarle a aquel hombre cuánto duraría produciéndole dinero, se dio cuenta que éste había desaparecido.
La daga de Gondra penetró entre la cuarta y quinta costilla, del lado izquierdo del desgraciado gaucho, produciéndole una muerte instantánea.
Bramaba de coraje, la sangre ardía enardecida en sus venas, y en la explosión del vértigo se agolpó a los pulmones con violencia, produciéndole un copioso y doloroso vómito.
Y, de repente, la escena de la separación surgió en su espíritu, produciéndole una sensación tan aguda de dolor que para ahuyentarla reunió todas las energías de su voluntad.
Creyó haber cometido un enorme crimen y la figura del animal enfurecido se presentó a su imaginación, produciéndole un escalofrío de terror.
Allí no había más luz que las extrañas claridades de los gatunos ojos, y alumbrado por ellos, aguardaba el escudero a su señor pidiendo a Dios que saliese pronto, porque se aburría, acompañado tan sólo de aquellos mansos animales que se le subían por brazos y piernas y se le sentaban en los hombros, produciéndole estremecimiento el roce de sus blandas patas frías.
Fuera que su genio precoz se adelantara a su época en la adopción de este hermoso mal, fuera que se sintiese atacada de los vapores, que eran el recurso de su tiempo, lo cierto es que ella tenía cierto decaimiento perezoso, como si sus nervios, fatigados después de larga excitación, juguetearan por todo el cuerpo produciéndole en su incesante cosquilleo a la vez dolor y placer.
Moreira, atendiendo más que a la propia la fatiga del caballo, preparó su golpe favorito, y cuando menos lo esperaba Navarro, hundió sobre su frente la terrible daga que penetró hasta el hueso, produciéndole una herida de más de tres centímetros, por la que empezó a salir abundante sangre, que enceguecía al sargento al caer sobre los párpados.
Para salvar al Pato picaso hubiera sido necesario que un cirujano le hubiera extraído aquellos huesos para impedir cayeran en la masa cerebral produciéndole la muerte.

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