Ejemplos con prodigalidades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y vivió todavía algunos años, unas veces en Madrid, otras en las grandes ciudades del extranjero, hasta que al fin el administrador cerró este período de alegres prodigalidades enviando su dimisión, sus cuentas, y con ellas la negativa a seguir remitiendo dinero.
Muchos la consideraban arruinada después de sus prodigalidades en la última guerra civil, pero, Jaime conocía la verdadera fortuna de la devota señora.
¡Lo que había malgastado años antes, cuando al morir su madre se vio en posesión de una fortuna algo mermada por sus prodigalidades de hijo de familia! Sus amores en la buena sociedad habían alcanzado igualmente cierta resonancia.
Los estómagos, encogidos hasta entonces por la ruda novedad de la navegación, se dilataban con voluptuoso desperezo, admirando en el comedor las prodigalidades del servicio.
A los treinta había visto, como Salomón, , pero no comprendía, como él, que todo fuese vanidad y aflicción de espíritu, sino que lloraba como Alejandro, porque no había otro mundo de goces que disfrutar, y seco su corazón, embotada su inteligencia por el prematuro desarrollo de sus pasiones, arruinada su casa por locas prodigalidades, era un fruto podrido que no había madurado nunca, un hombre en la flor de la vida a quien faltaba el objeto de la vida, un ruinoso despojo del placer y la impiedad, que no interrogaba como Hamlet lo eterno, sino que se arrastraba por todos los rincones de lo terreno, buscando un charco de placeres desconocidos en que zambullirse y revolcarse y gozar.
Los lujos y prodigalidades de la familia tenía que pagarlos él, ¡él, que en su casa había ocupado un lugar intermedio entre los criados y sus hermanos! No daría un céntimo, que se arreglase su madre como pudiera.
Cierto que, a pesar de ser buenos los tiempos, adelantaba poco a causa de las prodigalidades de su mujer, pero ¡pobrecilla! él la disculpaba, recordando su juventud monótona y aburrida al lado del tacaño padre, y además, decíase a sí mismo que alguna compensación había de merecer el resignarse a ser tendera una joven que podía aspirar a una posición más brillante.
Allí concurren cierto número de parroquianos de los alrededores, allí se dan y adquieren las noticias sobre los animales extraviados, trázanse en el suelo las marcas del ganado, sábese dónde caza el tigre, dónde se le han visto los rastros al león, allí se arman las carreras, se reconocen los mejores caballos, allí, en fin, está el cantor, allí se fraterniza por el circular de la copa y las prodigalidades de los que poseen.
A sus oídos habían llegado las acerbas críticas de que era objeto porque apenas salía con Alicia, quien gracias a sus prodigalidades y sus melosas perfidias, se captó las simpatías de aquel mundo estrambótico.
Por otra parte, las gracias de la baronesa, sus prendas personales, y aun sus rasgos excéntricos con sus extravagancias mismas, formaban, juntamente con sus riquezas, un poderoso estímulo a mi ambición, de suerte que pude conocer que necesitando por precisión una alianza, yo, hidalgo arruinado, sin otro crédito que mis despilfarros y desórdenes, sin otra garantía que mis prodigalidades, no era fácil que la obtuviese, toda vez que no podía ofrecer en este caso reciprocidad de capital, ni de fuerza.
Este personaje, hidalgo harto desgraciado en sus ambiciosas empresas, y que cediendo al carácter clásico de aquella nobleza turbulenta y rebelde, probara suerte mas de una vez en las rencillas y colisiones que se cruzaran entre sus altivos magnates, tenaces en su sistema y orgullosos hasta el punto de no tornar en cuenta los accidentes prósperos o adversos de aquella lucha perdurable por abandonar su empeño, que por otra parte seguían tenaces y con una constancia ciegamente sistemática: este hombre, repetimos, si bien de alta alcurnia, arruinado por su larga carrera de prodigalidades y locas tentativas, sin influencia moral, reprobado, aborrecido en el concepto público y sobre cuya cabeza pesaran severas responsabilidades, casi viejo ya, achacoso y débil, hubo de ceder forzosamente al destino, y no contándose, al parecer, seguro con sus propias fuerzas ni con las de sus deudos y aliados, pobres señores como él, también arruinados por el descrédito y el desorden, aislado, solo en aquel su castillejo gótico, solía siempre retirarse con la sonrisa en sus labios y el corazón rebosando rencor y odio, guareciéndose al abrigo de su pupila y buscando un amparo en su propio castillo de Monforte.
Inmediatamente lo montó el rey, y se sintió tan a gusto y le satisfizo tanto la invención, que me probó su contento con regalos suntuosos y grandes prodigalidades.
Dicen algunos que sentía grande afán por el dinero para poder subvenir a sus prodigalidades, porque siendo ostentoso en hacer sacrificios, y esplendoroso en agasajar sus huéspedes, para esto necesitaba tener abundantemente qué gastar, otros, por el contrario, le acusan de escaso y mezquino, diciendo que vendía las cosas de comer que le regalaban.
Lo de las prodigalidades del joven, a medida que la beata iba encareciéndole los sentimientos caritativos de ella, es decir, hablándola de Irene, la cautivaron de tal modo, que dejándose llevar de sus primeras impresiones y sin darse clara cuenta de lo que hacía, apenas hubo pronunciado la relatora la última palabra, se incorporó de repente y salió de la estancia, con los ojos radiantes y el ademán resuelto.
Cuando ya nada le quedó que ambicionar en punto a gloria, y cuando su caudal había sufrido no pequeña merma, acordóse de que existía otro campo en que espigar, en el cual podrían darle fácil entrada la fama de sus prodigalidades y su olvidado titulo nobiliario.
Cuando se cansó del coronel, amó a un ingeniero civil, y después del ingeniero a un periodista, y así sucesivamente hasta un torero de fama, porque el público llevaba una cuenta minuciosa de todas esas prodigalidades amorosas, aunque la pródiga pensaba que nadie se las veía.
Lo cierto es que la hija del rico ex contratista hacía a maravilla el papel de marquesa, que el marqués alimentó no poco la extenuada corriente de sus caudales con el copioso manantial del bolsón de su suegro, que éste parecía muy complacido viendo cómo lucían sus prodigalidades en la flamante jerarquía de su hija, que la encopetada sociedad de la corte, a pesar de sus escrúpulos y reparos de estirpe, propalados de oreja en oreja a escondidas de los despellejados, abría de par en par a éstos las puertas de sus salones, y que no eran las galas, ni el esplendor, ni el natural donaire de la advenediza, lo que menos se aplaudía en ellos.
El mejicano recibió a sus huéspedes con todas las melifluidades y prodigalidades posibles, pero verle la muchacha y atragantársele, fue todo uno.
Las prodigalidades de don Braulio habían dejado un eterno y grato recuerdo, sobre todo en la memoria de los mendigos y de los que se complacen en vivir a cuenta del bolsillo ajeno.
La segunda ruina era un comerciante que, poderoso en otros días, había ido descendiendo rápidamente a la miseria por sus incesantes prodigalidades, y que, mantenido de limosna por un antiguo criado suyo, vivía a la sazón en una especie de ratonera abuhardillada, en donde solía pasar las horas filosofando tranquilamente, como si se hallase todavía en sus salones cubiertos de alfombra y de espejos de Venecia.

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