Ejemplos con pringoso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entró en un Rastro que allí había, mísero bazar de ropas hechas, nuevas y baratas, o usadas y en buen uso, y cuando examinaba un colgadizo de chaquetones de pana, con idea de hacer alguna compra, salió al trato un hombre de rostro cetrino y pringoso.
¡Y ahora sale con que su señora mamá es muy rica! Miserable, pringoso, vestido con harapos de príncipe, ¿por qué esa señora no reventó antes que os pariera?.
, so pringoso: tomelo por estera y se creyó cortejo!.
Pasó más tiempo, y Nieves, en cuanto aprendió a escribir, cumplió su palabra. En una carta escrita con reglero, letra muy desigual y peor ortografía, puso a Nacho para pelar: «No te esquiribiré má -le dijo entre otras cosas-, si tú no canveas de modo... Aver. Te pasas de fino, higo, y tó te sale pringoso de puro arrope que lechas... Aver. Aquí tenemo jotro ablá que no sabe tanto a jigo pasao... Aver.»
El amor en París, el amor pintado a brochazos por Goron, ex-prefecto de la policía francesa: amoríos de meretrices y chulapones asesinos, de degeneradas aristócratas y horteras de almacenes, de señoras burguesas a caza de transeúnte, de viejos sádicos y niñas incipientes, el amor monstruoso de los Eyraud, el amor inmundo de los Kat, el amor unisexual de las Siller, el perfumado amor de los palacios y el pringoso amor de las bohardillas, toda la lira del amor parisien, vibrando y culebreando sin cortapisas en el folletín de un periódico que lee todo el mundo.
Estaba rociado por delante y por detrás de un licor pringoso que el hostelero reconoció en seguida por su mejor aceite de oliva.
Lentamente va dorándose envuelta por el humo pringoso.
Entró en un Rastro que allí había, mísero bazar de ropas hechas, nuevas y baratas, o usadas y en buen uso, y cuando examinaba un colgadizo de chaquetones de pana, con idea de hacer alguna compra, salió al trato un hombre de rostro cetrino y pringoso.
El aposento era pequeño, con ventanas a un fétido patio, y de la pared pendían formas extrañas, figuras de Guiñol, de estúpida cara, una cabeza de toro disecada, un estantillo con varios frascos de reactivos y barnices, libros viejos y sucios, en el suelo piedras litográficas, montones de periódicos, herramientas diversas, todo en el mayor desorden, mal oliente, pringoso, polvoriento.

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