Ejemplos con primor

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los balaustres, las pilastras, y la coronación o copete se trabajan con gran primor y fina orfebrería.
Su tía materna fue la emperatriz romana Julia Domna, su tío materno por matrimonio fue el emperador romano Lucio Septimio Severo, sus primor maternos fueron los emperadores romanos Caracalla y Publio Septimio Geta y Julia era la tía materna del emperador romano Heliogábalo.
La suma de estas condiciones climatológicas permite a la isla desarrollar cultivos agrícolas como el de la patata, en la variedad bonotte, una variedad de desarrollo en primor para la primavera, pero a la vez favorecen la evaporación de las salinas en verano.
El título La Flaca ironiza con el primor del estado y del pueblo español, y posiblemente se trata de una replica o al menos comparte amplias similitudes con la publicación también satírica La Gorda de carácter liberal y publicada en Madrid.
Sus monjas lo arropan, valga la expresión, con amor y primor, desde hace más de siglo y medio.
Su sacralización, o por lo menos la adición de símbolos religiosos, es reflejo de este protagonismo y en muchos casos herencia de épocas pasadas, así como el primor en las técnicas constructivas en los casos más elaborados.
La jovencita rubia, puesta en pie y en medio del corro, hacía las genuflexiones con tal unción, delicadeza y primor, que parecía que en su vida había hecho otra cosa.
Allí la acción es poca o nula, y todo el exquisito primor de aquel rasgo se cifra en la acabada y realista pintura de los héroes de la cofradía de Monipodio.
Quizás ayudaba el mismo primor del traje a patentizar la madurez de los años: el luengo sobretodo ceñía demasiado el talle, no muy esbelto ya, el fieltro, ladeado gentilmente, pedía a gritos las mejillas y sienes de un mancebo.
Eran como dos budineras grandes, cubiertas todas de finísimas y menudas plumas encarnadas: un pájaro natural, una especie de faisán disecado con primor, contorneaba el ala, torciéndose con gracia a un lado de la cabeza.
Si Lucía y Pilar estuviesen fuertes en Historia, ¡a cuánta meditación convidaba la vista de tanto ebúrneo cuello, ornado de collares de diamantes o de estrechas cintas de terciopelo, y probablemente segado más tarde por la cuchilla, ni más ni menos, que el pescuezo del rey que presidía melancólicamente aquella corte! La cerámica era el primor de la colección.
En una Legación, el ministro, que había alcanzado sus ascensos, antes de que se inventasen las máquinas de escribir, por el primor caligráfico con que copiaba los protocolos, decía a Ojeda con irónica superioridad: ¡Qué letra tan pésima la suya! ¿Y usted hace versos? ¿Y usted presume de literato?.
Gracias a estas y otras tretas, a las arbitrariedades sin cuento que cometía, vengábase el bilioso ex marino de sus enemigos, que era un primor.
Luego el soberano gusto, el arte, mejor dicho, con que sabía adaptar el color y la forma del vestido al tono de sus carnes y a los cambios que en su naturaleza se operaban, daba primor y relieve a aquella adorable figura.
Ella, arreglando con mucho primor su manojito de hilas, contestó sencillamente:.
Y se las dio apuntadas con mucho primor en una tarjeta: acercóse también el tío Frasquito y suplicóle encarecidamente que, no bien muriese aquel infeliz, se lo avisase al punto por telégrafo, diole entonces su nombre y señas, y el importe del telegrama: una peseta.
Tres días después pudo Margarita convencerse de que su ilustre amiga y madrina se equivocaba por completo Pedro López había dicho, y millares de lectores lo vieron en , que el ángel de la caridad había sentado sus reales en el palacio de la celestial condesa de Albornoz Fuese o no esto cierto, éralo, sin embargo, que de los cuatro ángulos de la Villa y Corte afluían al palacio preciosos regalos para la , patrocinada por la dama, que iban quedando expuestos al público con grande primor colocados en los varios salones, por las noches, en uno de ellos espléndidamente iluminado y en torno de una larga mesa cubierta por rico tapiz de tintas oscuras, agrupábase un risueño enjambre de jóvenes doncellas y apuestos doncelesasí los llamaba Pedro Lópezque, barajados y confundidos, formando parejas, y más pegaditos entre sí ellas y ellos de lo que la temperatura ordinaria pedía de suyo, dedicábanse a la caritativa tarea de hacer hilas para los infelices heridos del Norte.
La puerta, charolada con gran primor, no presentaba agujero ni resquicio alguno que permitiera la vista.
Nunca soñé con ser el término de la carrera del raudal, sino con ser el camino por donde sus limpias ondas se fueran derivando, hermoseando el camino al paso, y reflejando en él el cielo sereno y todas las galas de la tierra, con más primor en el reflejo y con mil veces mayor hechizo que en la realidad misma.
Los chistes urbanos, las anecdotillas picantes, sin rayar en libres, las pinturas de las intrigas y lances de Madrid, referidos con ligereza y primor por don Jaime, divirtieron mucho a doña Luz y la hicieron reír, cosa que le agradó y pasmó, porque no era fácil para la risa.
En el agua turbia de un estanque poco cuidado, en el agua agitada y cenagosa de un torrente, nada se refleja, mientras que en el haz limpia, tersa y tranquila de un lago de agua pura, el cielo, los montes, los astros, la luz, las flores y toda la gala y la pompa del mundo se retratan con tal primor, que el cielo parece allí más hondo e infinito, y la luz más clara, y las flores de color más vivo, y los montes más gallardos, y sus perfiles y contornos más graciosos y mejor desvanecidos en el sumo ambiente, y la verdura del prado más verde y más fresca.
Si tal vez se complacía en lucir alguna habilidad, alguna buena prenda de su espíritu, algún primor o elegancia de su persona, era con los capaces de sentir el estímulo de imitarla o alzarse hasta ella, no por el prurito de excitar estéril admiración o envidia dolorosa.
Los mozos eran más reverentes con las mujeres, y algunas de éstas imitaban ya a doña Luz, no sin maña, en modales y compostura y hasta en el primor y atildamiento con que ella tenía los muebles y alhajas de su tocador, salita y alcoba.
Aquella vasta extensión de terreno debía haber sido en otro tiempo cultivada con primor y engalanada con los adornos de la jardinería simétrica y geométrica cuya moda nos vino de Francia.
Miraba Julián las huellas de la incuria de su antecesor, y sin querer acusarle, ni tratarle en sus adentros de cochino, el caso es que tanta porquería y rusticidad le infundía grandes deseos de primor y limpieza, una aspiración a la pulcritud en la vida como a la pureza en el alma.
—Además, el lujo, excesivo para su edad, con que iba vestida, los brillantes que relucian en sus orejas y garganta, el exquisito primor del calzado, y hasta la preciosa cesta bordada de colores en que llevaba la labor y los libros, contribuian a deslumbrar a aquel impúber medio salvaje, criado en la Sierra y en la Sacristía, semi-cazador y semi-acólito, que casi nunca habia hablado con niños, y mucho ménos con niñas, acostumbrado únicamente a la austera sociedad de su enérgico padre y del incivil Párroco de Santa María de la Cabeza.
—Así y todo, su cuerpo era un primor de forma, cuyas suaves líneas vacilaban dulcemente entre la curva y el ángulo, dando mayor realce y gallardía a los femeniles contornos.
¡Qué viveza, qué calor dramático, qué primor artístico en tan multiforme expresión del infortunio y de la pena!.
Allá las ollas podridas para los canónigos, o para los retores de colegios, o para las bodas labradorescas, y déjennos libres las mesas de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura, y la razón es porque siempre y a doquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas, mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora, para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión.
Verdad es que las coplas de los pasados caballeros tienen más de espíritu que de primor.

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