Ejemplos con presunciones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y esto a pesar de que la ficción fantástica da más libertad para imaginar sociedades diferentes a las de la vida real, siendo un medio que permite explorar formas de vida con sexualidades diferentes y hacer que el lector reconsidere las presunciones culturales de su heterocentrismo.
Esto no significa que nieguen el papel de la evidencia científica, si no que consideran que todos los científicos parten de axiomas o presunciones, que rigen la manera en que se interpreta la evidencia.
La protección de la posesión es provisional y supone una serie de presunciones en favor del titular: la buena fe, la posesión de los bienes muebles de aquel que posee el bien inmueble donde se encuentran y la continuidad.
En algunos casos hablamos de presunciones cuando no pueden ser probadas directamente, se parte de que las personas obran según los poderes jurídicos que realmente tienen.
Y cuenta que no sentimos lo ocurrido en ella por la gloria del , corrido allí como una liebre, pues por muchas que sean sus presunciones, no debe, en su estulticia ingénita, aspirar a mayores triunfos, sino por el prestigio del Parlamento y por la dignidad del Ministerio, que acogió bajo su amparo un asunto que pasó los límites de lo grotesco.
No hay pruebas directas, pero todas las presunciones están contra usted.
Estas presunciones, al pasar de boca en boca, se convertían en otras tantas pruebas irrecusables: ya no se dudaba de que Vérod hubiera sido últimamente el amante de la difunta.
En ese momento acumulaba todas las presunciones, se imaginaba las que le faltaban, para que sus concluyentes aseveraciones sirviesen como una especie de reactivo moral en el corazón de la joven, abriendo brecha en él y dejando ver su interior.
Entonces Ferpierre volvía a medir las probabilidades, a ahondar las presunciones, a rehacer la tarea de todos aquellos días, deteniéndose ya en una, ya en otra hipótesis, reconociendo una vez más las inextricables dificultades del caso.
Soñolientos ya, entregados al fatalismo inherente a la raza, no se mostraron inquietos por mis presunciones y anuncios alarmantes, ni por los hechos positivos de que al poco rato tuvimos conocimiento.
Jamás se había visto en Madrid tal profusión de ornatos: el derroche de dinero para poblar de lamparillas los improvisados monumentos, y el río de aceite que para encenderlas se preparaba, no cabían en las presunciones y cálculos de la mente humana.
¡Pero quia! Pasaba un año, dos, y nada, ni aun siquiera esas presunciones vagas que hacen palpitar el corazón de las que sueñan con la maternidad, y a veces les hacen decir y hacer muchas tonterías.
Presunciones de gloria le pasaron con ráfagas de hoguera por la frente Entrevió un porvenir brillante ¡Él, retratado por los pintores! ¡Y eso se pagaba! Y se ganaban cuartos por vestirse, ponerse y ¡ah! se miró en el vidrio del cuadro de las trenzas, pero no se veía bien.
Sus impresiones no habían sido malas, y aunque no tenía bastantes datos para formar juicio del verdadero carácter de la prójima, podía anticipar, fiado en su experiencia, en su buen ojo y en un cierto no sé que, presunciones favorables.
¿Qué había pasado? Maxi no lo pudo penetrar, aunque sus celos, aguzadores de la inteligencia, le apuntaban presunciones que bien podrían contener la verdad.
Recobró parte de sus fuerzas, algo del buen humor, y las presunciones de próxima muerte se desvanecieron en su espíritu.
Peor que mi cuerpo se hallaba mi alma, llena de turbaciones, de sobresaltos y congojas, tan apenada por terribles recuerdos como por angustiosas presunciones, de tal modo que mi pensamiento corría a refugiarse alternativamente de lo pasado a lo futuro, buscando en vano un poco de paz.
Yo lo he sido de la mía, pero no con la prudencia necesaria, y así, me han salido al gallarín mis presunciones, pues debiera pensar que al poderoso grandor del caballo del de la Blanca Luna no podía resistir la flaqueza de Rocinante.
Gedeón tiene la boca abierta para decir a su sirvienta «muchas gracias», ni más ni menos que si él hubiera manifestado algún deseo y ella se le hubiera cumplido, pero como una amarga experiencia le ha enseñado los peligros a que arrastran esas demasías del temperamento, suspira y calla, en la muy firme creencia de que Regla es mujer de bizarra arquitectura, y condoliéndose de que otra coincidencia como las que le han dado a conocer lo que ya conoce, no pueda demostrarle que no se equivoca en sus presunciones sobre lo que le es desconocido.
Pero ya que sus presunciones se han cumplido, nada se pierde con dejar que rueden los acontecimientos, ni con trabajar para prepararlos del mejor modo posible.
Y con cierto aire de satisfacción, por el buen éxito de sus presunciones, pues que no estaba en sus manos evitar la desgracia y era ocioso afectarse por ella, se separaron del corredor, sin pasarles por la imaginación que ellos, y nada más que ellos, eran el origen, desarrollo y progreso de la enfermedad del hijo de don Pedro Truchuela.
Nada más declaradamente cursi, ni con tan insolentes presunciones de maravilla.
-¿Me equivoco en mis presunciones? -añadió don Román después de una corta pausa.
-Torpe andas hoy, Juan, en tus presunciones -díjole don Pedro Mortera con socarronería,- y esa torpeza no es disculpable en un jurisconsulto viejo, que debe tener buena nariz para todo.
Y no se equivocó, por cierto, en sus presunciones, pues al pasar vio en ella a Cloto, bella, limpia, cuidadosamente peinada e inclinada sobre la costura, mientras su madre, a su lado, las gafas sobre la corva nariz, daba fin con manos vertiginosas a una calceta, y la señora Robustiana, su tía, peleaba a cabezadas con el sueño en una algo y más que algo deteriorada poltrona.
Me sabía de memoria su fealdad, sus presunciones y bambollas, su incurable fisgoneo, y estaba bien avezada a sus bachilleradas y pegoterías, sin que nada de ello influyera desfavorablemente en el sentimiento, de compasión más que de otra cosa, que las pobres señoras me inspiraban, pero en aquella ocasión me pareció, su fealdad insoportable, me repugnaba el buen apetito con que comían, y me causaban escalofríos y convulsiones su voz, sus palabras y sus ademanes.
Se engañaba en sus presunciones el médico.
Pero llegó a notar este fanático personaje que el círculo de curiosos que siempre le envolvía era cada vez más estrecho, que entre los espectadores, antes mudos como estatuas, había muchos que se permitían sus ''apartes'' intencionados y con presunciones de graciosos, que los que este título llevaban entre los convecinos, a trueque de conquistarse sus carcajadas, faltaban ''aliquando'' al de Madrid, siempre digno y prudente, con una grosera impertinencia, que los chicuelos, que antes le contemplaban con la boca abierta y las manos en los bolsillos del pantalón, se le acercaban hasta tocarle con un dedo la cadena del reló, mientras a la descuidada tentaban con la otra mano el paño de su levita, cuya finura les admiraba, y, por último, que las mozas del lugar, a quienes dirigía delicadas galanterías y que al principio no se atrevían a mirarle a la cara, le volvían ya cada fresca que le dejaba helado.
El señor, contra las presunciones del granuja, pasó de largo, echándole una bocanada de humo de su grueso cigarro.
No me engañaban mis presunciones: son las de doña Calixta, de quienes en otra ocasión te hablé largamente, y dos de sus amigas íntimas.

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