Ejemplos con prelado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y el diario republicano ponía invariablemente esta glosa: Si nuestro prelado, en lugar de descubrir tantos insectos, hubiera descubierto un buen insecticida, se lo agradecería más la Humanidad y la Ciencia y ostentaría una fama mejor conquistada.
Como pastor, como prelado, cumpliré con mi deber, con entera independencia.
Comenzaba la dama a dominar al prelado.
Señora duquesasuplicó el prelado, casi con lágrimas en los ojos.
El prelado permaneció pensativo.
El prelado meditaba, bajos los ojos, dando vueltas con una mano a la cruz de topacios que pendía sobre su morado pecho.
Los periódicos siempre le nombraban así: Nuestro prelado, el sabio naturalista, de fama universal, que ha descubierto tantos insectos.
Un ligero ademán del prelado bastó para que se detuvieran los familiares, y él avanzó solo por la avenida central, dirigiéndose al cenador, donde Tomasa dormitaba entre los muros de hojas con la calceta en las manos.
Y conforme se aproximaba la solemnidad religiosa, temblaban muchos canónigos, pensando en la mirada dura y soberbia que clavaría en ellos el iracundo prelado.
Al ver al prelado, dio un grito de sorpresa:.
El prelado acogía con sonrisas la franqueza enérgica de la buena mujer.
Más de una vez he estado tentado de hacerlodijo el prelado con firmeza, brillando en sus ojos una chispa de energía.
El prelado excitábase hablando de sus luchas con el cabildo.
Y el prelado palidecía, abandonando su asiento con gesto doloroso, como si sus entrañas se conmoviesen con intensas punzadas.
Calló largo rato el prelado, pero en su irresistible afán de confesarse con la sencilla mujer, continuó:.
Gabriel llamaba la atención sobre don Cerebruno, el prelado medioeval, llamado así por su enorme cabeza.
Don Antolín sintióse más animoso después de esta entrevista, aunque juró mentalmente no visitar otra vez al temible prelado.
Y a buen paso, con el manteo ondulante, abandonaban la iglesia cada uno por su lado, evitando formar grupos ni corrillos, atento cada cual a librarse de responsabilidades, a aparecer limpio de toda complicidad con los enemigos del prelado.
El , en medio de su cinismo burlón, mostraba cierto afecto por el prelado.
A prelado muerto no había que temerle.
Las gentes de la Primada acogían con obstinado silencio la menor alusión al prelado reinante.
Después viene el batallador prelado don Rodrigo, que conquista a los moros mucha tierra, la catedral posee un principado, el Adelantamiento de Cazorla, con poblaciones como Baza, Niebla y Alcaraz.
Cuatro leones velaban los restos del prelado.
De todo el pasado de la catedral, lo que más excitaba su admiración era la figura novelesca de aquel prelado guerrero, amante de las letras, español por nacimiento e italiano por sus conquistas.
El famoso prelado don Rodrigo escribe la crónica de España, llenándola de prodigios para mayor prosperidad de la Iglesia, y hace historia prácticamente, pasando más tiempo sobre su caballo de guerra que en su silla del coro.
Ellos compilan las leyes, ellos ungen con el óleo santo la cabeza de los monarcas, ellos improvisan rey a Wamba, conspiran contra la vida de Égica, y los concilios reunidos en la basílica de Santa Leocadia son asambleas políticas, en las que la mitra está sobre el trono y la corona del rey a los pies del prelado.
El buen jardinero saludaba con igual entusiasmo al cárdena borbónico odiado de los reyes, que al prelado con patillas que hacía temblar a toda la diócesis con su genio acre y desabrido y sus arrogancias de revolucionario absolutista.
El infeliz prelado creía haber hecho una gran cosa sosteniendo los intereses de su familia durante la guerra, y se veía acusado de liberal, de enemigo de la religión y del trono, sin que pudiese adivinar en qué había conspirado contra ellos.
Nuestro prelado no está educado para esas libertades.
José admirando los prodigios de nuestra iglesia, que por mi parte le perdonaré de buen grado las irreverencias, salva la opinión del señor prelado.

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