Ejemplos con postizos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se aprecia claramente, ya que en sus primeros tiempos, la policromía empleada era con estofado de ricos motivos y bordes con cenefas y carnaciones tostadas, a partir de su conocimiento con Cano, va dejando las estofas y prefiriendo los tonos lisos con colores contrastados y el realismo en las austeras estameñas del hábito de los santos franciscanos y las carnaciones más claras, se añaden los postizos frecuentes en la época, de pelo natural, pestañas, dientes de marfil y ojos de cristal.
Los niños descubren que Mr Pennethlan está colaborando con la policía, y que no podían entender lo que decía por no llevar los dientes postizos.
Novillo, en lo indumentario, constituía una réplica, algo rebajada, de su protector el duque, el cual le enviaba desde Madrid corbatas, cuellos postizos, calcetines y chalecos de fantasía semejantes a los suyos, aunque de clase inferior, y trajes, de paño catalán, imitados de los que él usaba, de paño inglés.
La veía encerrada en un medallón de seda, vestido interior impuesto por la estrechez de los trajes de moda, con cierto aire masculino y gracioso de doncel medieval, agitando sus crenchas cortas de gruesos bucles negros, su pelo verdadero, libre de los postizos del peinado, que esperaban sobre el mármol de la chimenea el momento del acople.
Para economizar su uso, defendía los postizos de su cabeza rubia con una variedad de gasas de colores adquiridas en los montones de los grandes almacenes de París.
Teresa del Berrocal, yo alabándote, me dijo: Tal piensa que adora a un ángel, y viene a adorar a un jimio, merced a los muchos dijes y a los cabellos postizos, y a hipócritas hermosuras, que engañan al Amor mismo.
Prefiero estos defectos, expuestos sin la menor aprensión, a los postizos primores que a su lado ostentaban las loretas de París.
-¡Ah, don Juan Núñez! -repuso el comendador-, ¡y que mal se os acomodan esos postizos embustes, hijos de un discurso dañado y de todo punto olvidado de las leyes del honor! Os lo repito, vos habéis servido de escalón para los pies de un malvado, y por vos ha quedado atropellada una principal señora.
¡Estas cosas no se toleran dos veces! Y don Fortunato sonríe, mascando con los dientes postizos el rabo de un puro.
Pero vuelve allí los ojos, verás cómo se va desnudando aquel hidalgo que ha rondado toda la noche, tan caballero del milagro en las tripas como en las demás facciones, pues quitándose una cabellera, queda calvo, y las narices de carátula, chato, y unos bigotes postizos, lampiño, y un brazo de palo, estropeado, que pudiera irse más camino de la sepultura que de la cama.
-Un moño y unos dientes postizos y un guardainfante pueden hacer esos milagros -dijo don Cleofás-.

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