Ejemplos con plebeyo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

, Publio Valerio Flaco que se convirtió en amigo, patrón y aliado político del joven soldado plebeyo Marco Porcio Catón, al que posteriormente se le conocerá como Catón el Viejo o Catón el Censor, durante los primeros años de la Segunda Guerra Púnica.
Posteriormente vivirá en Europa por diez años, lugar donde aprovechará de escribir: Viaje de Esfuerzo y Viaje de un Plebeyo por Europa narrando sus experiencias en dicho continente.
Enfurecido al ver que ella prefería a un mero plebeyo antes que a él, deja la aparentemente dañada pistola a un lado, toma la suya propia y le apunta al asistente.
Ildegonda, que está enamorada en secreto de Rizzardo, un joven plebeyo, ha recibido de él un mensaje en el que le pide una cita antes de su partida a Palestina.
Cayo Marcio Rutilio fue un político y militar de la República Romana, famoso por haber sido el primer dictador romano de origen plebeyo.
podían ser elegidos Cuestores Militares, ningún plebeyo resultó elegido hasta pasados muchos años.
Aunque hay quien lo consideró músico plebeyo, o que incluso no sabía música, compuso la de numerosos cuplés como La canastera, La Alcazaba, La Costa del Sol, Percheleras, La buñolera gitana, La capuchinera, Fátima, La gili, La babuchera, Aguador granadino o El Romeral.
Habiéndose elevado desde la clase de plebeyo, era al principio un personaje de poca importancia durante la guerra civil masiva que lleva al derrumbamiento a la Dinastía Oriental Han.
Se trataba de una de las más altas condecoraciones militares de Baviera, equiparable con la prusiana Pour le Mérite, y confería una patente de nobleza cuando su receptor era un plebeyo.
Cuando descubre que su hermana María se ha casado con un plebeyo y está embarazada, la prohíbe volver a la corte.
Polión era probablemente nieto de Herio Asinio, un plebeyo, general del ejército marrucino que combatió en el bando de los itálicos durante la Guerra Social.
Por otro lado, normalmente el propio dictador elegía a su Maestro del Caballo, pero en su caso Fabio recibió la nominación de Marco Minucio Rufo, un plebeyo, en un gesto inusual.
El plebeyo común carece de derechos y la esclavitud es legal.
Lucio Mummio fue el primer homo novus de origen plebeyo que obtuvo un cognomen por servicios militares.
John se enfada con Quentin al ver la manera con que este se regocija con el sufrimiento del plebeyo, y también con Bartimeo, pues el genio le había mentido diciéndole que Kitty estaba muerta.
Fue la primera administración dirigida por un partido y tuvo el primer gabinete dirigido por un plebeyo, y fundamentalmete, fue la primera ocasión que el cargo de Primer Ministro fue ejercido por un miembro electo de la legislatura, y no por un noble, burócrata o soldado.
El otro, un pie asentado todo a lo largo, la planta sobre la tierra, con su inscripción: Pie planípedo, plantígrado o semítico, plebeyo.
Viajando un mandarín de la China, llega a alojarse en la casa de cierto chino plebeyo que pone a su disposición las mejores habitaciones y compra los pescados más caros del mercado para obsequiarle.
Y paseó por todos los presentes una mirada orgullosa, casi fiera, que no carecía de la tosca grandeza de un Mario, a la vez plebeyo y formidable, que se dejase acariciar por afeminados patricios Un aplauso general acogió la declaración del antiguo revolucionario, y Villamelón, muy conmovido, propuso un brindis en honor del rey Alfonso XII.
Enrique, ni siquiera como Dante amó a Beatriz, como Petrarca amó a Laura, o como don Quijote amó a Dulcinea, era capaz de amar a doña Luz, porque, siendo él un fraile y ella una señorita muy bien educada y honestísima, tal amor, por alambicado, espiritual e incorpóreo que fuese, tenía un no sé qué de indecorosamente plebeyo y de grotescamente pecaminoso que con la condición de su bella y soberbia amiga se ajustaba muy mal.
Alguien podría sospechar pero no probar su invencible repugnancia a todo lo vulgar y plebeyo, y el horror que de ella se apoderaba a la sola idea de poder un día tener un hijo que llevase su ilustre apellido en pos de otro apellido oscuro y rústico de algún ricacho villano.
La pobre arca vieja que guardó antaño el pobre y plebeyo equipo del actual marqués improvisado, se queja amargamente del abandono en que la dejó, y, al verlo cruzar en busca de un libro de heráldica, le sopla al oido estas palabras aterradoras:.
La dignidad de su pasión había hecho del niño un hombre, y como el plebeyo que se ennoblece, miraba a su antiguo autócrata con respeto, pero sin miedo.
Las oficinas han sido el tronco en que se han injertado las ramas históricas, y de ellas han salido amigos el noble tronado y el plebeyo ensoberbecido por un título universitario, y de amigos, pronto han pasado a parientes.
Así pues, don Manuel, que se desdeñaría de tender redes a un ricachón plebeyo, se propuso inmediatamente hacer cuanto estuviese en su mano para que su sobrino pasase a yerno, como el Sandoval de la zarzuela.
Recogida la cosecha de cada cinco dias, Manuel se encaminaba los viérnes a tal o cual puertecillo de la vecina costa, y allí vendia todo lo que le era dado transportar por sí mismo, o contrataba la conduccion de las maderas, de la serpentina y de los jaspes que habia dejado reunidos en terreno relativamente bajo y accesible, con lo que el sábado por la mañana estaba de regreso en su Ciudad natal, llevando en el bolsillo un buen puñado de dinero, que dividia en tres porciones iguales: una, que entregaba a Polonia para que atendiese a vestirlo con gran lujo, aunque sin salir del estilo plebeyo, otra, que entregaba a D.
La hija de este matrimonio era un progreso vivo sobre sus padres: entre un rico tonto, apergaminado, achacoso, y un advenedizo de buena estampa, pero pobre, plebeyo y listo, prefería bailar con el segundo, y en sus ambiciones de muchacha optaba por vivir acompañada de un hombre a quien quisiera, antes que por la boda con un heredero escrofuloso de respetabilísima alcurnia.
Del linaje plebeyo no tengo qué decir, sino que sirve sólo de acrecentar el número de los que viven, sin que merezcan otra fama ni otro elogio sus grandezas.
¡Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre, o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo Don Quijote, digo de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona! Pues en verdad que no te he dar este contento, que, puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla.

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