Ejemplos con pilletes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desparramábanse los pilletes, pero volvían a poco con la cantata.
Los cuatro pilletes se alinearon ante el Todopoderoso, que los examinó atentamente.
Presentose a la sazón un viejecito, que era el llavero de Palacio, y Muñoz, acompañado de Ibero y Chaves, determinó hacer una requisa en las habitaciones altas, para ver si los pilletes habían cometido algún desmán.
El excelentísimo Martínez hizo un gesto que no significaba si entendía o dejaba de entender, desde que el pobre señor había pasado el puente natural que lleva del banco azul a las grandes mesas de la corte, caminaba de indigestión en indigestión, y sentía en el estómago la nostalgia de aquellas nutritivas sopas de ajo, no digeridas del todo, que habían hecho de él un tanto robusto hombre de Estado, y fueron su cotidiano alimento en los tiempos en que rompía sus primeros calzones entre los pilletes de cierta playa de las costas asturianas ¡Santo Dios, y qué dolores de tripas más atroces le había costado el del último viernes de Palacio! ¡Qué más terrible que sirvieron dos días antes en la embajada francesa! El excelentísimo Martínez creyóse por un momento envenenado, y desde entonces fue para él artículo de fe aquel principio de Addison:.
Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles, las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada, los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared, los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear, los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres, las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura, las que piden para la Cruz de Mayo, los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público todos, en una palabra, le interesaban igualmente.
Yo no pude menos de reír oyéndole, en lo cual me imitaron los pilletes a quienes se dirigía, y pensé que las ideas expresadas por él eran frecuentes entre los extranjeros que venían a España.
Dentro de su cerebro surgían escenas que no eran del todo inventadas, pues procedían de sermones escuchados a retazos, de ideas recogidas aquí y allí, de alguna conversación suelta, de algún «Nacimiento» exhibido en el locutorio de las monjitas para regocijo de los pilletes del barrio.
El hombre corcho, el hombre que nunca se hunde, sean cuales sean los acontecimientos turbios en que está mezclado, es el tipo más intere¬sante de la fauna de los pilletes.
Nosotros los pilletes, que vivimos como los pájaros, de lo que Dios nos da, tenemos en estos salvajes montes nuestras despensas.
¡Qué Mauricia! ¡Qué estatua! Cuando usted la hace salir de aquel retiro llamando púas a las monjas, con una bota en una mano, corrida y silbada por los pilletes, llega usted adonde han llegado pocos escritores realistas de los de buena ley, y hace pensar en que es cierto que existe ese singular genio español en cuya franqueza, desenfado y justa conciencia de la realidad, hay mundos de gracia y gallardía, salud espiritual, lozanía del alma, que de puro hermosa enternece.
Si los pilletes hubieran osado mirar cara a cara a don Fermín, le hubieran visto, al asomar en el campanario, serio, cejijunto, al notar la presencia de los campaneros levemente turbado, y en seguida sonriente, con una suavidad resbaladiza en la mirada y una bondad estereotipada en los labios.
-seguía pensando Lucifer- me voy haciendo viejo, dentro de poco será cada día para mí un siglo, mis años caducos no serán respetables, seré el anciano chocho, sin grave dignidad, de que se burla el vulgo y que persiguen los pilletes, no el venerable patriarca que guía un pueblo, seré después algo menos que eso: una abstracción, un fantasma metafísico, un lugar común de la retórica, bueno para metáforas.
Los dos pilletes se miraron estupefactos.
Los demás pilletes ya se habían puesto en salvo y corrían por la carretera y el Espolón.
Los pilletes se dispersaron.
Entre los pilletes de la mina gozaba Rosalía de gran prestigio por el glorioso papel que desempeñaba acompañando al carpintero en sus expediciones, y, también, por la prontitud y eficacia con que esgrimía puños y pies en sus rencillas con la vocinglera turba, que la respetaba, además, por su infalible puntería para lanzar la pedrada vengadora cuando alguien, a prudente distancia, le lanzaba los consabidos insultos:.
Presentose a la sazón un viejecito, que era el llavero de Palacio, y Muñoz, acompañado de Ibero y Chaves, determinó hacer una requisa en las habitaciones altas, para ver si los pilletes habían cometido algún desmán.
La prensa local los denuncia a todas horas a las iras de la autoridad, y los llama ''granujas, pilletes, canalla'' y otros primores por el estilo, y pide para ellos zurriagazos, encierro y hasta banderillas de fuego.

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