Ejemplos con piadosa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Orestes había ido diciendo a la población de Delfos que Neoptólemo se disponía a destruir el templo de Apolo y por tanto no creyeron a Neoptólemo cuando éste dijo a los adivinos que llegaba en misión piadosa y fue por ello lapidado y acuchillado.
La divisa de dicha orden, una jarra de azucenas de oro pendiente de un collar, también de oro, tiene como origen la Divisa Real de Navarra, es decir, la jarra con cinco azucenas tiene su historia inicial apoyada en una piadosa tradición, cuyo relato sugestivo relatamos a continuación.
Y un poeta grande y sencillo, capaz de entender a los niños y a los burros, ha envuelto la visión plateada del asnillo en la aureola melancólica de su alma piadosa y sensitiva.
Por lo pronto, en esta vida disfrutaba ya la piadosa y optimista pareja de un anticipo, casi garantía, de lo que había de ser su futura posición en el empíreo.
De la veneración piadosa del pasado, del culto de la tradición, por una parte, y por la otra del atrevido impulso hacia lo venidero, se compone la noble fuerza que, levantando el espíritu colectivo sobre las limitaciones del presente, comunica a las agitaciones y los sentimientos sociales un sentido ideal.
En la cabecera, una cruz con letras grabadas profundamente a punta de cuchillo, obra piadosa de los compañeros de armas.
Las tazas, vueltas boca abajo sobre los platillos, parecían esperar pacientes la mano piadosa que les restituyese su natural postura, los terrones de azúcar empilados en las salvillas de metal, remedaban materiales de construcción, bloques de mármol blanco desbastados para algún palacio liliputiense.
No la arredraban ciertos despegos, ciertas durezas inexplicables de Miranda, servíale piadosa y filialmente, hablábale con dulzura, hacíale ella misma los remedios y le vendaba el pie lastimado, con la devoción con que vestiría a una santa imagen.
Toda la retórica piadosa de Lucía se estrellaba ante la invencible y benéfica ilusión de la hora postrera.
La piadosa señora lamentaba cristianamente la desaparición de su cuñado, dedicándole una parte de sus rezos, pero insistió con cierta crueldad en el relato de su triste fin.
Ellas se despertaron alegres como un enjambre de bulliciosas abejas y me transportaron a otros tiempos, a otros lugares, ora al seno de mi familia humilde y piadosa, ora al centro de populosas ciudades, donde el amor, la amistad y el placer en delicioso concierto, habían hecho siempre grata para mi corazón esa noche bendita.
Recordaba su estilo de piadosa belicosidad, hablando de las dos banderas: la una de Cristo Señor Nuestro, sumo capitán, la otra de Lucifer, mortal enemigo de nuestra naturaleza humana.
Después del ruidoso triunfo, la piadosa señora entraba en aquella iglesia como si fuese su casa, creyendo que el compañerismo de la victoria y su tan comentado sacrificio, la unían a los buenos Padres como si fuese de su familia.
Urquiola hablaba al doctor con el mismo aplomo que si estuviera en el café o en la sociedad de San Luis Gonzaga, rodeado de aquella juventud piadosa y elegante que le tenía por capitán.
En el tímpano, un relieve representaba a la Virgen rodeada de ángeles, vistiendo una casulla a San Ildefonso, piadosa leyenda repetida en varios puntos de la catedral, como si fuese el mejor de los blasones.
A la piadosa tolerancia de los anteriores obispos, acostumbrados al trato con árabes y judíos en la amplia libertad del culto mozárabe, sucedía la feroz intransigencia del cristiano conquistador.
En este barrio levítico de París, con sus hoteles para curas y familias religiosas, sombríos como conventos, y sus almacenes de imaginería piadosa que infestan el globo de santos charolados y risueños, se verificó la gran transformación de Gabriel.
La piadosa mano de Pepeta, empeñada en tenaz batalla con la muerte, tiñó las pálidas mejillas con rosado colorete, la boca del muertecito, ennegrecida, se reanimó bajo una capa de encendido bermellón, pero en vano pugnó la sencilla labradora por abrir desmesuradamente sus flojos párpados.
Pues no lo digo de burlas Creed que lo decía sin ningún Como María es tan piadosa y suele darle a todo un tinte devoto.
Entusiasmóle por completo este pensamiento, que acallaba sus escrúpulos y satisfacía su vanidad, imaginándose ver ya en todos los periódicos de Europa pomposos elogios tributados a la piadosa munificencia de la excelentísima señora condesa de Albornoz.
En un paréntesis agregaba el señor alcalde, que mi tía era uno de los palmitos más codiciados de la piadosa y próspera Pluviosilla.
Eran curas en su mayoría, pues don Ramón, persona piadosa y amiga de hacer limosnas por mano de la Iglesia, figuraba como el banquero del clero, y en las sacristías su nombre alcanzaba gran prestigio.
¡Ved! Los mismos carpinteros que ayer improvisaban un tablado sobre las butacas de los Teatros para disponer aquellas mascaradas frenéticas de toda una noche, que terminaban siempre con la consabida , arreglan hoy en las Iglesias los Monumentos del Jueves-Santo: las mismas damas que diableaban hace un mes en el Teatro Real bajo un antifaz de seda, o mejor dicho, sin el antifaz que usan todo el año, se preparan hoy a pedir limosna para los niños de la Inclusa en las puertas de los templos: los tertulios de sus salones y de sus palcos, o los ginetes que en el Prado suelen acercarse a la portezuela de sus coches, son invitados, no a una , ni a una conferencia matinal en el tocador, ni a un día de campo en Aranjuez, sino a San Luis, a San Antonio de los Portugueses o a Santo Tomás, a que contribuyan con un pedacito de oro a dejar bien puesto el pabellón de las bellas postulantes: los más empedernidos Lovelaces obedecerán el Jueves a tan piadosa intimación, después de lo cual se plantarán en frente de las iglesias a ver entrar y salir a las mujeres, lo mismo a las casadas que a las solteras y a las viudas, pareciéndose en esto a aquel de quien se dijo:.
No ¡qué tontuna!dijo Fortunata, aquella vez más piadosa que sincera.
Sólo Jacinta, más piadosa, agitaba el agua queriendo hacerle creer que aquello era muy divertido.
¡Le estaba viendo! La contemplación ideal de lo que aquellas facciones tenían de desconocido, el trasunto de las facciones de la madre, era lo que más trastornaba a Jacinta, enturbiando su piadosa alegría.
Y mi madre, que era muy piadosa, no me permitió jamás juntarme con las señoritas para jugar ni nada por razones de decoro.
Todo esto estaba mirando Leonisa, que ya habia vuelto en sí, y viéndose en poder de los cosarios derramaba abundancia de hermosas lágrimas, y torciendo sus manos delicadas, sin hablar palabra estaba atenta a ver si entendia lo que los turcos decian: mas uno de los cristianos del remo le dijo en italiano cómo el arraez mandaba ahorcar aquel cristiano, señalándome a mí, porque habia muerto en su defensa a cuatro de los mejores soldados de las galeotas: lo cual oido y entendido por Leonisa, la vez primera que se mostró para mí piadosa, dijo al cautivo que dijese a los turcos que no me ahorcasen, porque perderian un gran rescate, y que les rogaba volviesen a Trápana, que luego me rescatarian: esta, digo, fué la primera, y aun será la última caridad que usó conmigo Leonisa, y todo para mayor mal mio.
A vos y de vos la pido replicó don Quijote, porque ni yo soy de mármol ni vos de bronce, ni ahora son las diez del día, sino media noche, y aun un poco más, según imagino, y en una estancia más cerrada y secreta que lo debió de ser la cueva donde el traidor y atrevido Eneas gozó a la hermosa y piadosa Dido.
¡Oh Quiteria, que has venido a ser piadosa a tiempo cuando tu piedad ha de servir de cuchillo que me acabe de quitar la vida, pues ya no tengo fuerzas para llevar la gloria que me das en escogerme por tuyo, ni para suspender el dolor que tan apriesa me va cubriendo los ojos con la espantosa sombra de la muerte! Lo que te suplico es, ¡oh fatal estrella mía!, que la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo, sino que confieses y digas que, sin hacer fuerza a tu voluntad, me la entregas y me la das como a tu legítimo esposo, pues no es razón que en un trance como éste me engañes, ni uses de fingimientos con quien tantas verdades ha tratado contigo.

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