Ejemplos con pereza

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Recordaba que su frente había buscado con mortal pereza un apoyo en el hombro de Pep, que las fuerzas le iban abandonando, como si la vida se escapase con el chorreo caliente y viscoso que cosquilleaba a lo largo de su pecho y su espalda.
Pero una pereza de su voluntad le hacía considerar la vuelta a la patria como algo absurdo é inútil.
Sentía, una pereza irresistible cuando sus aficiones pretendían empujarle, como en otros tiempos, a las compras incesantes.
Trababan conversación, y las de Amézaga hablaban como con pereza y desdén, mirando al cielo o a los transeúntes, e hiriendo la arena con el cuento de las sombrillas.
Sí, la campana de don Miguel, la que todas las tardes les avisaba el momento de sacudir la dulce pereza, de levantarse y comenzar los preparativos de partida Don Miguel era Cervantes, y la campana la de un convento inmediato donde aquél había sido enterrado.
Y como conocía la isla, por haber bajado a ella en anteriores navegaciones, volvió a acostarse para gozar despierto del regodeo de la pereza, mientras en los camarotes inmediatos chocaban puertas, se cruzaban llamamientos en distintos idiomas, y sonaba en los corredores un trote de gentes apresuradas, atraídas por el encanto de la tierra nueva.
Comentaban a coro el atraso y la pereza de aquella tierra.
Hombre, Piscis ¡tengo una pereza! ¿Quieres hacerme el favor de ir a la cuadra y decirle a Pepe que le dé otra untura de aceite al Romero?.
El Duque, que había comenzado a enumerar las ventajas de que los españoles estábamos dotados, no acababa de salir del contorno, de la luz, del color, se perdía en disquisiciones pictóricas que los comensales escuchaban con los ojos muy abiertos, sin comprender, moviendo con pereza las mandíbulas.
Tiraré por tí del hilito, para que las buenas madres no se enteren de tu pereza.
¿No los expulsaría, indignado? Pues esto deseaba él para los enemigos de la vida, para los que maldecían como pecados las más gratas dulzuras de la existencia, para los que adoraban la castidad antipática de la virgen sobre la soberana fecundidad de la madre, y ensalzaban la pereza contemplativa, considerando el trabajo como un castigo, y hacían la apología de la vagancia y la miseria convirtiéndolas en el estado perfecto, y tenían el hambre como signo de santidad y apartaban a las gentes de las felicidades positivas de la tierra, haciéndolas dirigir las miradas a un cielo mentido, y anatematizaban el amor carnal como obra del demonio.
Ustedes son los guerreros de un pueblo que forzosamente ha de vivir en paz, como los seminaristas son los futuros sacerdotes de un país en el que ya no se hacen milagros, ni hay fe, sino rutina y pereza de pensamiento.
Cuando cesó la música y comenzaron a apagarse las luces, los habitantes de la catedral sintieron cierta pereza en abandonar sus asientos.
La secular pereza española, la resistencia a cambiar de postura, el miedo a lo desconocido que sienten todos los pueblos estacionarios, son las causas de que aún continúe esa institución que ni siquiera tiene, como en otras naciones, el éxito militar y el agrandamiento del territorio como justificaciones de su existencia.
El frío era grande y ayudaba a la pereza a mantener agazapados entre las calientes ropas del lecho aun a los más madrugadores.
Para las gentes amigas de clasificaciones, que una vez encasillan a un autor ya no lo sacan, por pereza mental, del alvéolo en que lo colocaron, yo seré siempre, escriba lo que escriba, el ilustre autor de LA BARRACA.
Casi todos los que se hacen ricos niegan el acaso, la fortuna, el hado o la suerte: éstos les parecen vanos nombres, detrás de los cuales procuran ocultarse la pereza, el despilfarro, el desorden y la tontería.
En aquel paseo silencioso, casi desierto, que lentamente se obscurecía, podía forjarse la ilusión de que estaba en un jardín de su propiedad, donde nadie vendría a turbar la pereza dolorosa, el anonadamiento triste en que iba sumiéndose.
A pesar del estado de mi ánimo y del abatimiento de mi espíritu, cuando tejía con ella la red de viva plática, recobraba yo mi buen humor de otro tiempo, y me volvía alegre y jovial, y me olvidaba de esas enervantes melancolías que han sido, y acaso todavía lo son, nota sombría de mi carácter, de este carácter mío soñador y lánguido, dado a la pereza y al fantaseo, al delirio vago y a la meditación sin objeto.
Si la pereza del trabajo material no se apoderase de nuestra mano, citaríamos en montón trozos de riquísima prosa, en que con la rapidez del relámpago pasa una idea brillante, una observación cáustica, un gemido seco, una alegría infantil, sobre el tranquilo reposo de un periodo, ajeno a tales sensaciones por el objeto que describe o el sentimiento que analiza.
Al mismo tiempo la apatía y la pereza quedaban vencidas Andábanle por dentro comezones y pruritos nuevos, un deseo de hacer algo, y de probar su voluntad en actos grandes y difíciles Iba por la calle sin ver a nadie, tropezando con los transeúntes, y a poco se estrella contra un árbol del paseo de Luchana.
La pereza y la debilidad le retenían en el lecho por las mañanas más tiempo del regular, y la pobre doña Lupe pasaba la pena negra para sacarle de las sábanas.
Buen susto nos hemos llevado por la pereza de mi señor hermano en escribir ¿Qué dice? está bueno sin dudaañadió al ver que Pepe Rey abría el pliego con febril impaciencia.
Corrió el tiempo, y no con la lijereza que él quisiera, que los que viven con esperanzas de promesas venideras, siempre imaginan que no vuela el tiempo, sino que anda sobre los piés de la pereza misma.
Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día, y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo.
Apenas la blanca aurora había dado lugar a que el luciente Febo, con el ardor de sus calientes rayos, las líquidas perlas de sus cabellos de oro enjugase, cuando don Quijote, sacudiendo la pereza de sus miembros, se puso en pie y llamó a su escudero Sancho, que aún todavía roncaba, lo cual visto por don Quijote, antes que le despertase, le dijo:.
Muchas veces he dicho lo que vuelvo a decir ahora respondió don Quijote: que la mayor parte de la gente del mundo está de parecer de que no ha habido en él caballeros andantes, y, por parecerme a mí que si el cielo milagrosamente no les da a entender la verdad de que los hubo y de que los hay, cualquier trabajo que se tome ha de ser en vano, como muchas veces me lo ha mostrado la experiencia, no quiero detenerme agora en sacar a vuesa merced del error que con los muchos tiene, lo que pienso hacer es el rogar al cielo le saque dél, y le dé a entender cuán provechosos y cuán necesarios fueron al mundo los caballeros andantes en los pasados siglos, y cuán útiles fueran en el presente si se usaran, pero triunfan ahora, por pecados de las gentes, la pereza, la ociosidad, la gula y el regalo.
Hemos de matar en los gigantes a la soberbia, a la envidia, en la generosidad y buen pecho, a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo, a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos, a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos, a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros.
Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros.
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa, y tales debieron de arder que merecían guardarse en perpetuos archivos, mas no lo permitió su suerte y la pereza del escrutiñador, y así, se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores.

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