Ejemplos con penachudo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No sin cierta curiosidad mezclada de admiración recorrió Matilde con los afligidos ojos estos objetos, deseosa de descubrir cuales fuesen los autores de su rapto y la intención que llevaran en hacerlo. Combinando el respeto de los que la habían conducido con el esmerado aliño de su alojamiento, pensó de pronto si sería un ardid de guerra, guardándola como en rehenes, no sólo para sacar ventajoso partido si llegaba a capitularse, sino al efecto de reprimir por este medio la indómita bravura del altivo conde de Urgel. No obstante duró poco esta ilusión, porque volvió a recordar las terribles predicciones y amenazas de la vieja que se había como complacido en augurarla la más horrorosa suerte. Trémula y temerosa no le quedó otro recurso que un valor resignado y tranquilo, y aquella confianza que tienen en los socorros del cielo las almas naturalmente sublimes y generosas. A pesar de esto tembló involuntariamente y cambió el color al oír los pasos de alguno que subía a su aposento. Abrióse de par en par la puerta y se presentó ante la huérfana ilustre una especie de atleta, hombre enjuto y vigoroso, cuyos miembros parecían haber sido despojados, a fuerza de fatigas, de todo inútil carnosidad. Sólo le quedaban los nervios, los huesos y la piel, ostentando sin embargo una musculatura recia y bien constituida, indicios de haber sufrido mil trabajos, y de hallarse dispuesto a arrostrar otros tantos. Iba con la cabeza descubierta, colgaba de su cuello brillante cadena de oro en prueba de esplendor de su cuna, y sostenía con la siniestra mano un penachudo casco de terso metal, llevando por cimera una enroscada sierpe con escamas de oro. Nada por consiguiente impedía notar que la expresión de su rostro era muy a propósito para inspirar a los demás o un servil abatimiento, o un respetuoso temor. Según el tostado color de sus facciones enérgicamente marcadas, parecía haber hecho largo tiempo la guerra bajo los ardores del sol de Andalucía, cosa muy natural en aquel siglo por hallarse todavía pujantes los hijos de Ismael en la soberbia Granada. Hubiérase podido presumir, cuando no eran agitadas por alguna conmoción viva y bulliciosa, que dormitasen en la ausencia de las pasiones, pero las hinchadas venas de su frente, la frecuencia con que se agitaba su labio superior y se erizaban las cerdas del tupido bigote que lo cubría, decían a primera vista cuán fácil fuese a mover en su robusto pecho una tempestad borrascosa. La menor mirada de sus ardientes ojos revelaba la historia de las dificultades que había vencido, y de los peligros que había despreciado, y era tan visible en su semblante este secreto de su vida, que sólo parecía desear nuevos obstáculos a su voluntad despótica para tener el gusto de removerlos con otras pruebas de serenidad y pujanza. Por lo demás iba vestido de todas sus armas, y colgaba de su lado izquierdo largo acero toledano, cuya pesadez exigía un brazo adiestrado y robusto. Detúvose ante la hija de Armengol que lo contemplaba llena de inquietud y zozobra, y mirándola con ojos en los que se traslucía una cínica desenvoltura empezóla a hablar en estos términos:
Al estrepitoso estruendo de músicas militares marchaba a la cabeza de la vanguardia el conde de Urgel con el acero en la mano, levantada la visera y moviendo airosamente el penachudo yelmo que resplandecía en su cabeza.

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