Ejemplos con pena

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Merecida es mi pena, y yo la acepto con júbilo infinito.
Primera: lo que él dice, a su modo, ¿tiene alguna importancia, merece tomarse la pena de estudiar su idioma endemoniado, para averiguar lo que dice? Segunda: caso que lo que dice es de importancia, ¿qué necesidad hay de inventar un idioma ininteligible para expresarlo? Deseo que me responda a estas dos observaciones usted, señor Escobar, que es persona.
Bueno, pues esa frase es una perogrullada, y no merece la pena perder el tiempo en estudiar el idioma del zapatero, para, en definitiva, venir a averiguar eso.
Angustias, por no causar una pena a Belarmino, repugnaba la idea de la escapatoria.
En medio de la pena y el llanto que nos causaba verla morirse nos hacía reír con sus salidas.
Pues ven acá, mal pecao, y dime: sin ese cuarterón de aceite, y esos dos cuartos de hilo, y ese grano comprado a lance, y el empeño de la manta, y el servir a todo el que se presenta, si se puede y vale la pena, ¿qué sería de nuestros intereses? Acuérdate que cuando nos establecimos, apenas había en casa cuatro mil reales mal contados.
Su única pena al abandonar la corte fué el no haber podido encontrar en ella a , que, sin duda, se hubiera alegrado al conocer la rápida transformación ocurrida últimamente en la fortuna del humilde asistente, pero había andado aquella vez más torpe que de costumbre en el pronunciamiento que fraguaba para adquirir honradamente el segundo entorchado, sorprendióle el Gobierno, y le desterró a Filipinas, pocos días antes de llegar Simón a Madrid.
La pena que le cubre el corazón hácele decir esos textos.
Cuando se tiene una pena no se está para recordar.
Al ser conmutada mi pena, me desterraron a Madrid, sin duda para tenerme el gobierno de entonces más al alcance de su vigilancia, y finalmente, el pueblo de Valencia me eligió diputado, librándome así de nuevas persecuciones gracias a la inmunidad parlamentaria.
¡Si lo sabría ella! Unos perros que no valían la pena de mirarlos.
Aquello era hacer justicia, la pena sentenciada inmediatamente, y nada de papeles, pues éstos sólo sirven para enredar a los hombres honrados.
Allí lloró y lloró, sintiendo con esto un gran alivio, acariciado por las sombras de la noche, que parecían tomar parte en su pena, pues cada vez se hacían más densas, ocultando su llanto infantil.
Valdría la pena consignar aquí el juicio de Angelina acerca de algunos libros.
Quise ahorrarle aquella pena, y le pedí que habláramos de otra cosa, le rogué que no me atormentara, con aquella narración dolorosa.
¡No! ¡Me oirás! ¡Me oirás, Rorró! Sé muy bien que voy a darte una pena pero, óyemeY fingiendo disgusto y como amenazándome, tomó una violeta de larguísimo tallo, y con ella me azotó el rostro cariñosamente, agregando:Me oirá usted, señor mío, o.

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