Ejemplos con pelea

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Cielos, y cómo envidiaba a los que, más osados o más prácticos, o más apremiados por las circunstancias, se lanzaban desde luego a la pelea! ¿Qué importaba allí el temple de los argumentos? ¿Qué más daba que fuesen éstos de acero que de cartón? ¿Decidían acaso las razones aquellos debates? Mal podía ser así, cuando sólo se enteraban de ellos los taquígrafos y algún que otro curioso por observar, no se dijera, sino de decirlo.
Qué, ¿nos lanzamos a la pelea? ¿Llamo a Esteban?.
En la batalla de las Navas da el ejemplo metiéndose en lo más recio de la pelea, por lo que el rey, después de la victoria, le da el señorío de veinte lugares y el de Talavera de la Reina.
Pocos platillos: rica sopa de almendra, sopa de la pelea pasada , como decía don.
Parecía un pavo cuando la excitación de la pelea con otro pavo le convierte en animal feroz.
Marco Antonio ocupado en ofender y defenderse, no advirtió en las razones que las dos le dijeron: ántes cebado en la pelea, hacia cosas al parecer increibles.
Sanó, volvió otra noche, y yo volví a la pelea con mi perra, y sin morderla la arañé todo el cuerpo como si la hubiera cardado como manta: nuestras batallas eran a la sorda, de las cuales salia siempre vencedor, y la negra mal parada, y peor contenta, pero sus enojos se parecian bien en mi pelo y en mi salud: alzóseme con la racion y los huesos, y los mios poco a poco iban señalando los ñudos del espinazo: con todo esto, aunque me quitaron el comer, no me pudieron quitar el ladrar.
De allí a poco asomó la justicia con las prisioneras, y ántes que llegasen, pusieron mano los estudiantes con tal brio y denuedo, que a poco rato no les esperó porqueron en la calle, si bien no pudieron librar mas que a la Esperanza: porque así como los corchetes vieron trabada la pelea, los que llevaban a Claudia y a la Grijalva se fueron con ellas por otra calle, y las pusieron en la cárcel.
Para eso dijo el del Bosque yo daré un suficiente remedio: y es que, antes que comencemos la pelea, yo me llegaré bonitamente a vuestra merced y le daré tres o cuatro bofetadas, que dé con él a mis pies, con las cuales le haré despertar la cólera, aunque esté con más sueño que un lirón.
Eso será dijo Sancho si no se tira con honda, como se tiraron en la pelea de los dos ejércitos, cuando le santiguaron a vuestra merced las muelas y le rompieron el alcuza donde venía aquel benditísimo brebaje que me hizo vomitar las asaduras.
Alojaba acaso aquella noche en la venta un cuadrillero de los que llaman de la Santa Hermandad Vieja de Toledo, el cual, oyendo ansimesmo el estraño estruendo de la pelea, asió de su media vara y de la caja de lata de sus títulos, y entró ascuras en el aposento, diciendo:.
Ya se es ido el caballero: pelea en la guerra, vence al enemigo del rey, gana muchas ciudades, triunfa de muchas batallas, vuelve a la corte, ve a su señora por donde suele, conciértase que la pida a su padre por mujer en pago de sus servicios.
Deja el cielo, ¡oh amistad!, o no permitas que el engaño se vista tu librea, con que destruye a la intención sincera, que si tus apariencias no le quitas, presto ha de verse el mundo en la pelea de la discorde confusión primera.
Entraron con luces y vieron la desigual pelea, acudió el duque a despartirla, y don Quijote dijo a voces:.
No tienen que pararse a escuchar, sino entren a despartir la pelea, o a ayudar a mi amo, aunque ya no será menester, porque, sin duda alguna, el gigante está ya muerto, y dando cuenta a Dios de su pasada y mala vida, que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que es tamaña como un gran cuero de vino.
Y es lo bueno que no tenía los ojos abiertos, porque estaba durmiendo y soñando que estaba en batalla con el gigante, que fue tan intensa la imaginación de la aventura que iba a fenecer, que le hizo soñar que ya había llegado al reino de Micomicón, y que ya estaba en la pelea con su enemigo.
Desa manera, sea en buena hora respondió Sancho, porque antes servirá la tal pelea de despolvorearnos que de herirnos.
¿Y no sabéis vos, gañán, faquín, belitre, que si no fuese por el valor que ella infunde en mi brazo, que no le tendría yo para matar una pulga? Decid, socarrón de lengua viperina, ¿y quién pensáis que ha ganado este reino y cortado la cabeza a este gigante, y héchoos a vos marqués, que todo esto doy ya por hecho y por cosa pasada en cosa juzgada, si no es el valor de Dulcinea, tomando a mi brazo por instrumento de sus hazañas? Ella pelea en mí, y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser.
Mirad cómo allí se pelea por la espada, aquí por el caballo, acullá por el águila, acá por el yelmo, y todos peleamos, y todos no nos entendemos.

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