Ejemplos con pañoletas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El edificio ha sido decorado con pañoletas, placas conmemorativas, fotografías, posters e insignias.
Cuando adoptaron el traje de los recién desaparecidos, agregaron el coton de jantetelcos adornos con perlas, listones y moños multicolores, cambiaron los huaraches por tenis con moños de colores, multiplicaron pañoletas sustituyéndolas por los gaznes bordados.
Llevando impreso un diseño de mujeres con pelucas blancas, estas pañoletas hechas por encargo fueron bautizadas como Jeu des Omnibus et Dames Blanches.
Desde este año se marca un nuevo estilo de casetas gracias al pintor Gustavo Bacarisas con un dibujo que consistía en unas pañoletas unificadas en las casetas.
Las mujeres llevan siempre el cabello largo y cubierto con pañoletas, tradicionalmente, una mujer judía ortodoxa jamás muestra su cabello a nadie sino a su esposo, en la intimidad.
¡tenía una ropa tan bien hecha! ¡lucía tan completamente el talle, yendo en cuerpo gentil, sin miedo a que se dibujasen sus formas, cuando entónces, en aquella Ciudad, todas las mujeres se ponian unos coletillos debajo del vestido y unas pañoletas encima de él, prendidas con centenares de alfileres, y luégo otro pañuelo o manteleta más grande, que hacian perder hasta la menor idea de los naturales encantos!.
¿Quién olvidará sus talles altos, sus ampulosos senos, sus peinados de tres lazos y sus pañoletas de colores? Estaban como dos estatuas de la ambición doméstico-palatina, erigidas en el centro del arco que formaba la comisión de príncipes y magnates.
Mucho tiempo hacía que había pasado la moda del alto tupé, de las almidonadas y blancas pañoletas, y del zapatito bordado de lentejuelas y alto y encarnado tacón, pero pareciendole este atavío a doña Isabel el más digno y más apropiado a una verdadera señora, como ella solía decir, no quiso abandonar jamás aquella moda de su juventud que tan buenos tiempos le recordaba, y con la cual había robado tantos y tantos corazones.
El teatro de nuestra peregrinación quedaba acotado ya de Norte a Sur entre el Veleta, que acabábamos de contemplar, y las dos pañoletas azules que a la sazón estábamos contemplando.
Doña Escolástica y su hija llevaban vestidos de percal rayado, pañoletas de espumilla a la garganta y pañuelos de seda cruda con grandes lunares sobre la cabeza y anudados bajo la barbilla.

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