Ejemplos con panadera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En ella se relatan sus amores con distintas mujeres, todas de diferente origen y condición social: una monja, una mora, una dueña que vio estar orando, una panadera, una mujer de alta posición, varias serranas, etcétera, ayudado por una tercera o alcahueta, Urraca, más conocida como la Trotaconventos.
Las Coplas de de la Panadera, que relatan los momentos previos al citado enfrentamiento, describen el ardor guerrero del obispo de la siguiente manera:.
La industria panadera cambiará a partir de aquí ya que, al entenderse los mecanismos de levado del pan, pronto aparecerán nuevas invenciones que permitan levarlo sin la necesidad de levaduras orgánicas.
Las películas que siguen son de corte romántico por los que se hizo famosa en toda Europa: Los jóvenes años de una reina, La panadera y el emperador, Christine, Sissi, Sissi emperatriz y el destino de Sissi, la mayoría ambientados en la Viena imperial.
Muy cerca de estos lugares se localiza la población de La Panadera, en la cual las mujeres calvillenses elaboran prendas bordadas y deshiladas.
De la persecución popular surgió una tradición portuguesa en torno a la batalla: una mujer, de nombre Brites de Almeida, recordada como la Panadera de Aljubarrota, muy fuerte y con seis dedos en cada mano, emboscó y mató con sus propias manos a muchos castellanos en fuga.
Nace en una familia de campesinos pobre, su padre, Márton Móra era un peletero remendón, más tarde se hizo artesano, su madre, Anna Juhász era panadera.
Después de su profesión, pasó por todos los oficios y cargos del monasterio, desde el más humilde hasta el más honroso, siendo sucesivamente cocinera, despensera, enfermera, tornera, panadera, sacristana, maestra de novicias y, finalmente, abadesa, cargo que ejerció once años hasta su muerte.
Asegurábase que tenía la culpa el ron y una panadera de Cebre, con salud para vender y regalar cuatro doctores higienistas.
El médico de Cebre, atrabiliario, magro y disputador, el notario, coloradote y barbudo, osaban decir chistes, referir anécdotas, el sobrino del cura de Boán, estudiante de derecho, muy enamorado de condición, hablaba de mujeres, ponderaba la gracia de las señoritas de Molende y la lozanía de una panadera de Cebre, muy nombrada en el país, los curas al pronto no tomaron parte, y como Julián bajase la vista, algunos comensales, después de observarle de reojo, se hicieron los desentendidos.
La panadera dijo entonces: «ténganse vuesamercedes», echó un panecito en la hoguera, y el incendio se extinguió tan rápidamente como no lo obtendrían hoy todas las compañías de bomberos reunidas.
Y por obedecer a don Pedro que nos llamaba, apartámonos de la linda panadera que nos empujaba con los ojos hacia él mientras se despedía de nosotros «hasta luego», pero de tal modo, que con ello y con algo más que yo había creído notar antes, y un poco de malicia que nunca falta en los pensamientos de los hombres en determinados casos, como aquél, no pude menos de exclamar en mis adentros:.
Y fue a pedir a su amiga, la panadera, ropa humilde de cristiana.
Muchas otras dádivas envió Creso que nada tenían de particular, entre ellas ciertos globos de plata fundida, y una estatua de oro de una mujer, alta tres codos, que dicen los Delfos ser la panadera de Creso.
Cuando declaradamente se quisieron rebelar, tomaron una resolución más bárbara aun que extraña, cual fue la de juntar en un lugar mismo a todas las mujeres y hacerlas morir estranguladas, exceptuando solamente a sus madres y reservándose cada cual una sola mujer, la que fuese más de su agrado: el motivo de reservarla no era otro sino el de tener panadera en casa, y el de ahogar a las demás el de no querer tantas bocas que consumieran su pan.
Estando, pues, en su faena la real panadera, cuantas veces cocía el pan para su criado y mozuelo Perdicas, levantábasele tanto el horno que venía a salir doblemente mayor de lo que correspondía.
Jacinta, una panadera de Güeñes que venía de Castro con otras vecinas montadas en su mula, decía a sus compañeras:.
Mientras yo le he hecho compañía ha tenido paciencia, pero desde que recobró la libertad, gracias a que pude probar, con la declaración de Jacinta la panadera y otros testigos que pasé la noche de la fiesta cantando al lado de mi oya, el pobre se muere de fastidio, y dice que va a cantar, para que, atraídos por su canto, vayáis a hacerle compañía.
Pero el milagro que llevó a su apogeo el aprecio popular por los panecillos y que hizo caldo gordo a la panadera, fue el siguiente, que vale por una gruesa de milagros.
La guerra civil asomaba las narices en el hogar de la panadera, entusiasta devota del Tolentino.
Detúvose cerca de los puestos de pan, y acercándose a una panadera, la dijo con tono familiar y alegre:.
En una ocasión dijo la panadera que ese día no había panes, sino el uparse el dedo meñique, porque un descuido del maestro del amasijo bahía hecho que se quemasen en el horno y la masa estaba carbonizada.
Cada vez quo amainaba la ganancia o amenazaba decaer la moda de los panecitos, nuestra panadera encontraba a mano un milagro.
La panadera por su cuenta vendía también panecitos hechizos o sin bendecir, que eran consumidos por los niños de la ciudad.
Sentado yo en un trozo de construcción de adobes, que lo mismo podía ser resto de un edificio que principio de él, a mi espalda veía las chozas que se arman en las eras para guardar la mies en gavillas, frente a mí, casas mezquinas agrupadas, como si quisieran formar calles, a mi derecha, la de La Panadera, grande y con letreros, en que se distinguían las palabras Salvados, Harinas.
En la casa de La Panadera se quedó Navascués, inseparable amigo del otro peine, y su mono de imitación, con tan mala sombra, que cuantas aventuras intenta son bajas parodias de las del maestro.
La señora puso término a la fiesta, despidió a los pocos convidados que allí quedaban, dio licencia a los músicos, y a mí las buenas noches, agarrando por un brazo a Gracián, el cual es dueño del corazón de aquella tarasca, según me dijeron los músicos momentos después, añadiendo que a la señora se la conoce por La Panadera y que es viuda y rica.
Jacinta la panadera salía de la iglesia con su mantilla de franela y su vestido de estameña de Toledo, alegre como una Pascua, y aseada como generalmente lo son las aldeanas del nobilísimo y leal Señorío.
-¡Virgen Santísima! -exclamó la panadera, abriendo sus brazos al joven- ¡Ignacio!.
La panadera le miró sorprendida, y sin que pareciera picarse por el calificativo de rábula con que en Vizcaya se tienta la paciencia a los de Güeñes, del mismo modo que con el de brujos a los de Zalla, y el de hechiceros o legadores a los de Galdames.

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