Ejemplos con pana

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Así también, el Resucitado no es una imagen de vestir, tan sólo se le es colocada una banda de pana bordada que cubre parte de su cuerpo.
Esto se ilustra en una escena con el escritor Harlan Ellison, que lleva puestos pantalones de pana, un jersey Shetland y una chaqueta de ante en un club.
Luce saya en tisú de plata bordada por García Poo, y manto en pana aterciopelada en rojo, por el taller de la Hermandad.
Todos estos coches motores recibieron nueva motorización Cummins, y la unidad que cumplía los servicios deferenciales en el Ferrocarril General Mitre, recibío equipos de aire acondicionado, nuevos tapizados de pana en sus asientos, se alfombraron sus pisos y se lo equipo con música funcional.
Esta formación fue modificada en su interior con el agregado de aire acondicionado y asientos de pana.
Allí actuaron vestidos de labradores, con boinas, expresión ceñuda y pantalones de pana, logrando la popularidad.
Prat pana - El Naraka del gran calor.
Prat pana el Naraka del gran calentamiento.
Va vestido con pantalón y chaqueta de pana negros, camisa blanca y sombrero de copa.
Se hicieron buenos amigos, más tarde Hamnett recordaría cómo una vez tomó prestados un jersey y unos pantalones de pana de Modigliani y fue a La Rotonde y bailó en la calle toda la noche.
Aquellos payeses vestidos de pana azul, con sus fajas y corbatas de color y sus flores detrás de las orejas, le habían parecido en los primeros momentos figulinas originales creadas únicamente para servir de adorno a los campos, coristas de una opereta pastoril lánguida y dulzona, pero ahora los conocía mejor, eran hombres como los demás, y hombres bárbaros, en los que el roce de la civilización apenas había logrado un leve pulimento, conservando todas las angulosidades cortantes de su rudeza ancestral.
Las , agarradas del talle o apoyadas unas en los hombros de otras, miraban con virtuosa hostilidad a los mozos, que se pavoneaban en el centro de la plaza, las manos metidas en el cinto, el ancho castoreño echado atrás para dejar al descubierto las rizos de su frente, el cuello envuelto en bordado pañuelo o corbata de cintas, y las alpargatas de inmaculada blancura casi ocultas por la boca del pantalón de pana en forma de pata de elefante.
La caza le hizo preferir la blusa y el pantalón de pana de los payeses.
El campesino calzaba alpargatas blancas, sobre las que caía la ancha campana de un pantalón de pana azul.
Al llegar al pequeño taller le vió con la gorra sobre una oreja, anchos pantalones de pana a la mameluca, borceguíes claveteados y varias banderitas y escarapelas tricolores en las solapas de la chaqueta.
A pesar de su traje de pana y su bolsa de lienzo repleta, tenía el mismo aspecto grandioso y heroico de las figuras de Rude en el Arco de Triunfo.
Parecían obreros de una fábrica de metalurgia, fundidores y ajustadores, con pantalones y chalecos de pana.
Iba vestido de flamante pana, sobre el chaleco brillábale una gruesa cadena de oro y calzaba altas polainas fabricadas con la tela impermeable que servía de forro a las cajas de dinamita.
Y siguió adelante, siendo recibido por su perro, que saltaba ante él, restregando sus lanas en la pana de los pantalones.
Vestía de labrador, pero el modo de llevar el pañuelo anudado a la cabeza, sus pantalones de pana y otros detalles de su traje, delataban que no era de la huerta, donde el adorno personal ha ido poco a poco contaminándose del gusto de la ciudad.
Abajo, alpargatas rotas, siempre manchadas de barro, viejos pantalones de pana, manos escamosas, ásperas, conservando en las grietas de la piel la tierra de su huertecito, un cuadrado de hortalizas que tenía frente a la barraca, y muchas veces era lo único que llenaba su puchero.
Allí estaban, en cuerpo de camisa, con pantalones de pana, ventruda faja negra y pañuelo a la cabeza en forma de mitra, todos los hombres del contorno.
Más allá, un viejo, de capote antes negro y ahora tornasol, cofrade de la Vela Perpétua, hermano de la Tercera Orden de San Francisco, el panadero de flamante azulada camisa, faja purpúrea, flecada de blanco, y sombrero a lo terne, unos rancheros, muy orondos con la calzonera de pana y el sombrero galoneado, unas lavanderas, que hacían ruido de huracán con sus enaguas tiesas, unos gachupincillos, vendedores de ropa o dependientes de El Puerto de Vigo , inocentones, recién llegados, toscos de pies, mirando a todos con airecillo protector, una media docena de pisaverdes villaverdinos, jinetes en buenos caballos, y al fin, solo, en el overo acabado de comprar, el hijo del alcalde.
Por la mañana arremolinábase la gente, con empujones y codazos, en torno de los revendedores que en la plaza de San Francisco voceaban las de sol y de sombra , y como si la ciudad acabase de sufrir una invasión, tropezábase en todas partes con gentes de la huerta y de los pueblos: unos con pantalones de pana y manta multicolor, y otros, los tipos socarrones de la Ribera, vestidos de paño negro y fino, la chaqueta al hombro, dejando al descubierto la blanca manga de la camisa, los botines de goma entorpeciéndoles el paso, y en la mano un bastoncillo delgado, casi infantil, movido siempre con insolencia agresiva.
El flaco macho que los había conducido quedaba en la posada de , esperando tomar la vuelta a las áridas montañas de Teruel, y el padre y el hijo, con los trajes de pana deslustrados en costuras y rodilleras y el pañuelo anudado a las sienes como una estrecha cinta, iban por las tiendas, de puerta en puerta, vergonzosos y encogidos, como si pidiesen limosna, preguntando si necesitaban un.
Juan Pablo y Feijoo pertenecían a esta categoría, pero el segundo no se sentaba nunca en el diván, porque le daba calor la pana, sino en una de las sillas de fuera, tomando café en un ángulo de la mesa y volviendo la espalda a los individuos de la mesa inmediata.
Plácido, ¿tiene usted pana azul?.
¡Pana azul!, ¿y quién te mete a ti en esos lujos? Sí que la tengo, pero es cara para ti.
Era un hombre simpático, no muy limpio, de barba inculta, la nariz muy gruesa, personalidad negligente, terminada por arriba en una caballera de matorral, que debía de tener muy poco trato con los peines, y por abajo en anchas y muy usadas pantuflas de pana, que iba arrastrando por los ladrillos de la rebotica y laboratorio.
Detúvose el grupo, el gaitero, vestido de pana azul, en actitud de cansancio, dejando desinflarse la gaita, cuyo caía sobre los rojos flecos del roncón, se limpiaba la frente sudorosa con un pañuelo de seda, y los reflejos de la paja ardiendo y de las luces que alumbraban la casa del cura permitían distinguir su cara guapota, de correctas facciones, realzada por arrogantes patillas castañas.

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