Ejemplos con pación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

-Coscojo, coscojo, por decir coscojo, no es tanto como a usté se le figura el que a mí me ha entrao, pero mire usté, señor don Román, que tengo mucho ganao en la ''corte'', que con el solano de antaño no hemos tenío ''pación ni toñá'', que el agosto puede ser, u puede no ser, que si no es, el ganao no ha de roer los peales, que ahora se paga bien, que tengo hoy dos novillas que nos pueden dejar a usté y a mí un platal de ganancia, porque... mejorando lo presente, espejos de cristal paecen pa mirarse la cara en ellos... vamos, que regienden de gordas y se pueden lavar con dos cuartos de aceite.
Las témporas de San Mateo habían quedado de sur, y según el almanaque montañés, así debía seguir el tiempo hasta las de Navidad, lo cual vendría de perlas para secar el maíz y las castañas, y asegurar una excelente pación a los ganados al derrotarse las mieses.
Y en esto, avanzaba diciembre, desapareció por completo el Sur, y aunque la alfombra de verdura, con todos los imaginables tonos de este color, cubría la vega, la sierra y los montes, porque estas galas no las pierde jamás el incomparable paisaje montañés, los desnudos árboles lloraban gota a gota por las mañanas el rocío o la lluvia de la noche, relucía el barro de las callejas, porque el sol que alumbraba en los descansos de los aguaceros no calentaba bastante para secarle, andaba errabunda y quejumbrosa de bardal en bardal, arisca y azorada, la negra miruella, que en mayo alegra las enramadas con armoniosos cantos, picoteaba ya el nevero' en las corraladas, y acercábase el colorín al calorcillo de los hogares, derramábanse por las mieses nubes de tordipollos y otras aves de costa, arrojadas por los fríos y los temporales de sus playas del Norte, blanqueaban los altos picos lejanos cargados de nieve, cortaban las brisas, reinaba la soledad en los campos y la quietud en las barriadas, iba la pación de capa caída, y mientras al anochecer se arrimaban las gentes al calor de la zaramada, ardiendo sobre la borona que se cocía en el llar, y se estrellaba contra las paredes del vendaval la fría cellisca, la aguantaba el ganado, de vuelta de las encharcadas y raídas mieses, rumiando a la puerta del corral, con el lomo encorvado, erizado el pelo, la cabeza gacha, el cuello retorcido y el rabo entre las patas, señales, éstas y aquéllas, de que se estaba en el corazón del invierno, nunca tan triste ni tan crudo como la fama le pinta, ni tan malo como muchos de ultrapuertos, que la gozan de buenos sin merecerla.

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