Ejemplos con oropel

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dragones de oropel: Se encuentran en desiertos cálidos y se caracterizan sobre todo por su vena habladora, que a veces llevan hasta extremos de retener una criatura que no quiera hablar con ellos hasta no quedar a gusto.
Alfonsa de la Torre renuncia, pronto, al oropel de los círculos literarios y marcha a su villa natal, Cuéllar, después de haber viajado por toda Europa.
Su madre era una tramposa capaz de todos los enredos y vergüenzas para conservar el falso oropel de su vida, su madre despreciaba las murmuraciones que herían hondamente el honor de la familia, dejaba a las hijas que se arrojasen en el peligro, arrastradas por la desesperada audacia de cazar un novio, y al final se entregaba como una perdida en brazos de un amigo de su esposo, se vendía infamemente cuando estaba próxima a la vejez, manchando todo su pasado, por una necesidad del orgullo.
Todo lo demás que en ellos envidia la multitud es como la corona de oropel que ciñe la frente del comediante.
Sobre asientos y muebles había muchas ropas adornadas de oropel y talco.
Durante la breve pausa que siguió a los últimos conceptos de Guillermina, el infeliz hombre cayó en su conciencia como en un pozo, y allí se vio tal cual era realmente, despojado de los trapos de oropel en que su amor propio le envolvía, pensó lo que otras veces había pensado, y se dijo en sustancia: Si soy un verídico mulo, un buen Juan que no sabe matar un mosquito, y esta diabla de santa tiene dentro el cuerpo al Pae Eterno.
—Puesto que estos señores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y que por tuya te me han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la mas fuerte de todas, que no quiero serlo sino es con las condiciones que ántes que aquí vinieses entre los dos concertamos: dos años has de vivir en nuestra compañía primero que de la mia goces, porque tú no te arrepientas por lijero, ni yo quede engañada por presurosa: condiciones rompen leyes, las que te he puesto sabes, si las quisieres guardar, podrá ser que sea tuya y tú seas mio, y donde no, aun no es muerta la mula, tus vestidos están enteros, y de tu dinero no te falta un ardite: la ausencia que has hecho no ha sido aun de un dia, que de lo que dél falta te puedes servir y dar lugar que consideres lo que mas te conviene: estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo, pero no mi alma, que es libre, y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere: si te quedas, te estimaré en mucho, si te vuelves, no te tendré en ménos, porque a mi parecer los ímpetus amorosos corren a rienda suelta hasta que encuentran con la razon o con el desengaño: y no querria yo que fueses tú para conmigo como es el cazador, que en alcanzando la liebre que sigue, la coge, y la deja por correr tras otra que le huye: ojos hay engañados que a la primera vista tan bien les parece el oropel como el oro, pero a poco rato bien conocen la diferencia que hay de lo fino a lo falso: esta mi hermosura, que tú dices que tengo, que la estimas sobre el sol y la encareces sobre el oro, ¿qué sé yo si de cerca te parecerá sombra, y tocada caerás en que es de alquimia? Dos años te doy de tiempo para que tantees y ponderes lo que será bien que escojas, o que será justo que deseches: que la prenda que una vez comprada, nadie se puede deshacer de ella sino con la muerte, bien es que haya tiempo y mucho para miralla, y miralla, y ver en ella las faltas o las virtudes que tiene, que yo no me rijo por la bárbara é insolente licencia que estos mis parientes se han tomado de dejar las mujeres, o castigarlas cuando se les antoja: y como yo no pienso hacer cosa que llame al castigo, no quiero tomar compañía que por su gusto me deseche.
Eso es lo que yo digo, y quisiera que a estos tales los pusieran en una prensa, y a fuerza de vueltas les sacaran el jugo de lo que saben, porque no anduviesen engañando al mundo con el oropel de sus gregüescos rotos y sus latines falsos, como hacen los portugueses con los negros de Guinea.
Nunca los cetros y coronas de los emperadores farsantes respondió Sancho Panza fueron de oro puro, sino de oropel o hoja de lata.
Enamoróla el oropel de sus vistosos trajes, encantáronla sus romances, que de cada uno que componía daba veinte traslados, llegaron a sus oídos las hazañas que él de sí mismo había referido, y, finalmente, que así el diablo lo debía de tener ordenado, ella se vino a enamorar dél, antes que en él naciese presunción de solicitalla.
No se resignan a que, siendo su arte más espiritual, más alto, más sublime, el propio de nuestra época, el teatro -por ser arte, más espectáculo- se lleve el oropel, los triunfos rimbombantes.
Ojos hay engañados que a la primera vista tan bien les parece el oropel como el oro, pero a poco rato bien conocen la diferencia que hay de lo fino a lo falso.
Las imagino después el oropel de una corona destrozada de cómico.
Que todo músico de cítara no pueda comer más que fideos y almendradas, y que se vista de oropel.
Soy un hombre como vos, disfrazado con el oropel de una pompa social que ha llegado a ser una necesidad constitutiva de la época: reconocedla y acatadla, pero al hacerlo, guardaos de no traspasar la línea que separa la potestad divina de la humana.
Iban sumergiéndose en golfos de sombra los frescos angelotes, los follajes de oropel y briche, las bermejas rosas artificiales de los tiestos, las estrellas de talco sembradas por el fantástico pabellón de nubes.
¡Hojarasca y soplillo! ¡Oropel, puro oropel!.
Y el mundo que es del oropel idólatra,.
Y virrey que no habla a la fantasía, virrey sin oropel y sin relumbrones, es una falsificación del tipo, como si dijéramos un santo sin altar y sin devotos.
¿Qué mucho que la España de entonces trocase su libertad interior por el dominio en lo exterior, si hemos visto en los tiempos modernos a una gran nación que se decía harto más adelantada, a una nación que parecía haber sacudido para siempre toda especie de tiranos por medio de la más sangrienta Revolución, si la hemos visto, decimos, coronar a un nuevo déspota, que no necesitó para ceñirse con una mano la corona imperial sino alargar con la otra a los republicanos más ardientes laureles perecederos y el oropel de una pasajera conquista?.
Parece, que la nación no conocía, en aquella crisis política de Europa, sus verdaderos intereses, y que adoptó lo contrario, de cuanto ellos no debían dictar: miradas las cosas con diligencia y examen, sin llevarse del oropel de dictados, y trofeos vanos.
»¿Qué se han hecho esas ventajas tan jactadas por ti y por tus semejantes? Concédote cierta ilustración aparente que ha despojado a nuestro siglo de la austeridad y rigor de los pasados, pero, ¿sabes de qué sirve esta mutación, este oropel que brilla en toda Europa y deslumbra a los menos cuerdos? Creo firmemente que no sirve más que de confundir el orden respectivo, establecido para el bien de cada estado en particular.
- Mentira, oropel, la puerta es de hierro, cierra una cárcel.
«No era él un don Custodio, ignorante de lo que es el mundo, lleno de ensueños, ambicioso de cierto oropel eclesiástico, que tal vez se gana en el confesonario, para que le halagasen todavía revelaciones imprudentes, que sólo servían para inundarle el alma de hastío.
Habríase dicho una ficción, por momentos, una falsa imitación más bien, de saber y de talento, el oropel de una apoteosis de teatro, trabajada, artificial, la luz del gas simulando el sol.
Y, solo porque dotado de la astucia felina de su raza, su único bagaje intelectual, poseía el don de sustraerse a las miradas ajenas, de disfrazar, envuelto en el oropel de una verbosidad insustancial y hueca, todo el árido vacío de su cabeza, no faltaba quien dijera de él que también tenía talento.
Sí, era la misma: tocada por el soplo ardiente que vagaba en la atmósfera social, se había nutrido con el ejemplo del boato y el oropel: había crecido apurando humillaciones, y aprovechaba la primera oportunidad propicia para tomar la revancha y marearse en ese grato ambiente, porque tanto habían suspirado sus pulmones.
La joven no paró hasta comprar cortinas para las dos ventanas y la puerta que comunicaba con su dormitorio: ella misma las había escogido en una tapicería: le mostraron unas galerías de madera, elegantes en su sencillez y otras de lata dorada: éstas a últimas eran de un precio inferior, y Dorotea se decidió por ellas, porque le parecieron las mejores: el oropel la enloquecía.
Era preciso que usted pudiese apreciar vivos estos dos cuadros para que no dudase sobre cuál de ellos cernía más el tedio sus negras alas, y qué generación vivía más tranquila y más risueña, si la que se cubre con el oropel de la moderna sabiduría, o la cobijada bajo los harapos de nuestra vieja ignorancia.

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