Ejemplos con orgullosas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Buscando en el fondo otro encuentro con una bella mujer de su pasado inmediato, sufrió un accidente, y se dirigió entonces -no sin orgullosas vacilaciones- de vuelta al convento.
Argensola escuchaba con asombro estas afirmaciones orgullosas.
Los marroquíes feroces, los negros de mentalidad infantil, los indostánicos tétricos, le parecían más respetables que todas las togas de armiño que desfilaban orgullosas y guerreras por los claustros de las universidades alemanas.
Acompañábanlos dos muchachas, orgullosas de esa opulencia, cuya magnitud se acusaba en la expresión un tanto hastiada de los mensú, arrastrando consigo mañana y tarde por las calles caldeadas, una infección de tabaco negro y extracto de obraje.
¡Fantasías de artista! ¡Cavilaciones de poeta! ¿Qué tenían que ver el amor y la riqueza para que los colocasen juntos, como antitéticos e inconfundibles? Él quería ser rico por serlo, por conocer las dulzuras del más irresistible de los poderes, las satisfacciones orgullosas y egoístas que proporciona la llamada potencia de dominación.
En pocos días desplegó como en un gran telón ante los ojos pasmados de la joven, el mundo cortesano que tanto ansiaba ella conocer, la vida íntima, secreta, de aquellos jóvenes pálidos, de bigotes retorcidos, que veía pasar en la Castellana guiando lujosos trenes, de aquellas lindas y orgullosas damas, que ostentaban en su carruaje timbre ducal y apenas se dignaban dejar caer sobre ella una mirada indiferente y desdeñosa.
¿Qué iban a hacer ellas cuando se vieran confundidas entre las cursis que paseaban a pie por la Alameda? ¿Qué dirían las amigas al ver que transcurría el tiempo y la hermosa galerita, de que tan orgullosas estaban, permanecía arrinconada en la cochera? Porque las dos, aunque su mamá, por no entristecerlas, las ocultaba el estado de la casa, tenían pleno conocimiento de los apuros de la familia y estaban seguras de la imposibilidad de reemplazar el viejo pero brioso caballo por otro que valiese tanto como él.
¿Dónde están los tejidos de pura seda que un puñal no podía atravesar? ¿Dónde los terciopelos que pasaban de abuelos a nietos, como si acabasen de salir de la tienda? Aquello acabó, y ahora sólo queda la sedería de Lyón, mírame y no me toques , algodón malo, géneros que no duran un año, porquerías con las que van tan orgullosas estas señoritas del día.
Oyendo estas ponderaciones orgullosas, Fortunata se echaba a pensar qué cosa tan empingorotada sería aquel destino del papá de su amiga.
Arnaiz el gordo también se pirra por hablar de linajes y por buscar parentescos, averiguando orígenes humildes de fortunas orgullosas, y haciendo hincapié en la desigualdad de ciertos matrimonios, a los cuales, en rigor de verdad, se debe la formación del terreno democrático sobre que se asienta la sociedad española.
Además, las señoritas de la Lage, por su alcurnia, por los humos aristocráticos de su padre, y la especie de aureola con que pretendía rodearlas, por su belleza, eran blanco de bastantes envidillas y murmuraciones: cuando no se las motejaba de orgullosas, se recurría a tacharlas de coquetas.
Antonio de la Cruz, eran piezas respetables, orgullosas de sí mismas.
Tenían un trato seco, eran intolerantes, rígidas, orgullosas.
Tenía dos hijas, como ella orgullosas y que en todo se le asemejaban.
En el espaciosísimo salón de los Peñalbas, innúmeras bujías, encajadas en broncíneos candelabros vetustos, lucían orgullosas.
¿Y es nuevo en ellos el destronar príncipes, sembrar disensiones intestinas, y recoger a manos llenas el sangriento fruto de sus tramas? La Grecia desunida, Sicilia revuelta, Nápoles sojuzgada os dirán lo que tenéis que esperar de sus armas orgullosas.
No obstante, fuerza es decir que las orgullosas palabras de Castiglione le habían.
Pero rebosa su guitarra de décimas alusivas, que acarician o pinchan, alaban o critican, piden cínicamente ofrendas, o rechazan, orgullosas, las dádivas que desprecia, de sus cuerdas sonoras, caen, corriendo parejas, humildes lisonjas con ironías crueles, e indirectas lascivas que, al llamar el rubor a la frente de las muchachas, hacen fruncir las cejas de sus festejantes.
A cada manjar que aparecía, exclamaciones de lisonjera sorpresa del marido, risitas orgullosas de la mujer.
Recorre con alas orgullosas el sinfin entero.
No tenían patria, pero las patrias más orgullosas doblaban la rodilla ante sus arcas.
Cierta viuda tenía dos hijas, la mayor tanto se la asemejaba en el carácter y el rostro, que quien la veía, a su madre miraba, y una y otra eran tan poco amables y tan orgullosas, que no había manera de vivir con ellas.
¿Dónde estoy? ¡Ved las tiendas orgullosas.
Los dedos de Yalomitsa, largos y flexibles, de curvas uñas ambarinas, medio dislocados, se adherían al arco transmitiéndole una eléctrica corriente de sentimiento, y volaban las notas, llorosas, irónicas, ensoñadoras, rientes, rumores sutiles y misteriosos como el susurro del follaje, o quejas reprimidas como las que arranca un dolor oculto, violentas exclamaciones de ira, orgullosas protestas, melancólicas frases de resignación.
Tenían un trato seco, eran intolerantes, rígidas, orgullosas.
Porque en primer lugar no miraba Licurgo a los hijos como propiedad de los padres, sino que los tenía por comunes de la ciudad: por lo que no quería que los ciudadanos fueran hijos indiferentemente de cualesquiera, sino de los más virtuosos, y por otra parte notaba de necias y orgullosas las disposiciones en este punto de otros legisladores, los cuales para las castas de los perros y de los caballos, por precio o por favor, buscan para padres los mejores que pueden hallarse, y en cuanto a las mujeres, cerrándolas como en una fortaleza, no permiten que procreen sino de sus maridos, aunque sean o necios, o caducos, o enfermizos, como si los malos hijos no lo fueran, antes que en daño de los demás, en daño de los que tienen en sus casas y los crían, y por el contrario los buenos, si tienen la suerte de ser bien nacidos.
-¿Será más que nosotros esa gente, que ni nos mira siquiera? ¿Por qué dejas que tengan más campo que nosotros, cuando, con sólo pedirlo al grillo, podríamos seguramente ser más ricos que ellos? ¡Tan orgullosas que son esas mujeres, con sus gorras emplumadas! -agregó entre dientes.
El efecto fue fatal: estas palomas, admiradas por la muchedumbre, se volvieron orgullosas, batalladoras, imperiosas, y pronto formaron un bando que se atribuyó, entre otros, el privilegio de defender el palomar, si fuera atacado.
Es verdad que muchas mujeres principales, orgullosas por su opulencia, se desdeñan de mezclarse en la turba con las demás, y lo que hacen es ir en un carruaje cubierto y quedarse cerca del templo, siguiéndolas una gran comitiva de criados.
Columnas que se destacan orgullosas sobre las viviendas de los míseros mortales, lujo oriental, austero recogimiento de los espectadores, parecido al del alma creyente que eleva a Dios una plegaria sentida.

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