Ejemplos con ordenase

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Eran las columnas allí destacadas, que entretenían a una parte de la legión absolutista hasta que se les ordenase realizar acción más decisiva.
Mis pies me llevaban a donde querían, y al fin, por ejidos polvorosos, por calles costaneras, lleváronme a la parroquia sin que mi voluntad les ordenase aquel camino.
Juan dijo que no saldria de lo que él ordenase, pero que ante todas cosas se habia de desposar con Preciosa.
Y en tanto caminaba nuestro buen Lope asturiano la vuelta del rio por la cuesta del Cármen, puestos los pensamientos en sus almadrabas y en la súbita mutacion de su estado: o ya fuese por esto o porque la suerte así lo ordenase, en un paso estrecho, al bajar de la cuesta encontró con un asno de un aguador que subia cargado, y como él descendia y su asno era gallardo, bien dispuesto y poco trabajado, tal encuentro dió al cansado y flaco que subia, que dió con él en el suelo, y por haberse quebrado los cántaros se derramó tambien el agua, por cuya desgracia el aguador antiguo despechado y lleno de cólera arremetió al aguador moderno, que aun se estaba caballero, y ántes que se desenvolviese y apease, le habia pegado y atentado una docena de palos tales, que no le supieron bien al asturiano.
Y, diciendo esto, don Quijote se apartó con Sancho en remota parte, de donde vino más aliviado y con más deseos de poner en obra lo que su escudero ordenase.
Don Juan dijo que no saldría de lo que él ordenase, pero que, ante todas cosas, se había de desposar con Preciosa.
Mis pies me llevaban a donde querían, y al fin, por ejidos polvorosos, por calles costaneras, lleváronme a la parroquia sin que mi voluntad les ordenase aquel camino.
No pude menos de rendirme a tan sabios consejos, bendiciendo la boca que me amonestaba y declarando que a cuanto me ordenase había de someterme.
Como supiese que Octavio era hombre recto, que no quería mandar sino de un modo justo, y que, por el contrario, Cina, además de ser sospechoso a Sila, se había declarado contra el gobierno existente, determinó unirse a éste con todas sus fuerzas, envióle, pues, a decir que, reconociéndole por cónsul, haría cuanto le ordenase.
Entre los Volscos muy luego el estado de sus cosas hizo ver la falta que Marcio les hacía: porque primero indisponiéndose por el mando con los Ecuos, sus aliados y amigos, llegó a haber entre ellos heridas y muertes, vencidos después en batalla por los Romanos, en la que murió Tulo, y perdieron lo más florido de sus tropas, tuvieron que someterse con condiciones vergonzosas, prestándose a hacer lo que se les ordenase.
Estando en el mayor calor de la súplica el enviado samio, le salió Leotiquides con una pregunta no esperada, y le interrumpió la arenga, ora fuese para procurarse un buen agüero con la respuesta, ora porque así lo ordenase el cielo sin pretenderlo Leotiquides.
De aquí nació aquel dicho que a este propósito dijo agudamente Megacreonte, natural de Abdera, quien aconsejó a sus abderitas que todos, hombres y mujeres, se fueran a los templos en procesión, y allí postrados a los pies de sus dioses les suplicasen por una parte con mucho ardor tuviesen a bien librarles de la otra mitad de sus males que con la vuelta de Jerjes les amenazaban, y por otra les dieran gracias muy de veras por lo pasado de que el rey Jerjes no acostumbrase comer dos veces al día, porque preciso les fuera a los abderitas, si se les ordenase darle una comida semejante a la cena, o en caso de esperarlo, caer en una quiebra la mayor del mundo.
Pero más cortesanos que jueces en la respuesta dada a Cambises, no protestando menos celo de la justicia que atendiendo a su propia conveniencia, dijeron que ninguna ley hallaban que ordenase el matrimonio de hermano con hermana, pero si hallaban una que autorizaba al rey de los persas para hacer cuanto quisiese.
Lo primero que hizo fue enviar a palacio al hijo único que tenía, de edad de trece años, encargándole hiciese todo lo que Astiages le ordenase, y no pudiendo contener su alegría, dio parte a su esposa de toda aquella aventura.
¿Sería ley la voluntad de un Congreso, expresión del pueblo, que, teniendo en vista la escasez y la conveniencia de brazos, ordenase que los argentinos nazcan con seis brazos? ¿Sería ley la voluntad general, expresada por un Congreso constituyente, que obligase a todo argentino a pensar con sus rodillas y no con su cabeza? Pues la misma impotencia, poco más o menos, le asistiría para mudar y trastornar la acción de los elementos naturales que concurren a.
Si todo esto no lo ordenase nuestra religión, lo mandaría el sentido común.

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