Ejemplos con orden

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se le habían, en efecto, adelantado los Padres dominicos, a cuya Orden pertenecía el obispo.
Los HOMBRES DE PRO =Obras completas=, _en cuya impresión no se seguirá el mismo orden en que fueron saliendo a luz por vez primera, sino el más conveniente a mis propósitos, que en nada perjudican el escaso interés que puedan merecer del público mis libros.
Pero hoy, ¡loado sea Dios!, no tenemos ni que hacer sutiles razonamientos para apropiarnos lo que sólo a medias nos pertenece, ni que recoger las migajas de los autores de segundo orden, puesto que plugo a la Providencia concedernos simultáneamente dos ingenios peregrinos, bastante cualquiera de ellos para ilustrar una comarca menos reducida que la nuestra, montañeses ambos hasta los tuétanos, pero diversísimos entre sí, a tal punto que puede decirse que se completan.
Pero en torno de esta creación singular se agrupan, como digno cortejo, todos con fisonomía propia y rebosando de vida: la vieja , sentenciosa consejera de Magdalena, el hidalgo don Lope, alma de oro con corteza de hierro, tan breve en palabras como largo en hechos, último vástago de aquellos indomables banderizos del siglo XV, y condenado en el nuestro a matar las solitarias horas sobre su de piedra, el estudiante, el indiano, la solterona Osmunda, providencial castigo de don Gonzalo, Carpio y Gorio, en quienes se cifra y compendia el carácter del campesino montañés con todos sus rodeos y suspicacia, y hasta los personajes de segundo orden, Chisquín, Toñazos, Polinar, Barriluco.
Y cuando ese autor es un novelista de primer orden, un pintor de costumbres como ha visto pocos nuestra Península desde Cervantes acá, un hombre de agudo ingenio, rico de observación, y en donaires y gracias de decir excelente, natural es que emplee el método contra los fisiólogos, y que, convirtiendo la defensa en ataque, en vez de vindicar directamente el matrimonio, ponga y clave en la picota de la sátira a la , que dice Jovellanos.
Y así, por este orden, y con gran lujo de exactitud y de pormenores.
Este orden de superioridad irrefragable consisteél mismo acaba de decirlo alardosamenteen padecer una enfermedad del estómago, aunque es lo cierto que disfruta un buche de avestruz y que digeriría piedras volcánicas.
No sé si continúo siendo su presunto heredero, o si algún fraile, que sé que la visitan en San Madrigal, le ha socaliñado la herencia para su Orden.
El joven posee deseos vastos, quiere poner orden y luz en las cosas, un orden suyo, a la luz que de su propio corazón dimane.
Belarmino, entonces, resolvió poner en orden de paz y hermosura su mundo interior, y, por lo tanto, el mundo exterior, que no es sino eco o imagen sensible del otro.
Para el Padre Alesón no tanto había sido raptada Angustias cuanto la Orden de Santo Domingo, y, más señaladamente, los miembros de la residencia pilarense habían sido violados y escarnecidos.
Angustias era algo de la casa, vivía a la sombra de la robusta Orden dominicana, como las rosas a la sombra de los cipreses, en los claustros conventuales.
Y es que había profesado pertenecer a las casas de huéspedes, como a una orden religiosa, y hecho voto de pupilaje perpetuo.
No se trata de una alusión personal, sino de una apreciación de orden general.
Además, Martínez, que representaba la ciencia pura y la aplicada, había inventado una crema para dar lustre, la crema Zenitram , anagrama obtenido con el apellido del inventor, colocando en orden inverso las letras.
Yo hice voto de pobreza y profesé en la santa Orden dominicana.
Hacemos voto de pobreza, es decir, nos libertamos, ya para siempre de la preocupación económica, y nos consagramos a la contemplación, a la predicación, a la caridad, ora pasiva, ora activa, mendigando y dando ocasión a los demás para que se muestren caritativos, como hace la Orden franciscana, o bien socorriendo y mostrándonos nosotros mismos caritativos, al estudio, a la enseñanza, a la misión apostólica y conversión de gentiles, a un sinfín de obras largas y duras, egoístas y a la par desinteresadas, que nos absorben de la mañana a la noche, gracias a que estamos seguros de que tenemos siempre una cama, aunque dura, so un techo, y la mesa, aunque sobria, aparejada a hora fija.
La Juana, por orden nuestra, no aparece por el zaquizamí de la portería, se está en la habitación que les dieron ustedes de vivienda, y cuando no, de paseo por la calle o de novena en alguna iglesia.
Provenía de la Orden dominicana.
Pero, para no interrumpir la narración, prosigo por orden.
Ahito y ebrio con el éxito, ¿qué le importaba a él la expresión hipócrita y maligna del ya desbaratado rival? Y, sin embargo, sentíase humillado, adivinando que la verdadera rivalidad entre ellos no era zapateril, sino de otro orden más íntimo y personal, y que en aquella larvada e inevitable rivalidad acaso Belarmino saliese vencedor.
Tratábase del Padre Alesón, un fraile dominico de las dimensiones de un paquidermo antediluviano, a quien sus hermanos en religión y la grey parroquiana de la Orden llamaban la torre de Babel, por la estatura y porque sabía veinte idiomas: unos vivos, otros muertos y otros putrefactos.
En el Estado, el espíritu de disciplina pertenece al orden de los sentimientos interesados, pues sin disciplina no cabe conveniencia mutua.
Caprichos de mi padre, que era autor dramático y zapatero, o zapatero y autor dramático, según el orden de prelación que usted prefiera.
El botánico le pone un mote, el matemático le da ciertas dimensiones, en relación con la circunferencia del ecuador, ¡atiza!, el arquitecto lo considera como una viga maestra, el ingeniero naval, como una cuaderna o un mástil, el telegrafista, como un poste de telégrafos, el economista, como un valor cotizable, el ingeniero agrónomo, como un orden de cultivo, el médico, como una especie terapéutica, el químico, como una retorta en cuyo seno se efectúan ciertas reacciones, el biólogo, poco menos que como una persona, y así sucesivamente.
Ahora, que para morar de por vida en casas de huéspedes, como para profesar en una orden religiosa, necesítase asimismo una cualidad rara, aunque no tan rara entre españoles: vocación ascética.
Un detalle de las sobremesas de aquella casa, es que no había palillos de dientes, no por razones de economía, ni menos por escrúpulos de aseo y urbanidad, como es uso entre anglosajones, los cuales consideran el acto de mondar las rendijas de la dentadura como una necesidad de orden vergonzoso y clandestino, sino porque no había ocasión, y por ende los palillos holgaban.
El pobre labrador ni se fijó en los miles de reales a que subía su deuda con los dichosos réditos: tan turbado y confuso le dejó la orden de abandonar sus tierras.
Colocaba la mísera comida en una cestita, se pasaba un peine por los pelos de un rubio claro, como si el sol hubiese devorado su color, se anudaba el pañuelo bajo la barba, y antes de salir volvíase con un cariño de hermana mayor para ver si los chicos estaban bien tapados, inquieta por esta gente menuda, que dormía en el suelo de su mismo , y acostada en orden de mayor a menordesde el grandullón Batistet hasta el pequeñuelo que apenas hablaba, parecía la tubería de un órgano.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba