Ejemplos con ofrecieron

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras auxiliar al Congreso, el buque Diligent se mantuvo en Quilca en donde los agentes del Virrey del Perú le ofrecieron que arreglarían los costos provocados por el corsario chilote, de modo que el capitán Bíllard decidió dejar partir al Quintanilla.
Ahí le ofrecieron los puestos de jefe de estado mayor del ejército y de ministro de guerra con el rango de general.
Durante el primer año de la Primera Guerra Mundial, ninguno de los combatientes ofrecieron cascos de acero a sus tropas.
Iba de paso para Lima, donde le ofrecieron un trabajo.
Guzmán y los diputados le ofrecieron armas, pero él no las aceptó.
A los soldados añadió el capitan del navio muchos marineros, que voluntariamente se ofrecieron, y un soldado de marina, llevando cada uno víveres para ocho dias, y buena prevencion de municiones.
¿No ve usted que a los gobiernos como los de España no les conviene en el Parlamento hombres como yo? Ahora me ofrecieron un distrito, pero era con el fin de hacerme olvidar, ¡mentecatos!, el desaire de la embajada, y especialmente para atar mis manos en la prensa: pues ya saben ellos que tienen cada día la existencia pendiente de mi pluma.
Después le ofrecieron una pluma para que firmase.
Muchos fueron los trabajos que se le ofrecieron para el segundo número, mas la mayor parte no eran de paso.
Querían acompañar a Luna una parte de la noche, para que no le fuese tan pesada la guardia, y traían una botella de aguardiente que le ofrecieron.
Todos los vagos ensueños de amor, todas las palabras dulces, todos los regalos del alma se ofrecieron de repente a su fantasía, no ya cifrados en un ser ideal y aéreo, creación imaginaria, sino aplicados y consagrados al amor de una persona real y llena de vida, cuyas excelentes prendas se complacía en reconocer y cuyo afecto hacia ella adulaba su orgullo.
Pero mi madrina la condesa, en vista de tan ardiente devoción, quería hacerme monja, y el otro día, las señoritas , recordando los deseos de su mamá, todavía me ofrecieron costearme el dote para que entrase en un convento.
El otro día me ofrecieron una petaca de cuero de Rusia.
El marqués no está por el derramamiento de sangre, y Estupiñá le preguntaba por qué no había aceptado la diputación que le ofrecieron.
Sentose un momento en una banqueta que le ofrecieron, porque estaba cansada, pero sintiéndose molesta por las preguntas impertinentes de las amigas de su tía, subió al cuarto que debía de ser su albergue hasta sabe Dios cuándo.
Se la ofrecieron, pero Ido no la quiso tomar.
¡Renunciar! ¡A buena parte! Aquel mismo embrión de conciencia que en el fondo de su ser, donde todos tenemos escrita desde gran parte del Decálogo, le gritaba: no hurtarás , le dijo con no menor energía: tienes derecho a reclamar lo que te ofrecieron.
Ya en esto habia Halima declarado su intento a Mahamut y a Ricardo, y ellos estaban en ponerlo por obra al pasar de las cruces de Alejandría, o al entrar de los castillos de la Natolia, pero fué tanta la priesa que el cadí les daba, que se ofrecieron de hacerlo en la primera comodidad que se les ofreciese, y un dia, al cabo de seis que navegaban y que ya le parecia al cadí que bastaba el fingimiento de la enfermedad de Leonisa, importunó a sus esclavos que otro dia concluyesen con Halima, y la arrojasen al mar amortajada, diciendo ser la cautiva del Gran Señor.
Los jitanos, que ya sabian de Andres Caballero que el mozo traia dineros en cantidad, con facilidad le acogieron en su compañía y se ofrecieron de guardarle y encubrirle todo el tiempo que él quisiese, y determinaron de torcer el camino a mano izquierda, y entrarse en la Mancha, y en el reino de Murcia.
Diéronse luego todos por consejo de Ricardo a pasar cuantas cosas habia de precio en su bajel y en el de Hazan a la galeota de Alí, que era bajel mayor y acomodado para cualquier cargo o viaje, y ser los remeros cristianos, los cuales contentos con la alcanzada libertad y con muchas cosas que Ricardo repartió entre todos, se ofrecieron de llevarle hasta Trápana, y aun hasta el cabo del mundo, si quisiese: y con esto Mahamut y Ricardo llenos de gozo por el buen suceso, se fueron a la mora Halima, y la dijeron que si queria volverse a Chipre, que con las buenas boyas le armarian su mismo bajel, y le darian la mitad de las riquezas que habia embarcado, mas ella, que en tanta calamidad aun no habia perdido el cariño y amor que a Ricardo tenia, dijo que queria irse con ellos a tierra de cristianos, de lo cual sus padres se holgaron en estremo.
Y, queriendo pasar adelante y romperlo todo, al improviso se le ofrecieron delante, saliendo de entre unos árboles, dos hermosísimas pastoras, a lo menos, vestidas como pastoras, sino que los pellicos y sayas eran de fino brocado, digo, que las sayas eran riquísimos faldellines de tabí de oro.
Murieron en estas dos fuerzas muchas personas de cuenta, de las cuales fue una Pagán de Oria, caballero del hábito de San Juan, de condición generoso, como lo mostró la summa liberalidad que usó con su hermano, el famoso Juan de Andrea de Oria, y lo que más hizo lastimosa su muerte fue haber muerto a manos de unos alárabes de quien se fió, viendo ya perdido el fuerte, que se ofrecieron de llevarle en hábito de moro a Tabarca, que es un portezuelo o casa que en aquellas riberas tienen los ginoveses que se ejercitan en la pesquería del coral, los cuales alárabes le cortaron la cabeza y se la trujeron al general de la armada turquesca, el cual cumplió con ellos nuestro refrán castellano: Que aunque la traición aplace, el traidor se aborrece, y así, se dice que mandó el general ahorcar a los que le trujeron el presente, porque no se le habían traído vivo.
Todos se ofrecieron a Eugenio, pero el que más se mostró liberal en esto fue don Quijote, que le dijo:.
Y, en diciendo esto, don Fernando y todos los demás se le ofrecieron, con todo lo a ellos posible para servirle, con palabras y razones tan amorosas y tan verdaderas que el capitán se tuvo por bien satisfecho de sus voluntades.
Dimos voces, y él, alzando la cabeza, se puso ligeramente en pie, y, a lo que después supimos, los primeros que a la vista se le ofrecieron fueron el renegado y Zoraida, y, como él los vio en hábito de moros, pensó que todos los de la Berbería estaban sobre él, y, metiéndose con estraña ligereza por el bosque adelante, comenzó a dar los mayores gritos del mundo diciendo: ¡Moros, moros hay en la tierra! ¡Moros, moros! ¡Arma, arma!.

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