Ejemplos con ocios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ocios filosóficos y poéticos en la Quinta de las Delicias.
Juan Ramón Uriarte escribe acerca de él : Hombre de Estado, músico y poeta, dedicaba sus ocios a componer y cantar sus versos De simple escribiente llegó a ser Ministro del Gobierno Federal es el poeta patriótico, el poeta de las libertades públicas Delicado y correcto en la forma, su inspiración vuela noble y serena.
Al año siguiente publicó Mis ocios, una crónica de palacio en la que se incluía un balada por cada mes del año y una sentencia o un soneto por cada día.
Su único adorno actual eran unos cuantos cestillos de juncos de colores tejidos en forma de tablero de ajedrez, con pompones de seda, amistoso recuerdo de los ignorados artistas que entretenían sus ocios en el retiro de.
Más claro: mato mis ocios y mis hastíos escribiendo la parte de política palpitante en un periódico batallador.
En los abiertos pórticos formaban corro los pastores cuando consagraban a rústicos conciertos sus ocios, platicaban al caer la tarde los ancianos, y frescos grupos de mujeres disponían, sobre trenzados juncos, las flores y los racimos de que se componía únicamente el diezmo real.
En los caminos y las montañas se veían filas de mocetones despechugados, con la cabeza descubierta, un palo en la mano y una mochila alpestre a la espalda, entreteniendo sus ocios con excursiones de placer que tal vez eran al mismo tiempo de previsor estudio.
Mientras hablaba Isidro de la mujer y los hijos de su amigo, andaluces trasplantados a Hamburgo, y de las escaseces pecuniarias de éste, que le obligaban a buscar entre los pasajeros ricos uno que quisiera entretener los ocios de la travesía estudiando idiomas, don Carmelo gritó con el acento de su tierra:.
Cándido Palomo, que tal era su nombre, alpargatero de oficio y en sus ocios poeta libre, llegó una noche a su casa con el firme propósito de matar a su mujer, mas tuvo la suerte de equivocarse de víctima y dio muerte a su suegra, que era la efectiva causante de aquellos líos y el impulso inicial de la tragedia.
Soy aficionado a los estudios históricos -dijo con modestia-, y he consagrado mis ocios a escribir la , de la cual llevo ya publicados tres tomos.
Habían concluido, pues, las vacilaciones entre los consejeros del Rey, ya los Elíos, los Radas del orden militar, los Morales y Manterolas del civil y eclesiástico, habían superpuesto su opinión guerrera a la de los Nocedales y Canga-Argüelles que en los ocios de Madrid predicaban la paz.
Otro detalle: el buen presbítero era muy aficionado a los estudios históricos, poseía copiosa biblioteca, y mataba sus largos ocios escribiendo una obra de mucha miga, titulada:.
¿Verdad que me parezco a los políticos proyectómanos de mi patria, que amenizan los ocios de la oficina engrosando ilusiones, fabricando porvenires, o construyendo emporios con materiales de cifras mentirosas, y amañadas premisas de aptitudes falsas o de fertilidades de fantasía.
Pronto eché de ver que el Arcipreste se aburría con mi ciencia, fui recogiendo mi verbosidad, y acabé rogándole que me permitiera entretener mis ocios en su biblioteca.
Bruno adaptándose fácilmente a los gratos ocios del casino, las hijas lidiando a sus novios con la doble suerte del amor honesto y de la querencia de matrimonio, y Narváez fusilando españoles, tarea fácil y eficaz a que se consagró desde el primer día de mando.
Pues mira, también tengo mi quejilla contra García Gómez Porque como ministro de Estado que es, entretiene sus ocios registrando toda la correspondencia que viene de París ¡Sí hija mía, sí, no lo defiendas! En el se abre toda la correspondencia antes de que llegue a su destino, y por eso pudo decir en el consejillo que ayer vino para mí una carta de la reina, que debió probar al Ministerio todo lo absurdo de sus pretensiones.
Aún repitió media docena más de versos, gozoso de mostrar su buena memoria, y después, cambiando el tono entusiasta por el quejumbroso, continuó: Ya ve usted si es triste abandonar los ocios dulcísimos de la buena literatura por esta actividad ansiosa, a que obligan los asuntos de un Estado incipiente, de un Estado en el cual tenemos que crearlo todo, y por el estruendo de la guerra, que siempre es cruel y bárbara aunque sea gloriosa.
En cuantas ciudades estuvo, el trabajo consumió sus días, sus noches el café y sus ocios la lectura de periódicos, a que era muy aficionado, prefiriendo los progresistas: a la casa, quizá por no considerarla nunca segura, la tuvo siempre poco o ningún apego.
Trajano se vengase de su forzosa inaccion complaciéndose en el martirio del deseo ajeno, al modo de los reclusos que divierten sus ocios favoreciendo o contrariando alternativamente las aficiones de tal o cual especie de animalillos.
-No lo recuerdo bien -dijo Sola, demostrando que no dedicaba sus ocios a llevar la cuenta de las cartas que escribía el desnaturalizado primo.
Hablele después de que entretenía mis ocios con la poesía latina, y notifiquele haber compuesto un poema en hexámetros , dedicado a él.
-Ahí tengo un prólogo empezado para una obra que pienso escribir, en el cual trato de decir modestamente que no aspiro al título de sabio, que las largas convulsiones políticas que han conmovido a la Europa y a mí a un mismo tiempo, las intrigas de mis émulos, enemigos y envidiosos, y la larga cadena de infortunios y sinsabores en que me he visto envuelto y arrastrado juntamente con mi patria, han impedido que dedicara mis ocios al cultivo de las musas, que habiéndose luego el Gobierno acordado y servídose de mi poca aptitud en circunstancias críticas, tuve que dar de mano a los estudios amenos que reclaman soledad y quietud de espíritu, como dice Cicerón, y en fin, que en la retirada de Vitoria perdí mis papeles y manuscritos más importantes, y sigo por ese estilo.
¿No era él músico también? ¿Y qué tenía de particular que, en saliendo de casa, empleara sus ocios en cultivar la amistad de aquellos excelentes señores que sabían tanta música, eran de tan fino trato y no se parecían a los envidiosos del pueblo, espíritus limitados, estrechísimos, monótonos, inaguantables?.
Pero ¿habría después cosa nueva en que distraer mis ocios interminables? ¿Volvería a encontrar interés en lo visto y gozado ya? Y en caso afirmativo, ¿me permitirían esos lujos los invernizos temporales que, por milagro de Dios, no se habían desencadenado aún sobre Tablanca y sus contornos? Por de pronto, la vida que había hecho durante aquellas dos semanas, muy corridas, de plácida y bien soleada temperatura, no había dejado de darme frutos muy dignos de estimación.
Pues señor, aquí, tras este tupido zarzal, cabe el arroyuelo que murmura a mis pies, sobre la florida y olorosa pradera, a la sombra de estos seculares castaños, voy a entregarme a mis gratos ocios.
Es muy posible que algún lector de mi libro, al distraer sus ocios por las bellas praderas de la Montaña, quiera buscar en ellas los modelos de las escenas campestres que yo he pintado.
Tiene esta inconsecuencia su disculpa en que las Escenas no se escribieron con un plan determinado ni en una sola sentada, ni son obra de la madura reflexión del filósofo, sino el fruto de los ocios de un muchacho impresionable.
Juanito, sin poderlo remediar, miraba con mayor complacencia a Micaela, que, de las tres, era, sin género de duda, la más picante, la más análoga a otras que allá en la gran urbe habían entretenido gratísimamente sus ocios de soltero.
Entró el mozo, como escribiente, en las oficinas de un amigo del muerto, aprendió en sus ocios, robando al sueño, horas, un par de idiomas, con más la teneduría de libros, a los diez y ocho años, con el sueldo del escritorio el producto de las lecciones que su diligencia encontrara, y algunos eventuales ingresos, que su ingenio honradamente conseguía, era Pedro sostén y mantenencia de los suyos.
En las pequeñas ciudades, las gentes se apasionan del juego y de la política, como en las grandes, del arte y de la pornografía -ocios de mercaderes-, pero en los campos sólo interesan las labores que reclaman la tierra y los crímenes de los hombres.

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