Ejemplos con obligación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una de esas disposiciones pasajeras es la obligación de comer de vigilia cuatro días de la Semana Santa.
Quizá al Papa actual, o al que le suceda, se le ocurrirá amenguar, tal vez suprimir, esta obligación.
Ahora bien: la idea, el concepto de ciudad aparece cuando el hombre comprende que por encima del capricho impulsivo de su arbitrio personal están la utilidad y el decoro colectivos, el propósito común de prosperidad, cultura y deleite, en los cuales participan por obligación y derecho cuantos en la ciudad conviven.
Y además lo hago, y lo he hecho toda mi vida, por imponerme una obligación molesta, ya que ninguna otra tenía, un acto de paciencia y disciplina, una mortificación, como vosotros decís.
Yo bien sé que los libros son la expresión de la sociedad, y que la sociedad sólo a medias es discípula de los libros, pero ¿quién negará que cada uno de ellos es leña echada en el fuego de la concupiscencia, incentivo del general descreimiento, piedra en que tropiezan las voluntades mal inclinadas, ocasión nueva de desaliento para las voluntades marchitas? Por eso es obligación ineludible en el escritor cristiano y de bien ordenado entendimiento, aplicar su ingenio a la reparación del edificio social, lidiando por la familia, que es su primera y necesaria base.
Cierto que el nombre del diplomático, a quien tendría que convidar a las fiestas de su casa, no le sonaba a conocido, pero ¿estaba él en la obligación de conocer a todos los personajes políticos, hoy que tanto abundan?.
No sólo yo, todos los demás comensales nos aplicamos a escudriñar, descarados, en nuestro flamante sacerdote, como cumpliendo una obligación.
Tú no tienes otra obligación que la de guardar tu salud.
Cobra para sostener el boato del romano Pontífice, pues le mantenemos su embajador en España, que es como si yo me diese el lujo de tomar criados, imponiendo al vecino la obligación de mantenerlos, cobra por reparación de templos, por bibliotecas episcopales, por la colonización de Fernando Poo, por imprevistos, y ¡qué sé yo cuántos capítulos suplementarios! Y hay que tener en cuenta lo que paga el pueblo español a la Iglesia voluntariamente, aparte de lo que le da el Estado.
Se satisfacía teniéndolo horas enteras paseando frente a su casa, con la obligación de escucharle y apoyar todas sus palabras.
En lo alto del coro gangueaba el órgano de vez en cuando, intercalándose en el canto llano, pero sonaba perezosamente, con desmayo, por pura obligación, y parecía lamentarse de su esfuerzo en la penumbra solitaria.
Con la pitanza asegurada, sin tener que preocuparse de casa ni vestido y teniendo el amor al arte por toda obligación, figúrese usted, Gabriel, qué musicotes podrían salir.
Como un censo redimible sólo por la muerte, se habían impuesto los dueños de la tienda la obligación de mantener y dar albergue a don Eugenio, el cual, siguiendo sus costumbres independientes de solterón áspero y malhumorado, entraba y salía sin decir una palabra, comía lo que le daban, en los días que hacía buen tiempo paseaba por la Alameda con un par de curas tan viejos como él, y cuando llovía o el viento era fuerte, no salía de la plaza del Mercado e iba de tienda en tienda con su gorra de seda, su capita azul y su bastón muleta, para echar un párrafo con los veteranos del comercio reposado y a la antigua, cuyas excelencias eran el tema obligado de la conversación.
Señora Francisca ya no está para fiestas, y mi deber, mi obligación es estar allá, con el santo anciano que tanto necesita de quien le vea y le mime.
¡Estoy barriendo! Esto no es de mi obligación, pero como la niña no quiere hacer este quehacer, aquí me tiene usted.
A mí no me gusta eso, porque no tiene obligación de velar a tu tía.
¡Pobre de tí! ¡Eres muy buena, muy buena! ¿Qué obligación tienes de velar mi sueño? ¡Me da pena llamarte, sí, me da pena! Si lo hago es porque no quiero despertar a Pepa.
Venía de oír misa de San Juan, su querida parroquia, y cumpliendo la obligación de todos los años, quería saludar a Manuela y a las niñas, y desearles mil felicidades en el día del santo.
Ambas quedaban muy bien atendidas en el testamento, y en cuanto a los socorros que anualmente les enviaba, no perdió aquel año la memoria de esta obligación, a pesar de los muchos quebraderos de cabeza que tuvo.
Evaristo se alborotaría con esto, pues siempre hizo alarde de libre pensador, mas con gran sorpresa de todos, oyó la indicación del modo más sereno y amable, diciendo que él tenía sus creencias, pero que al mismo tiempo gustaba de cumplir toda obligación consagrada por el asentimiento del mayor número.
Demasiado sabía que un hombre de quien se han recibido tales favores hay que creerle siempre todo lo que dice, y que se contrae con él la obligación tácita de ser de su opinión en cualquier disputa, y de ponerse serio cuando él recomienda la seriedad.
¿Qué?Vivir Vivir es nuestra primera obligación en este valle de lágrimas, y sin embargo ¡qué pocos hay que sepan desempeñarla! Se lo dice a usted un hombre que ha visto mucho mundo, que ha tenido, como usted, un corazón del tamaño de hoy y mañana.
Hízolo así con éxito superior a sus esperanzas, pero su conquista le imponía la obligación de sostener indefinidamente a la víctima, y esto, pasado cierto tiempo, se iba haciendo aburrido, soso y caro.
Juan Pablo entraba despacio y muy serio, como hombre que va a cumplir una obligación sagrada.
Quería doña Lupe que Fortunata se prestase a reconocerla por directora de sus acciones en lo moral y en lo social, y mostraba desde los primeros momentos una severidad no exenta de tolerancia, como cumple a profesores que saben al pelo su obligación.
Las monjas que las vigilaban permitían aquella infracción a la regla, porque ellas tampoco podían resistir, y cerrando dulcemente sus ojos y arrullándose en un plácido arrobo, conservaban en las facciones, como una careta, el mohín de la maestra, cuya obligación es mantener la disciplina.
Lo que importa es dirigirse a Mí con el corazón limpio y la intención recta, como os ha dicho ayer vuestro capellán, que no habrá inventado la pólvora, pero, en fin, es buen hombre y sabe su obligación.
Un metro cúbico de gas se precipitó a la boca con tanta violencia, que Nicolás tuvo que ponerse tieso para darle salida franca, y a pesar de lo furioso que estaba, supo cuidar de que la mano desempeñara su obligación.
Cuando él gemía o respiraba muy fuerte, le arrullaba dándole suaves palmadas en la espalda, y por no apartar sus manos de aquella obligación, siempre que quería saber si sudaba o no, acercaba su nariz o su mejilla a la frente de él.
Todos los años compraba un billete entero, por rutina o vicio, quizás por obligación, como se toma la cédula de vecindad u otro documento que acredite la condición de español neto, sin que nunca sacase más que fruslerías, algún reintegro o premios muy pequeños.

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