Ejemplos con nobilísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Así sucedió con la nobilísima ciudad de Toledo, empresa de las más gloriosas y célebres de aquella época.
Reclamar dicho precedente resulta un derecho que los argentinos no deben abandonar, porque en él reside la honra de haber sido en Europa los precursores de la aplicación de la nobilísima prerrogativa humanitaria de amparar a los perseguidos, en momentos de cruenta ofuscación partidaria.
No podía ser otra, en verdad, la nobilísima aspiración del propietario de un título esclarecido, de un pingüe y valioso mayorazgo, de una de las más poderosas y opulentas casas de Castilla.
Presidía el obispo, Fray Tomás del Valle y le seguían personas relevantes, las naciones extranjeras, el Comercio, los Tribunales y, por último, la Religiosa, Política, Cristiana, Nobilísima, Generosísima y Devota Ciudad de Cádiz, representada por su cabildo civil.
A cielo noble correspondía tierra nobilísima , y como las constelaciones del ignorado hemisferio eran, según la ciencia de la época, las mayores, más resplandecientes, más nobles y perfectas, y por consiguiente de mayor virtud, felicidad y eficacia que las de Aquilón , de aquí que bajo su resplandor debía estar forzosamente la mejor de las tierras, o sea el Paraíso.
Y si la nobilísima doña María de las Nieves la toma bajo su protección, miel sobre hojuelas.
Y recuerdo que al pasar por la nobilísima villa de Tembleque, y por el no menos ilustre lugar de Quero, que rodean saladas lagunas, mi mente y mis sentidos apreciaron toda la majestad de la hija de Ansúrez, su exquisita belleza, el hechizo de su voz, las soberanas virtudes que subliman su persona.
No habla el sacerdote, no habla el amigo: habla el caballero, y sostiene que no debe consentir el ultraje que un deslenguado infiere a la madre de Calpena, a la señora entre todas las señoras del orbe, a la dama nobilísima.
Viéronse allí abandonadas de Dios y de los hombres, mas ni en tan terrible desamparo se abatió el corazón de la animosa doncella, que resolvió seguir adelante en su empresa nobilísima, desafiando todas las inclemencias y obstáculos que la Naturaleza y la Humanidad le ofrecían.
¡Y gracias que a todo tirar y a todo correr, reventando un pobre rucio con alas, degenerada descendencia del Pegaso, podemos cazarles en un poblado llamado Gamarra, radicante a corta distancia, por el Norte, de la nobilísima ciudad de Vitoria! Gran dicha fue para los que les perseguíamos que en aquel lugar se detuviesen los viajeros, pues de continuar su camino con la atroz arrancada que traían de Madrid, no les cogiéramos en toda la vida.
Sí, señores y amigos: ese grande hombre, esa alma nobilísima, le dirá pronto a Su Majestad: 'No te apures, hija, que yo, yo, el caído, el despedido, me dispongo a demostrar al mundo que no tienes arte ni parte en esa distracción de las piedras finas de tus mayores.
Y entonces, reciente aún aquella impresión nobilísima que elevaba las inteligencias y movía los corazones, iban a ver en Jacobo lo que es esa misma grandeza cuando refleja en un charco los rayos de su gloria, cuando el vicio la deslustra y la bajeza la empuerca, y el olvido de la propia dignidad la pone al servicio de un Martínez, que apoya en ella la pataza para encaramarse en lo alto y darle después, una vez arriba, desde la cumbre de su insolencia, la más ignominiosa de todas las coces: la coz del asno.
Formaba su rostro el mismo óvalo perfecto, con la barba un poco saliente, los ojos pardos hermosísimos, el cabello castaño, encrespado en artísticos remolinos naturales sobre una frente ancha y nobilísima, que parecía hecha expresamente para ceñir los laureles de una corona.
Currita aceptó encantada la idea, y señaló como distintivo de la nueva orden de caballería una corbata azul, color de la famosa liga de la condesa de Salisbury, para fundar la antigua y nobilísima orden de la Jarretière.
¡Cómo me adulaba el espíritu tentador a fin de hacerme caer! ¡Cuán astutamente me engañaba! ¡Cuán ciega confianza fue la mía al principio! Así como hábil jardinero, si descubre entre malezas una planta nobilísima, la lleva a su jardín y la cultiva con afán para que todo vicio contraído entre las malezas acabe, y para que, merced a su cuidado prospere la planta y dé al fin lindas y aromáticas flores y sabrosos frutos, así yo, al hallar la bella alma de esta mujer, henchido de fatuidad, me propuse mejorarla, hermosearla más, purificarla de todo defecto y hacerla florecer y fructificar abundosamente en virtudes, conocimientos y perfecciones.
En ellos leí la historia de mi tío, y pude estimar el alma nobilísima del testador, generosa y desinteresada como pocas.
Venía el bárbaro dando resoplidos, cual si le rindiera la fatiga de tanto negocio como entre manos traía, y arrojando su pavero en el rincón y limpiándose con un pañuelo en forma de pelota el sudor de la nobilísima frente, soltó este gruñido: Vengo de en ca Bicerra ¿Ustés me recibieron? Pues él tampoco ¡el muy soplao, el muy! La culpa tengo yo que me rebajo a endividos tan disinificantes.
Frente a esta, para mortificarla con el espectáculo de su lujo, colocaron a la señora de Alzaola, hija de una nobilísima familia que se vio obligada a casarla con un pollo imberbe, gracias a no se sabe qué cuentos y calumnias, según los cuales la niña tuvo que ausentarse un año de la corte para pasarlo en compañía de una tía pobre que vivía en un cortijo de Andalucía.
Cuando el padre murió, sin dejarles más herencia que aquellos pocos terrones y algunas onzas de oro ocultas en un puchero enterrado en el huerto, tuvieron Diego y Antolín una conferencia, en la cual convinieron que debía uno de ellos procurar hacer carrera y conseguir medro, continuando otro al frente de las tierras a que habían quedado reducidos los antiguos estados de la nobilísima familia.
Ello es que en la época de los godos y al empezar la reconquista, había ya Tumbagas de Almendrilla, y los habrá siempre, a no ser que en las páginas de este relato muera el solo individuo que queda de tan nobilísima estirpe.
Seremos inexorables, y no le tendré a usted lástima, no, porque ejerzamos una misma honrosísima y nobilísima profesión, no.
Antes que consentir un atropello en esta honrada casa, antes que consentir el menor vejamen hecho a esta nobilísima familia, yo.
Tenía Muriel un amigo que era segundón de familia nobilísima.
Su orgullo, a la verdad, aunque es falta que no merece disculpa, no carecía de fundamento, porque, sobre ser Poldy de nobilísima estirpe y contar entre sus ascendientes a un héroe que peleó en Legnano, al lado de Federico Barba-roja, contra el ejército de la liga lombarda, y a otro que estuvo de cruzado en Palestina, con el impío Emperador Federico II, era ella de por sí hermosa y discreta y de tan fino temple de carácter y de tales bríos, que parecía una reina y avasallaba todas las voluntades.
Y sin embargo yo soy joven, de nobilísima extirpe, y muy alabada de hermosa, aunque por modestia debiera callarlo.
Fue todo tan rápido, que nadie había acudido a interponerse y a restablecer la paz, cuando otro de los novicios, de nobilísima alcurnia francesa, intervino en la contienda, diciendo:.
Manifestaba Severo en sus discursos principios de catoniana rigidez, y al exponerlos le encendía fiebre entusiasta, calentura generosa y nobilísima que le incitaba a cerrar contra los abusos y las iniquidades y le movía a fustigarlas con recio látigo.
En tal caso, sólo réstame pedirlas mil perdones, y rogarlas que reconozcan, por lo menos, mi nobilísima franqueza.
En las fértiles orillas del azul y caudaloso Danubio, no muy lejos de la gran ciudad de Viena, vivía, hace ya cerca de medio siglo, la Condesa viuda de Liebestein, nobilísima y fecundísima señora.
La clase del pueblo, compuesta casi en su totalidad de marineros y pescadoras, era morigerada y nobilísima en sus instintos.

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