Ejemplos con nimbo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Algunas veces, los escultores colocan también detrás de sus figuras círculos dorados o adornados con estrella para representaras las aureolas pero la verdadera denomninación de estos discos es la de nimbo.
Entre las ironías de la situación, se puede considerar que, gracias a la ocultación de su tendencias sexuales, Greta Garbo aumentó considerablemente el nimbo del misterio y la atracción.
Lleva la cruz sobre su hombro izquierdo que sujeta con ambas manos y sobre su cabeza nimbo y corona de espinas, ambos de plata y de la misma época que la imagen.
Sobre la frente inmaculada de la joven se alzaba como un nimbo el oro de la barba rizosa de Salvador, que parecía hermoso con el victorioso encendimiento de sus ojos zarcos, la sonrisa de noble ufaneza y el bizarro alarde con que amparaba a Carmen junto al corazón.
La barba rubia del médico le recordaba a la niña la de los santos que veía en los altares: era una barba riza y suave que estaba pidiendo un nimbo celestial para la cabeza serena y dulce de aquel hombre todo bondad.
Eran remembranzas vagas, imprecisas, rodeadas de un nimbo de blanca niebla, algo semejante a la confusa memoria de hechos y palabras luego de un día de embriaguez.
Una ventana próxima dejaba visible la puesta del sol, envolviendo en un nimbo de oro al piano y al ejecutante.
La voz dulce, al saludarle, esparcía su respiración congelada por el frío: un nimbo de vapor blanco y tenue.
Como un nimbo invisible le circundaba cierto hedor compuesto de vino barato y emanaciones de ropas trasudadas, Argensola lo percibía a través de la puerta de servicio: El amigo Tchernoff que vuelve.
Más allá del nimbo de luz láctea en que iba envuelto el buque, extendían el mar y la noche el misterio de su obscuro azul punteado de fosforescencias de agua y fulgores siderales.
¡Oh, Teri! ¡Teri! Su única preocupación por el momento era que la americana no dejase de hablar, que no huyese, llevándose con ella su oloroso nimbo.
Sobre la fábrica de electricidad, a la derecha, se eleva un nimbo blanco del humo en que el resplandor refleja.
Poco a poco fue entrando en el nimbo de simpatía que sé formar entre mi persona y una blanda hembra.
Tenía cana la barba, gris el pelo y, sin embargo, parecía envolverle un nimbo de juventud, de fuerza serena, de energía reposada y tenaz, que se comunicaba a cuantos le rodeaban.
El gran Cristo que corona la reja del altar mayor fulguraba sobre el fondo de sombra con el brillo del oro viejo, como una aparición milagrosa que flotase en el espacio entre un nimbo de luz.
Pepeta, la pobre bestia de trabajo, muerta para la maternidad y casada sin la esperanza de ser madre, perdió su calma a la vista de aquella cabecita de marfil orlada por la revuelta cabellera como un nimbo de oro.
Era la noche oscura, y la solitaria plaza a que la puerta del jardín daba salida perdíase a lo lejos entre solares en construcción, alumbrada acá y allá por algunos faroles, cuyas luces parecían brillar en medio de un nimbo de vapor amarillento.
Jamás permitía Magdalena que nadie le ayudase en aquella importante operación del peinado: primero por horror instintivo a que otra mujer le manosease la cabeza, y además porque deseaba estar sola cuando su amante, según costumbre, iba siempre a la misma hora para deleitarse contemplándola bien arrellenado en un sillón, mientras sus manos primorosas se hundían y surgían de entre las matas de la cabellera, formando altos y bajos, bucles, ondas y rizos hasta dejar prieto y sujeto el moño con horquillas doradas, mientras los pelillos revoltosos de la nuca, que llaman tolanos, quedaban sueltos en torno de su cuello como rayos de un nimbo roto.
Los ojos de Cristeta oscuros y azulados, como cielo en noche serena, la boca, fuente de ternura y sumidero de besos, el pelo rubio y largo, como crecido para cubrir la almohada formando al rostro un nimbo de oro, el pecho blanco y firme, donde parecían palpitar impacientes dos rubíes carnosos perdidos entre nieve, todo el conjunto de atractivos que formaban lo material de la mujer, lo veía don Juan desvanecido, borroso, deseable, pero secundario, y en cambio, al poner su pensamiento en el pensamiento de ella, experimentaba una sensación de ansia y desasosiego entre penosa y grata, como si la voluntad y el alma carecieran de algo que sólo pudiese hallar satisfacción y plenitud en la posesión pura e inmaterial de Cristeta.
Parecíale a Julián que Nucha era ni más ni menos que el tipo ideal de la bíblica Esposa, el poético ejemplar de la Mujer fuerte, cuando aún no se ha borrado de su frente el nimbo del candor, y sin embargo ya se adivina su entereza y majestad futura.
Es tal el nimbo que para la mayor parte de las personas rodea a la palabra anarquismo, de tal modo la acompañan con violencias dinamiteras y negaciones radicales, que es peligroso decirles que el cristianismo es, en su esencia, un ideal anarquista, en que la única fuerza unificadora sea el amor.
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,.

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