Ejemplos con negaran

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Edward había pedido a los Vulturis que acabaran con su vida, pero al ellos negarse, el decide hacer algo completamente loco para llamar su atención y provocar su enojo y que de esa manera no se negaran a matarlo.
Melanie Brown comenta en su autobiografía lo siguiente: Cuando Matt y Geri se miraron supe que era lo que estaba pasando aunque ellos lo negaran.
No resulta extraño, entonces, que los plebeyos se negaran a defender con su vida a aquellos que tan mal les trataban, a no ser que fuera a cambio del perdón de todas o parte de sus deudas.
No obstante, con la excepción de España, todos estos países terminarían por participar, pese a que atletas, tanto judíos como no judíos, de varias delegaciones se negaran a asistir.
Sin embargo, de forma progresiva toda la casta tutsi se convirtió en el enemigo a batir, así como también los miembros de la casta hutu que de alguna manera protegieran a los tutsis, se negaran a participar en los asesinatos o tuvieran incluso familiares tutsis.
Sin embargo, para quienes se negaran a llevar un modo de vida sedentario el castigo se elevaba a la ejecución.
Policías y nacionalistas conservadores evitaron que los defensores rusos y extranjeros de derechos de los homosexuales marcharan el sábado por las calles de Moscú, donde los activistas estaban decididos a realizar una desfile a pesar de que las autoridades les negaran el permiso.
El público que quedaba abucheó al grupo No Name cuando estos fueron anunciados como ganadores y los llevó a que se negaran a cantar su canción MojaLjubavi al final.
Sin embargo, con tamaños de economía mayores, como el de las ciudades modernas, la economía del don puede no funcionar correctamente dado que las personas tienen un número limitado de personas a las que conocen y podrían no ser capaces de castigar debidamente a aquellos que se negaran a trabajar cuando tuvieran esta habilidad.
Que me negaran estos méritos, y ya me tenían a mí como una leona, sacando para defenderle cuantas uñas me puso Dios en el magín.
A menudo daba a los criados orden de que le negaran y de que no se admitiera carta ni recado.
Era un caserón enorme, ancho y bajo, como ávido de extenderse sobre el suelo que lo soportaba, sin torrecilla esbelta que realzase su construcción, sin huerto que lo sombreara ni campanario que elevase al cielo la cruz de su veleta: la puerta, claveteada de hierro, parecía de castillo, y a muy larga distancia no había en torno de los recios paredones árbol, planta, ni enramada alguna, cual si los jugos de la tierra se negaran a hermosear con su verdor la obra del egoísmo humano Era la hora de salir las educandas externas: cerca de las tapias se veían parados varios carruajes, y otros, a cuyas ventanillas se asomaban cabezas de muchachas ávidas de aire libre, corrían en dirección a Madrid, donde, según lo lejano de aquel sitio, llegarían al cerrar la noche.
Contrajo amistades que una madre prudente hubiera prohibido, intimó excesivamente con las criadas, paseaba en compañía de éstas más de lo conveniente, y en cambio del cariño y el agasajo que le negaran dentro de casa, disfrutaba de una libertad que no conocían las señoritas de aquella época y rara vez las de ésta.
Que la paz no era hecha conmigo, que yo era un representante del Gobierno y un subalterno del general Arredondo, mi jefe, con cuyo permiso me hallaba entre los indios, que no creyesen si otro jefe me reemplazaba que por eso la paz se había de alterar, que ese jefe tendría que cumplir el tratado y las órdenes que el Gobierno le diera, que ellos estaban acostumbrados a confundir a los jefes con quienes se entendían con el Gobierno, que así, en ningún tiempo la desaparición mía de la frontera debía ser un motivo de queja, una razón para que se negaran a observar fielmente lo convenido, que cerca o lejos tendrían siempre en mí un amigo que haría por el bien de ellos, si lo merecían todo cuanto pudiera.
Luego pensó abrirlo, pero la cerradura y los candados estaban cerrados de tal manera que no parecía sino que guardianes fidelísimos se negaran a entregar su tesoro.
Que me negaran estos méritos, y ya me tenían a mí como una leona, sacando para defenderle cuantas uñas me puso Dios en el magín.
Suerte fue que, advenedizo de reciente data, no había perdido aún sus hábitos soldadescos, su llaneza de pícaro entre pícaros, y, viendo en él más a un camarada que a un jefe, los soldados no le querían mal, aunque se negaran resueltamente a obedecerle y su afecto no llegara al extremo de dejarle el magnífico caballo.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba