Ejemplos con mujer

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con una clavellina o con una margarita en la boca, se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego, y bala alegremente, mimosa igual que una mujer.
¿Cómo se llama una mujer que vende carbón?.
Añadió:¿Y la otra, la Juana, su mujer? Me parecía algo, vaya, algo así una tarasca.
Si los señores, tan generosos siempre, decidiesen darle educación, enviarla a un colegio y hacer ver a Juana que se interesan por la niña, no sería extraño que esta mujer, en parte por egoísmo, en parte por vanagloria, cambiase de sentimientos y concluyese muy pronto por alardear de tener una hija que va para señorita.
No le sacaca de su placidez bendita ni su mujer, que era un basilisco.
Un usurero apellidado Bellido se lo embargó todo, dejándole en la calle con su mujer y su hija.
Se morirá en un suspiro de amor, exhalado por la mujer que en aquel trance esté a su vera, ya sea una monja joven y admisible, ya sea una portera pitañosa.
Belarmino miraba con gesto exculpatorio a sus amigos, como diciendo: Perdono, es una mujer inferior.
Existía notoria incongruencia entre Belarmino y su mujer.
Era Xuantipa, la mujer legítima del agudo, elocuente y fogoso zapatero.
Muérete tú de una vez, tontorontaina, adúltero, babayo, antes que nos mates a todos a disgustoschilló una voz mordaz, al tiempo que una mujer, antes joven que vieja y nada fea, con la faz distendida, como una Euménide, penetraba, vestida de huracán y desolación, en aquel círculo que era un cuadrado, e iba a hacer presa sobre Belarmino.
Sobre las obras de la Naturaleza pongo las del hombre, y sobre las del hombre, la vida misma, y con preferencia la fuente de la vida: la mujer.
A esa mujer no la puede conocer usted.
¿Qué era aquel hombre que ante mí estaba, deglutiendo y raciocinando al propio tiempo, masticando y discurriendo, con tanta frialdad, escrúpulo y elegancia, vestido como un hombre de sociedad, sin una insinuación sensible del estado eclesiástico a que pertenecía, y que, de vez en vez, según hablaba, se asía con la mirada al retrato de una mujer a quien él mismo había empujado a la anónima sima prostibularia? ¿Qué era aquel hombre? ¿Un hedonista? ¿Un incrédulo? ¿Un hipócrita y un sofista, para consigo mismo y los demás? ¿Un desengañado? ¿Un atormentado? Lo que menos me interesaba era la explicación que me había ofrecido.
Era una mujer dulce, triste y reconcentrada, o, según el tecnicismo de la Piernavieja, una simple que no servía caso.
Atrajo desde el principio mi curiosidad una mujer agraciada, paciente, trigueña, sin adobos ni rosicleres como las otras, que estaba siempre sola e inmóvil en un ángulo, ante sí un vaso de recuelo, que jamás se llevaba a la boca.
La mujer, advierte San Agustín, , o vemos en ella la madre, o nos rebajamos a tomarla como mero instrumento de voluptuosidad.
Creo que la razón de que en los matrimonios españoles no se acate lo debido a la mujer estriba en que es uso entre comadrones y comadronas impeler y aun constreñir al padre a que permanezca fuera del recinto en donde se verifica el doloroso misterio.
Se me ha ocurrido, señora, lo que se le habrá ocurrido a toda persona pura y religiosa: que se han ido solos un hombre y una mujer, y que, en consecuencia, el hombre ha deshonrado a la mujer.
Me voy con la mujer a quien adoro.
Tú, de seguro, no sabes quién es la mujer a quien adora el desmandado don Pedrito.
El primero nos enseña a respetar la idea de Dios, el segundo, a respetar a la mujer.
Mas después de casados, como quiera que ella no lograba hijos propios, comenzó a odiar al marido y a cavilar que la niña era hija disimulada de Belarmino, con que la criatura tampoco se libraba del odio de la apasionada mujer.

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