Ejemplos con momento

Por fin, en un momento sorprendido, el palo entra de lado en la boca de Platero.

Para que no saque sangre a ningún burro más, la corto sobre el arroyo, que un momento tiñe de la sangre de Platero la espumela de un breve torbellino.

En un momento en que la poesía española ha sufrido las influencias más complejas extranjeras, principalmente francesas, las cuales se ven demasiado claras y dominantes en otros poetas, Juan Ramón Jiménez, a pesar de haberlas asimilado todas profundamente, se muestra siempre él y por lo tanto siempre español.

Si usted, debido a otras preocupaciones, no recordase estos pormenores que necesitarnos, tendremos sumo gusto en requerir al juzgado para que, sin pérdida de momento, le refresque a usted la memoria.

Yo comprendí que era el momento preciso de retirarme con disimulo, y giré furtivamente sobre mis talones, cuando oí que don Guillén, con acento entre alarmado y severo, me decía:.

Y en este momento, los estudiantes dieron suelta a las repulsivas aves nocturnas, las cuales, deslumbradas con la luz del petróleo, revoloteaban de uno a otro lado, chocando en el rostro de los espectadores.

Celemín dispuso el desafío de manera que uno de los combatientes diera la espalda al foro y el otro al público, y arregló, por medio de ingenioso expediente, los calzones del que daba la espalda al público, para que en un momento dado se le descosiesen por la parte más prominente y rotunda y dejasen al aire ciertas interioridades.

Puede llegar un momento en que no pueda hablar con mi hija, porque no la entienda ni me entienda y hasta me tome por loco , y el corazón se le quedaba en suspenso.

La Juana, por el momento, no soltó prenda, pero ya casada, y así que sacó el genio, declaró que no se dejaba engañar por Belarmino, y que Angustias era una hija de tapadillo.

El alma de don Restituto y de su consorte era tan simple e ilusionada, que Dios hubiera pecado de cruel si en el momento de llevarlos de este mundo y abrirles la puerta del cielo no hubiese ordenado a San Pedro, acomodador en jefe, que les situase en una platea proscenio, desde donde pudieran ver bien y que los vieran bien a ellos.

Después de varios chascarrillos, y en un momento de reposo y silencio, el señor Chapaprieta dijo recatadamente, como para su sotana: Parece confirmado que Su Santidad concede un título pontificio a los señores de Neira.

El rapacejo penetró por la trastienda y volvió a salir en un momento, con una criatura de unos siete años.

Si me preguntáis por los obstáculos que superó, servíos escucharme un momento, y lo sabréis.

Y en el mismo momento brilló un segundo fogonazo, sonó otra detonación, confundiéndose con los ecos aún vivos de la primera, y Batiste sintió en el hombro izquierdo un dolor de desgarramiento, algo así como una uña de acero arañándole superficialmente.

¡Y en qué momento resurgía esta animosidad! Brillaban los ojos, fijos en él con el fuego del odio, las cabezas, turbadas por el alcohol, parecían sentir el escarabajeo de la tentación homicida, instintivamente iban todos hacia Batiste, y éste comenzó a sentirse empujado por todos lados, como si el círculo se estrechase para devorarle.

Los tres guapos no quedaban solos un momento.

Y pugnaba con la madre por apartarla del ataúd, por obligarla a que entrase en el y no presenciase el terrible momento de la salida, cuando el , levantado en hombros, alzase el vuelo con las blancas alas de su mortaja para no volver más.

No había espacio libre dentro de ella, y las mujeres y los niños sentábanse en los bancos de ladrillos, bajo el emparrado, o en los ribazos, esperando el momento del entierro.

Los dos hermanos pequeños contemplaban a Pascualet asombrados, con devoción, como un ser superior que iba a levantar el vuelo de un momento a otro.

Algunas viejas se habían apoderado de la alacena, y a cada momento preparaban grandes vasos de agua con vino y azúcar, ofreciéndolos a Teresa y a su hija para que llorasen con más desahogo.

Hubo un momento en que llegó a despreciarse.

Dudaba, permanecía quieto, como el que desea retrasar el momento de una resolución importante, y al fin se decidió a bajar al mercado.

Causó estupefacción en el primer momento la presencia de Roseta: algo así como la entrada de un moro en la iglesia de Alboraya en plena misa mayor.

Allí cayó Roseta con su cántaro, sin haber encontrado al novio en el camino, a pesar de que anduvo lentamente, volviendo con frecuencia la cabeza, esperando a cada momento que saliese de una senda.

Roseta iba de un lado a otro fingiendo ocupaciones para no llamar la atención, esperando de un momento a otro el estallido de la cólera paternal.

El pobre padre no tenía en aquel momento más hijos en el mundo que su cosecha, el trigo enfermo, arrugado, sediento, que le llamaba a gritos pidiendo un sorbo para no morir.

Lo que le valía el continuo acarreo de pellejos hinchados de vino o de aceite perdíase en manos de chalanes y constructores de carros, hasta que llegó el momento en que, viendo próxima su ruina, abandonó el oficio.

Pero cuando llegó el momento de las declaraciones, todo el distrito desfiló ante el juez afirmando la inocencia de , sin que a aquellos rústicos socarrones se les pudiera arrancar una palabra contradictoria.

Y siguió trabajando, aunque con recelo, mirando ansiosamente siempre que pasaba algún desconocido por los caminos inmediatos, como quien aguarda de un momento a otro ser atacado por una gavilla de bandidos.

Dos o tres ventanillas, completamente abiertas y martirizadas por los vendavales, pendían de un solo gozne, é iban a caer de un momento a otro, apenas soplase una ruda ventolera.