Ejemplos con misteriosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Eran misteriosos despojos de los días de tormenta, fragmentos del gran secreto del mar que volvían a la luz tras una ocultación de miles de años, la historia confusa y legendaria devuelta por las olas incoherentes a las riberas de estas islas, abrigo en tiempos remotos de fenicios y cartagineses, árabes y normandos.
¡El mar! Los organismos misteriosos que lo pueblan también vivían, como los de tierra, sometidos a la tiranía del medio, inmóviles en su primitiva existencia, repitiéndose a través de los siglos, como si fuesen siempre el mismo ser.
Y ningún otro espectáculo puede imaginarse más propio para cautivar a un tiempo el interés del pensador y el entusiasmo del artista, que el que presenta una generación humana que marcha al encuentro del futuro, vibrante con la impaciencia de la acción, alta la frente, en la sonrisa un altanero desdén del desengaño, colmada el alma por dulces y remotos mirajes que derraman en ella misteriosos estímulos, como las visiones de Cipango y El Dorado en las crónicas heroicas de los conquistadores.
Ella, insensible a los insultos, siguió hablando de su porvenir angustiosamente, como si se viese rodeada de misteriosos peligros.
Le preocupaban los trabajos misteriosos de la doctora, quería conocer la parte que tomaba Freya en ellos, con el interés que inspiran siempre las acciones más fútiles de la persona amada.
Ella entonaba a media voz cantos orientales incomprensibles y misteriosos.
Se hizo la obscuridad, una obscuridad poblada de suspiros y misteriosos rumores.
Además, al final de sus viajes estaba Marsella, y en una de sus callejuelas un salón rojo adornado de columnas simbólicas, donde se encontraba con navegantes de todas las razas y todas las lenguas, entendiéndose fraternalmente por medio de signos misteriosos y palabras rituales.
Los feniciosjudíos metidos a navegantesabandonaban sus ciudades en el fondo del saco mediterráneo, para esparcir los conocimientos misteriosos de Egipto y de las monarquías asiáticas por todas las orillas del mar interior.
Su ahijado se lo imaginaba a todas horas con una corona de laurel en las sienes, lo mismo que aquellos poetas misteriosos y ciegos cuyos retratos y bustos ornaban la biblioteca.
¿Era mano de hombre o de mujer? ¿era de vivo, o de cadáver? Lucía lo ignoraba, pero los misteriosos llamamientos de aquella diestra desconocida la atraían cada vez más, y corriendo, corriendo, trataba de acercarse a la casa, pero el erial se prolongaba, detrás de unas calles de arena venían otras, y después de andar horas y horas aún veía delante de sí larguísima hilera de plátanos entecos, cuyo fin no se divisaba, y la casa de Artegui más lejana que nunca.
Estremecimientos misteriosos é incomprensibles atravesaban su cuerpo como ligeros vapores, como débiles burbujas del légamo que duerme en el fondo de toda infancia y se remonta a la superficie con las fermentaciones de la juventud.
El silencio del templo muerto se alteraba con extrañas sonoridades y roces misteriosos.
La torre de las campanas ocultaba un pedazo de cielo, ostentando sobre sus flancos rojizos, ornados de junquillos góticos y contrafuertes salientes, las fajas de mármol negro con cabezas de misteriosos personajes y escudos de armas de los diversos arzobispos que intervinieron en su construcción.
Algunas, ignorando, como ignoraban todas, excepto la Butrón y la de Bara, el modo cómo había de nombrarse la junta, dejaron escapar la idea entre sus misteriosos cuchicheos, y la señora de Martínez, con ingenua sinceridad, algún tanto lugareña, soltó esta frase, que hubiera provocado en otra ocasión las crudas sátiras de la de Bara:.
Era sobre el Juicio Final, y dividióla en tres partes: la confusión de los hipócritas al ver patentes sus pecados ocultos, la suprema vergüenza de los escandalosos al ver objeto de la execración universal los pecados públicos de que habían hecho gala, y la justificación de la Providencia, la manifestación clara de los misteriosos caminos ordenados por Dios para bien siempre del hombre, la sapientísima urdimbre, puesta al descubierto, de grandes hechos y pequeños acontecimientos, de penas y alegrías, derrotas y triunfos, llamamientos y amenazas, premios y castigos, que han de probar en la vida de cada criatura, mirada de frente a la luz de aquel tremendo día, la paternal providencia de Dios para cada hombre, la conjunción perfecta sobre cada uno de ellos de sus dos atributos, el más temible y el más deseable: la misericordia y la justicia.
Y dando una gran palmada con su mano de Esaú, extendida sobre los papeles que tenía delante, dijo solemnemente, con cierto aire de reserva dignísima que indicó al señor Pulido que tras el biombo de la mesa estaba el biombo de las cejas del diplomático, custodiando dentro de su frente arcanos misteriosos que a él no le era dado penetrar:.
La munificencia de los esposos Villamelón sufragaba todos estos gastos, que había de pagar el fiel amigo cuando al verificarse la Restauración pudiera sacar el jugo a la cartera, precio de sus misteriosos papelitos.
Pero después caía en la huerta obscura, con sus ruidos misteriosos, sus bultos negros y alarmantes que pasaban saludándola con un lúgubre, y comenzaban para ella el miedo y el castañeteo de dientes.
Y venía, en efecto, pero no venía sola Venía con ella el tío Jacobo, hablando de cosas que ellos no entendían, ¡qué fastidio! Deudas que era menester pagar, acreedores que querían cobrarse, una firma que era necesario sorprender a Villamelón al pie de un pagaré por tres veces protestado Un préstamo, un mero préstamo pagadero al verificarse la Restauración, cuando pudiera él cobrar lo que habían valido ciertos misteriosos papelitos.
Decíase en estos que Jacobo había prestado un gran servicio al partido restaurador, echando a pique con ciertos misteriosos papelitos a tres personajes intrigantes y tramposos que, ávidos siempre de poder y dinero, habían querido en Biarritz, después de la caída de Amadeo, injerirse traidoramente en la restauración del trono, que ellos mismos habían contribuido a hundir cinco años antes.
El tío Frasquito le escuchaba atento y boquiabierto, creyendo ver apuntar en el corazón apasionado de Malek-Adhel aquellos alborotos misteriosos que trocaron los de Rancés y Mañara Mas de repente, dejando Jacobo el tono sentimental de su perorata, preguntóle en prosa llana dónde andaba a la sazón su mujer Elvira.
Y Roseta, que ya no era inocente después de su entrada en la fábrica, dejaba correr su imaginación hasta los últimos límites de lo horrible, viéndose asesinada por uno de estos monstruos, con el vientre abierto y rebañado por dentro lo mismo que los niños de que hablaban las leyendas de la huerta, a los cuales unos verdugos misteriosos sacaban las mantecas, confeccionando milagrosos medicamentos para los ricos.
Vacilaba algunas veces, sentía misteriosos terrores al pensar que su fortuna estaba a merced de un capricho del azar, mas no por esto perdía la confianza, y nada había reservado de su capital para responder a los vencimientos de los pagarés que le había hecho firmar su madre.
La esposa de Cuadros, que respondía a sus amigas con sonrisas de conejo y parecía muy preocupada por pensamientos tristes y misteriosos, abalanzóse a doña Manuela, saludándola con apretado abrazo y sonoros besos.
Los armarios colosales se contaban a docenas, todos de roble viejo, con tallas tan complicadas como sus enormes cerraduras, los cuadros, buenos o malos, llegaban hasta el techo, las sillerías incompletas y de distintos colores, no encontrando espacio junto a las paredes, esparcíanse por el centro, todo estaba ocupado, como si la casa fuese un almacén, un depósito de rapiñas verificadas al azar, y aunque todas las piezas estaban abarrotadas, la casa sonaba a hueco, y la soledad despertaba esos ecos misteriosos de las grandes viviendas abandonadas.
Alta, delgada, esbeltísima, ideal , como acostumbran a decir los poetas, en Gabriela se juntaban maravillosamente la frescura de una arrogante juventud y los encantos misteriosos de una belleza apacible y casta.
¡Quién estuviera allí! ¡Quién bogara como ellos hacia esos valles perdidos en los repliegues de la cordillera! ¡Quién pudiera seguirlos en sus giros misteriosos! A esa hora dormían las aves, callaban los vientos, y sólo se oirían en las vertientes, en los barrancos, en los desfiladeros, el aliento de las selvas, el pavoroso respirar de los bosques.
Cuando veía una mujer _ pudiera ser ella_, acortaba el paso por no aproximarse demasiado, pues acercándose mucho no eran tan misteriosos los encantos del seguimiento.
El bueno de Julián, testigo de estas faenas, iba enterándose poco a poco de los para él arcanos misteriosos del aseo y tocado de una criatura, llegando a familiarizarse con los múltiples objetos que componen el complicado ajuar de los recienes: gorras, ombligueros, culeros, pañales, fajas, microscópicos zapatos de crochet, capillos y baberos.

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