Ejemplos con micos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Edén: Mirador natural desde donde se divisan algunas poblaciones antioqueñas y el corregimiento de Sitio Viejo, donde están ubicadas las viejas minas de El Zancudo y el cerro de Los Micos, lugar que habitaron los indígenas Nutabes y desde donde el Cacique Titiribí dirigía su pueblo,.
Entre los lugares más destacados están: la isla de los Micos, los parques Amacayacu y el Nacional Cahuinarí, los lagos de Tarapoto y Cañón Araracuara y los resguardos y poblados indígenas.
La FIDIC ha obtenido de Corpoamazonia, la entidad a cargo, todos los permisos necesarios para efectuar las pruebas en especies específicas de micos, que son además necesarios en razón a que la experimentación en humanos no es legal, moral ni éticamente posible, que después de las pruebas son tratados y liberados en su ambiente natural, lo que hace muy difícil su utilización por investigadores de otros países, aunque las razones invocadas sean de corte ambiental y ecológico.
El nombre del Municipio se ha querido explicar por el vocablo que indica la presencia de algunas manchas blancas en la frente de los caballos, micos y otros animales, también, la placa brillante que ostenta el Cerro Plateado en su parte superior, otros dicen que viene del Páramo del Frontino, inmensa mole montañosa que pertenece al distrito de Urrao.
Posee nacimientos de agua y es habitat de micos, tigrillos, el gato pardo, venados, guacharacas, mirlas y azulejos entre otras especies.
Así era, en efecto: tan penetrada estaba esta de su superioridad que ni por un momento dudó de ser elegida, y pareciéndole que tras del baile había de venir la presidencia, de manera tan lógica y fatal como tras de la noche viene el día, había ya comunicado varias órdenes al tío Frasquito, gran maestre de los micos de su guardia, y confiado a María Valdivieso aquella misma tarde, en el camino, varios de los mil regocijos caritativos que a beneficio de los heridos del Norte proyectaba, y sobre todo, una famosísima que había de producir millones y millones.
La del tío Frasquito era la corbata de gran maestre de los micos de Currita, de seda azul japonesa, sujeta coquetamente con el alfiler de una sola perla.
Convocó a sus micos, reunió a sus íntimos y trazóse un plan encantador de fiestas, bailes y regocijos a beneficio todos de los heridos, entre los que había de llevarse la palma una famosa ideada por Currita, a imitación de la organizada en París por , en el teatro de la ópera, a beneficio de los inundados en Szegedin.
Currita, deseando despertar la emulación en provecho de los pobrecitos heridos, distribuíalos de esta suerte, y era verdaderamente un encanto, que arrasaba en lágrimas los ojos, ver aquellas tiernas parejas de inocentes doncellitas de quince a veinte años, y castos mancebitos de veinte, treinta y hasta cuarenta, sacando hilas del mismo trapito, sosteniendo por lo bajo pláticas caritativas que les animaban a la santa obra, todo, por supuesto, bajo la inspección de la angelical condesa de Albornoz, que iba de un lado a otro distribuyendo las parejas, repartiendo los trapitos, recogiendo en bandejas de plata, ayudada de sus micos, la obra ya hecha, animando a los perezosos con una sonrisa, enfervorizando a los tibios con una palabra, prendiendo por todas partes el fuego de caridad que la abrasaba a ella misma.
El pensamiento del infierno cruzó el primero su mente, mas se distrajo en seguida mirando el feísimo papel verduzco que tapizaba las paredes, cruzado de arriba abajo por guirnaldas de flores, entre las cuales se entrelazaban largas ristras de micos que subían hasta el techo en actitudes grotescas, dándose todos las manos: pareciéronle diablillos aquellos feos animalejos y púsose a contarlos uno a uno, haciendo para seguirlos esfuerzos increíbles con la vista, y contando en todo lo que con ella abarcaba más de quinientos veinte.
Los pequeñuelos no parecían pertenecer a la raza humana, y con aquel maldito tizne extendido y resobado por la cara y las manos semejaban micos, diablillos o engendros infernales.
Me guardaré muy bien de vituperarte porque creas que no nos crió Dios a su imagen y semejanza sino, que descendemos de los micos, ni porque niegues la existencia del alma, asegurando que esta es una droga como los papelillos de magnesia o de ruibarbo que se venden en la botica.
Los micos, los saínos, las aves al sentir ese terremoto de sus moradas, huían golpeándose entre las ramas y dando chillidos de espanto.
la diferencia de que observaba qué clase de pepas comían los micos para.
Por ahí una pequeña tribu de micos, los monos más graciosos y al mismo tiempo los más despiertos y los más inteligentes, a pesar de ser tan pequeños que pueden ser escondidos en el bolsillo de una chaqueta.
Multitud de aves se acogen piando al abrigo de sus nidos o de sus pabellones de musgos y lianas, y una partida de micos mete una espantosa bulla al saltar de rama en rama en la precipitada fuga en que la pone la tempestad.
Te daré también, a más de los adornos dichos, muchas y lindas sartas de jaboncillos partidos, simientes de copal y dientes de micos, dos cintos de paja con labores de alas de moscardones, dos vestidos hechos a mano, dos de la segunda corteza de llanchama.
Pusiéronse de pies y formando círculo todos los curacas y los guerreros más notables, vestidos de gala: llevaban el pecho, los brazos y piernas desnudos, y desde el rostro todos pintarrajados de caprichosas figuras hechas con la roja tintura del achiote y el jugo de zula color de cielo, la cabeza empenachada o ceñida del lujoso tendema, el cinto y el delantal recamados de lustrosas simientes de copal y de huesecillos de tayo, semejantes a cañutillos de porcelana, gargantillas de dientes de micos, brazaletes de finísimos mimbres, a la espalda el carcaj henchido de cien muertes, en la siniestra la rodela forrada de piel de danta, larga pica en la diestra, en la frente la expresión del valor temerario y del orgullo salvaje en que rebosa su férreo corazón.
Su ocupación es mirarse y remirarse, tocarse y retocarse, caminar a compás como en la danza, andar siempre a la moda y hacer centro del mundo su cerebro microscópico A esta alameda asisten algunos, pero excuso hablarte de ellos porque Buffon, creo, trata largamente de esta clase en el capítulo micos.
bravos, de hipógrifos muchas tías, y de lobas las sobrinas, de micos y de hombres los.
mercader que no fuese rodeado de monas y de micos.
Tenían éstos dos generales, porque de los Utios y Micos lo era Arsamenes, hijo de Darío, y de los Paricanias lo era Siromitras, hijo de Eobazo.
Del mismo modo que los Pactías, se dejaban ver armados los Utios, los Micos y los Paricanios.
¿Cómo habíamos de haber dado nosotros, que somos españoles, en que los hombres no padecen nunca más enfermedades que las que dimanan del vientre, y que para toda clase de enfermedades y enfermos, en todos los climas y países, había de bastar forrar al doliente con sanguijuelas y echarle agua de goma en el cuerpo como en una cuba sin hondón? ¿Hubiéramos atinado jamás con el magnetismo animal, una ciencia como esa, por la cual a fuerza de sobos y de poner al paciente como una breva, éste sueña y dice durmiendo su mal y sus remedios? ¿Hubiéramos dado nosotros en toda la vida, aunque nos hubiéramos vuelto micos, con el nuevo método caligráfico para aprender a escribir en ocho días? ¿Hubiéramos sido capaces jamás de inventar, en vez de aquellos cómodos birlochos que hasta ahora se han usado, esos escrúpulos de carruajes, esos tíburis o canastillos para costura, en que cabe, a todo tirar, grande y medio, que todo ello vendrá a pesar como una media arroba? Y ¿cómo habíamos de haber discurrido nosotros que aquel mueble había de ser tirado de dos caballos muy altos, indispensablemente rabones, y puestos en fila, a guisa de tiro de carromato, como si tiraran de alguna cosa? Y dentro de poco ¿seremos nosotros los que inventemos, según va, tíburis de faltriquera, esto es, que se puedan doblar como una cartera y meter en el bolsillo, y al arbitrio del que le lleve desarrollarle y meterse en él, y ya tiene usted a un hombre levantado del suelo?.

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