Ejemplos con mias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Te envío dos fotos, ambas mias, una en la que estoy en bañador en el arroyo de nuestro patio trasero, que tomó el Tío Arthur, mientras que la otra soy yo con varias hadas en el arroyo, que tomó Elsie.
Y en caso que el dicho último reinante varon agnado mio no tuviere hijas nacidas en constante legítimo matrimonio, ni descendientes legítimos y por línea legítima , suceda en dichos Reynos la hermana o hermanas que tuviere descendientes mias legítimas y por línea legítima, nacidas en constante legítimo matrimonio, la una despues de la otra , prefiriendo la mayor a la menor , y respectivamente sus hijos y descendientes legítimos y por línea recta , nacidos todos en constante legítimo matrimonio, por la misma órden de primogenitura, prelacion de lineas y derechos de representacion segun las leyes de estos Reynos, en la misma conformidad prevenida en la sucesion de las hijas del dicho último reynante, debiéndose igualmente suscitar agnacion rigorosa entre los hijos varones que tuviere la hermana, o el descendiente suyo que por su premoriencia entrare en la sucesion de la Monarquía, nacidos en constante legítimo matrimonio, y entre los descendientes varones de varones de dichos hijos legítimos y por línea recta legítima, nacidos en constante legítimo matrimonio, que deberán suceder en la misma órden y forma que se ha dicho en Ios hijos varones y descendientes de las hijas de dicho Ultimo reynante, observando siempre las reglas de la rigurosa agnacion.
—En ese punto estás repitiendo palabras mias.
Es dicho General muy circunspecto y afable, sin que desmienta su señorio a su gratitud: es temido y respetado de los suyos, pues, queriendo bajar algunos solteros y solteras a la canoa, para verla por curiosidad, mandóles en su lengua se estuviesen quietos, y lo practicaron, y a súplicas mias se les permitió paso a su curiosidad, que a nó, no lo consiguiesen.
Mucho prometo con fuerzas tan pocas como las mias, pero ¿quién pondrá rienda a los deseos? Solo esto quiero que consideres: que pues yo he tenido osadía de dirigir estas novelas al gran conde de Lemos, algun misterio tienen escondido, que las levanta.
—Por mas ventura tuviera, valeroso caballero, que me llevaras contigo a Ingalaterra, que no que me enviaras a España, porque aunque es mi patria, y no habrá sino seis dias que della partí, no he de hallar en ella otra cosa que no sea de ocasiones de tristezas y soledades mias: sabrás, señor, que en la pérdida de Cádiz, que sucedió habrá quince años, perdí una hija que los ingleses debieron de llevar a Ingalaterra, y con ella perdí el descanso de mi vejez y la luz de mis ojos, que despues que no la vieron, nunca han visto cosa que de su gusto sea: el grave descontento en que me dejó su pérdida y la de la hacienda, que tambien me faltó, me pusieron de manera, que ni mas quise, ni mas pude ejercitar la mercancía, cuyo trato me habia puesto en opinion de ser el mas rico mercader de toda la ciudad: y así era la verdad, pues fuera del crédito, que pasaba de muchos centenares de millares de escudos, valia mi hacienda dentro de las puertas de mi casa mas de cincuenta mil ducados: todo lo perdí, y no hubiera perdido nada, como no hubiera perdido a mi hija: tras esta general desgracia, y tan particular mia, acudió la necesidad a fatigarme hasta tanto que no pudiéndola resistir, mi mujer y yo, que es aquella triste que allí está sentada, determinámos irnos a las Indias, comun refugio de los pobres generosos, y habiéndonos embarcado en un navío de aviso seis dias ha, a la salida de Cádiz dieron con el navío estos dos bajeles de cosarios, y nos cautivaron, donde se renovó nuestra desgracia y se confirmó nuestra desventura, y fuera mayor si los cosarios no hubieran tomado aquella nave portuguesa, que los entretuvo hasta haber sucedido lo que él habia visto.
—Yo, señoras mias, dijo a esto Loaysa, no vine aquí sino con intencion de servir a todas vuesas mercedes con el alma y con la vida, condolido de su no vista clausura, y de los ratos que en este estrecho género de vida se pierden: hombre soy yo, por vida de mi padre, tan manso y de tan buena condicion y tan obediente, que no haré mas de aquello que se me mandare, y si cualquiera de vuesas mercedes dijere: maestro, siéntese aquí, maestro, pásese allí, echáos acá, pasáos acullá, así lo haré, como el mas doméstico y enseñado perro que salta por el rey de Francia.
—Por cierto, señoras hermanas y compañeras mias, que nunca mi intento fué, es, ni será otro que daros gusto y contento en cuanto mis fuerzas alcanzaren, y así no se me hará cuesta arriba este juramento que me piden, pero quisiera yo que se fiara algo de mi palabra, porque dada de tal persona como yo soy, era lo mismo que hacer una obligacion guarentigia, y quiero hacer saber a vuesa merced que debajo del sayal hay al, y que debajo de mala capa suele estar un buen bebedor, mas para que todas estén seguras de mi buen deseo, determino de jurar como católico y buen varon: y así juro por la intemerata eficacia donde mas santa y largamente se contiene, y por las entradas y salidas del santo Líbano monte, y por todo aquello que en su proemio encierra la verdadera historia de Carlomagno, con la muerte del gigante Fierabras, de no salir ni pasar del juramento hecho, y del mandamiento de la mas mínima y desechada destas señoras, so pena que si otra cosa hiciere o quisiere hacer, desde ahora para entónces, y desde entónces para ahora lo doy por nulo, y no hecho ni valedero.
—Predicador te has vuelto, dijo el de Sevilla, y segun llevas la retahila, no acabarás tan presto, y yo no te puedo aguardar, y esta noche no vayas a posar donde sueles, sino en la posada del Sevillano, porque verás en ella la mas hermosa fregona que se sabe: Marinilla la de la venta Tejada es asco en su comparacion, no te digo mas sino que hay fama que el hijo del corregidor bebe los vientos por ella: uno desos mis amos que allá van, jura que al volver que vuelva al Andalucía, se ha de estar dos meses en Toledo y en la misma posada solo por hartarse de mirarla: ya le dejo yo en señal un pellizco, y me llevo en contracambio un gran torniscon, es dura como un mármol y zahareña como villana de Sayago, y áspera como una ortiga, pero tiene una cara de pascua y un rostro de buen año: en una mejilla tiene el sol y en la otra la luna, la una es hecha de rosas y la otra de claveles, y en entrambas hay tambien azucenas y jazmines, no te digo mas sino que la veas, y verás que no te he dicho nada, segun lo que te pudiera decir acerca de su hermosura: en las dos mulas rucias que sabes que tengo mias, la dotara de buena gana, si me la quisieran dar por mujer, pero yo sé que no me la darán, que es joya para un arcipreste o para un conde, y otra vez torno a decir que allá lo verás, y adios, que me mudo.
—En ellas viva yo siempre, replicó Teodoro, si no llegue el gusto de saberlas a la pena que me darán el ser vuestras, que ya las voy sintiendo como propias mias.
Dos leguas de mi lugar está otro de los mas ricos y nobles de la Andalucía, en el cual vive un principal caballero que trae su origen de los nobles y antiguos Adornos de Génova: este tiene un hijo, que si no es que la fama se adelanta en sus alabanzas, como en las mias, es de los gentiles-hombres que desearse puede.
—Pecadora de mí, dijo Cornelia, ¿cómo todo podia ser? ¿cómo es esto, ama mia? que el corazon me revienta en el pecho hasta saber este trueco: decídmelo, amiga, por todo aquello que bien quereis: digo que me digais ¿de dónde habeis habido estas tan ricas mantillas? porque os hago saber que son mias, si la vista no me miente o la memoria no se acuerda: con estas mismas o otras semejantes entregué yo a mi doncella la prenda querida de mi alma: ¿quién se las quitó? ¡ay desdichada! y ¿quién las trujo aquí? ¡ay sin ventura!.
Y para que no sea todo palabras, y que sean verdaderas estas mias, esta cadena de oro doy para fiador dellas.
-Maula, desagradecida, mi'as trampiao y vas a pagar la chanchada.

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